Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

lunes, 14 de marzo de 2022

Sobre el egoísmo

 

Diotima y Sócrates

Café Filosófico en Castro del Río 5.3

11 de marzo de 2022, Peña Flamenca Castreña, 18:00 horas


La búsqueda de quienes somos nos une a todos.

Vicente Ferrer

¿Somos egoístas por naturaleza?

¿Cómo es posible que una discusión sobre el egoísmo pueda desembocar en el amor? Lo verás, si sigues este relato del tercer Café filosófico en Castro del Río de esta segunda etapa, celebrado en la Peña Flamenca Castreña. Un lugar muy andaluz y muy acogedor por su ambiente y por las personas que allí trabajan y se dan cita. Ya teníamos preparado el calorcito de la chimenea en el mismo salón donde se escuchan fandangos y soleás. Gracias. Aunque afectara a la llegada de asistentes, fue una tarde espléndida de lluvia. Dentro también, espléndida de diálogo filosófico. Comprobarás que la filosofía puede llegar a ser significativa, relevante para nuestras vidas. La discusión se enrocó sobre ellos mismos, los participantes, de manera que no tuvieron más remedio que involucrarse personalmente, filosóficamente, ante una llamada muy especial: el amor. Ese “interés desinteresado”.

Cierra un momento los ojos, conecta con tu conciencia interior, respira varias veces profundamente y di: ¿cómo te sientes ahora?, al conectar contigo mismo/a, ¿cómo te has encontrado? Puede ser una sensación física, un estado emocional, un pensamiento en la mente... Cada día tendríamos que hacer esto, tomar conciencia de nuestro propio interior y ser conscientes de nuestro estado aquí y ahora. Ellos y ellas lo hicieron aquella tarde y sentían por dentro: bienestar, relajación, inquietud mental, satisfacción, quietud interior producida por la lluvia de afuera, inquietud emocional y mental, felicidad, tranquilidad, curiosidad mental.

Y, tras la elección de la temática, comenzó la discusión. Antes de saber si somos egoístas, tendríamos que tratar de situar en la noción de “egoísmo”, al menos tentativamente. ¿En qué consiste ser egoísta? Pensar solo en uno mismo... Sí, pero, ¿no es también un actuar sólo de acuerdo a uno mismo? Sería: anteponer mis ideas y acciones, mi valor, a los otros. No tenerlos en cuenta, y si es posible, utilizarlos en mi propio beneficio o provecho. En definitiva, anteponer lo mío a lo de otros, y producir una escisión, y provocar una contraposición, una exclusión llena de hostilidad: o yo o los demás. En cualquier plano o situación. No les hacía falta mirar el diccionario... tenían la experiencia vivida. A continuación se planteó, por parte del grupo, la cuestión de si el egoísmo es siempre meramente individual o no. Y se comprueba que siempre el egoísmo implica una cercanía, pues afecta a lo próximo a un “yo” o un “nosotros”. Así, habría distintos niveles de egoísmo: “lo mío” puede también ser familiar, tribal, comunitario, nacional...

Y surge una protesta en el seno del grupo: los medios o sectores interesados de la sociedad construyen el egoísmo. Para ello, apelan a lo más emocional o visceral de nosotros. El contexto nos hace egoístas, más egoístas... sacan lo más egoísta de nosotros. Pero se plantea, a continuación, lo siguiente: una vasija de barro puede moldearse porque el barro es moldeable. Si es posible construir el egoísmo (y nuestra sociedad ofrece variadas muestras de ello), ¿esto significa que hay algo en nosotros de naturaleza egoísta, que puede llegar a ser moldeado? ¿Somos egoístas por naturaleza? Mirar por uno constituye un principio de supervivencia. Y mencionan (había una médica entre los asistentes) una recomendación básica para quien se dedique al salvamento de otras personas: no puede peligrar su propia vida. Pero, protesta una de las participantes más jóvenes: ¡no sólo somos naturaleza, somos también cultura! O mejor dicho: la cultura forma parte de la naturaleza humana. Somos seres culturales. Por esto, el mal que puede ocasionar un ser humano no tiene nada que ver con el que puede causar cualquier de otro animal. Implica siempre un componente mental, cultural, ideas y emociones construidas social y culturalmente. Por esto, también, podemos llegar a ser tan crueles, cosa que jamás observaremos en la pura naturaleza de los seres vivos. Y, seguidamente, se proponen contra-ejemplos frente la tesis de que somos egoístas por naturaleza.

¿Cuántos ejemplos de altruismo humano conocemos? El grupo reflejó algunos: personas como Vicente Ferrer, que dedican sus vidas a ayudar a los demás; todo el voluntariado; los padres con los hijos y viceversa; muchos están yéndose a luchar a Ucrania, aún a riesgo de sus propias vidas. Un un largo etcétera. La anterior participante trae a colación el primer signo de civilización humana, según la antropóloga Margaret Mead: la curación de un fémur roto, lo que implicaría el cuidado por parte de su grupo. Y emerge la protesta de otra participante, y eso que ella se había dedicado a los servicios sociales a la comunidad: ¡en el fondo, eso no es altruismo! En todos esos casos se da una satisfacción personal de algún tipo. Ella misma disfrutaba con su trabajo, su trabajo le aportaba cosas, personalmente, egoístamente, decía ella. Y el grupo intuía que aquí había una confusión conceptual... Recordemos nuestra definición: la palabra “anteponer” es la clave para que haya egoísmo. La utilización de otros seres humanos para nuestro solo beneficio. En el fondo de esos casos anteriores, ¿qué es lo que hay? Si no lo quieres llamar altruismo, porque contiene siempre un interés propio subterráneo, ¿cómo lo llamarías? Reciprocidad... colaboración... simbiosis... amor propio. ¿Y por qué no llamarlo sencillamente amor?

Esta pregunta provoca un cataclismo en las mentes de los participantes... Un cambio de mente, quizás. Una mirada nueva. ¿De qué está hecho el amor? Es un dar sin esperar recibir, que recibe sin esperar. Dar y recibir. ¿No será esto lo que hay en esos casos que antes hemos mencionado? ¿No te pasaba eso mismo en tu trabajo de los servicios sociales? Y, vamos más lejos (o más cerca), ¿por qué habéis venido hoy aquí, a dialogar con otras personas, a filosofar? Traíais un interés, sí, pero habéis colaborado, habéis dialogado de veras, escuchado, aportado ideas, y también recibido. ¿No es así? No en vano, Diotima, la maestra de Sócrates en las cosas de Eros, concebía la filosofía, el filosofar, como un ACTO DE AMOR, que ofrece preguntas y espera recibir comprensión, consciencia, autoconocimiento. ¿No es cierto que los amantes, al propiciar el desarrollo de lo amado y dejarlo ser, se conocen y se desarrollan mejor a sí mismos? Pues bien, esto es lo que ocurría aquella tarde de diálogo filosófico.




2 comentarios:

  1. Reflexión hermosa y hermoseada por tu propia vivencia y tus pensamientos. Eres un amable filósofo de cabecera. Gracias por tu generosidad, por tu "no egoísmo"y seguramente tu amor a las gentes de este pueblo a las que das parte de tu tiempo. Gracias.

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