Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

miércoles, 27 de julio de 2016

Sobre la manipulación de los medios de información



¿Por qué pueden llegar a manipularnos?


  Vivimos en un mundo algo confuso e impenetrable. Y sin embargo, ¿qué es eso que siempre depende de mí? Epicteto, el esclavo liberto de la Roma antigua, solicitaba de los participantes semejante ejercicio. Los medios dicen que nos manipulan, a veces nos sentimos manipulados. ¿Cómo puedo parar sus efectos sobre mí, sobre nosotros? Lo primero, siendo muy conscientes de lo que depende siempre de nosotros. Usemos como trampolín la oferta de nuestros participantes, en este penúltimo café filosófico de la temporada.

viernes, 15 de julio de 2016

¿Quién es quien?

Todos nosotros solemos representar algún personaje o algunos personajes, va a depender de los momentos y de la situación. La vida social nos ofrece muchas oportunidades. Saber de primera mano —ser plenamente consciente — qué personaje estoy interpretando —puedo pensar que me interpreto a mí mismo— te acerca certeramente al personaje que no eres. Comenzarás de este modo a conocer de verdad quién eres. Es decir, puedes dirigir tu atención directamente al núcleo central que eres —quién soy yo—, pero, más fácilmente, también puedes seguir la vía indirecta del autoconocimiento a través de la observación de tus propios personajes, o bien, a través de la observación de tus reacciones a las apariciones de los personajes de los demás. Aquí radica la utilidad de este trabajo que te presentamos, apto tanto para niños como para adultos: conocerse a uno mismo a través de los demás. No en vano, la forma cómo veo a los demás me dice mucho de mí mismo. Aquello que odio o detesto, aquello que aprecio o admiro de los demás, me está hablando de lo que no me gusta de mí mismo, aquello que reprimo o sublimo, y también de aquello que desearía ver en mí mismo realizado.
Realmente mucho me muestro yo cuando defino y pongo una etiqueta a las actitudes que percibo en los otros. Pero además aprendo, a base de errores y conflictos, sinsabores y sorpresas, las limitaciones de ir por ahí poniendo etiquetas a todo el mundo, incluso a uno mismo. Son siempre aproximaciones (Nietzsche), corsés impuestos o autoimpuestos, pero nunca realidades, nunca agotan lo que es alguien de verdad. Algo de suyo inagotable. La vida nos lo va demostrando, pero si hemos tenido la ocasión de practicarlo de un modo consciente, mejor que mejor. Si somos los seres humanos un diálogo (Hölderlin), filosofar es básicamente dialogar con otro, una alteridad que siempre va contigo (Antonio Machado) que puede ser cualquiera. Aparta de ti la tendencia a compararte con los demás, pues en realidad te estás comparando contigo mismo; abandona de paso la idea estrecha y mezquina de pensar que “lo mío es lo mejor”. Lo tuyo es simplemente. No te empeñes, no te embarranques, no naufragues a menudo. Por eso dicen en el fondo que las comparaciones son odiosas. Como siempre estás hablando de ti mismo, al compararte te estás inutilizando, estás despreciando lo que siempre eres, algo único, vivo y real, una existencia completa.
Si eres adulto, observa bien tus juicios sobre los demás. Están diciendo bastante de ti. Todos los juicios son en el fondo prejuicios. Y tanto si eres adulto como si no, puede servirte un taller de filosofía como el que te presentamos. En clase o en grupo, tomad una historia emblemática, un cuento, por ejemplo. Pongamos por caso, el cuento de Hans Christian AndersenEl traje nuevo del emperador. Lo leemos, o lo visualizamos, primero. Atendemos después a la nómina de personajes que aparecen: el rey, el niño, los falsos sastres, los ministros, el pueblo y los cortesanos. Cada uno elige un personaje, que le gusta o que no le gusta. A continuación, cada uno lo califica y justifica por qué dicho personaje es así, de ese modo de ser. Por ejemplo: “el niño es sincero porque no actúa por algún interés; los falsos sastres son listos para ganar dinero; los ministros son miedosos porque temen perder su trabajo; el rey es tonto por tratar de parecer que no lo era”. Pero, en general, todos son hipócritas, pues confunden ser con parecer y prefieren antes parecer que ser. Y esto ocurre tanto individual como socialmente, en el mundo en que vivimos. Es posible poner muchos ejemplos, de los otros, pero sobre todo de nosotros mismos, que es lo más básico como hemos dicho.
Los sastres, los ministros, los cortesanos… son astutos o listos, pero no son inteligentes. No confundirlo. La inteligencia es algo más amplio, una capacidad integrada de otras capacidades para vivir y convivir mejor, no sólo aquí y ahora, sino a largo plazo, que atiende a lo inmediato sin olvidar lo fundamental, lo más importante. Más o menos, cosas así pueden discutirse entre todos, y tanto si estáis en el contexto de un aula, como si no lo estáis, habréis quedado retratados: las cualidades en los demás son la proyección de uno mismo. ¿Te gusta hacer el tonto en clase? ¿Qué estás buscando con eso, qué necesitas? ¿Odias a los que no se enteran? ¿Qué pasa contigo cuando tú mismo no te enteras, te aguantas? ¿Eres capaz de perdonarte?
Al final del taller —como el que se ha llevado a cabo recientemente en los Colegios “Los Olivos” y el “Romeral” de Vélez-Málaga— pueden acometerse diversas tareas valiosas: realizar una encuesta sobre los personajes preferidos o más odiados, visitar de nuevo la historia y observar las diferencias de apreciación, procurar definir entre todos algunas de las cualidades más atribuidas a los personajes de la historia, comprobar quién ha cambiado sus calificativos de los personajes, reflexionar sobre lo que le enseña a cada uno la historia que se cuenta, elaborar un dibujo representativo de una escena o personaje, reelaborar la historia de una manera personal, etc. En definitiva, sin demasiado esfuerzo, la discusión en clase o en grupo, con otras personas, acerca de quién es quien, te ayudará a aproximarte a la respuesta de quién eres tú.

Publicado en Homonosapiens