Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

sábado, 31 de diciembre de 2016

Sobre la política y la juventud

Café Filosófico en Vélez-Málaga 8.2
18 de noviembre de 2016, Cafetería Bentomiz, 17:30 horas.



¿Queremos que nuestra democracia sea una verdadera democracia?  Habría de comenzar por el desarrollo de una educación política. Si no sabemos ser ciudadanos y gobernantes, cada uno su papel cuando le corresponda, desarrollado adecuadamente, habrá democracia, pero adulterada o falsa. Si tendemos a politizar la educación -una educación politizada- nos alejaremos cada vez más de la política y de la educación auténticas. Y nuestra democracia no será democrática. Pues bien, de la mano de nuestros participantes en este café filosófico, hablaremos de política y de educación, allí donde es más relevante, la educación política de los jóvenes. ¿Interesa una juventud manipulable? Que no se preocupen, que no sepan de política, que sean ignorantes, sumisos, que pasen de política y permanezcan despolitizados… ¿Interesa esto? ¿De verdad, entonces, nos interesa, vivir democráticamente? ¿O sólo una apariencia democrática? Quédate con nosotros para ver causas y efectos de esta sospecha, y alguna salida razonable...

              

sábado, 10 de diciembre de 2016

Sobre los valores

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Café Filosófico en Vélez-Málaga 8.1
21 de octubre de 2016, Cafetería Bentomiz, 17:30 horas.


Repetido el ritual día tras día, la bestia acaba persuadiéndose de que pertenece ya a la especie de los hombres. Pero cuando la liturgia mentalizadora falla, y el sujeto empieza a dudar de ser hombre y de que, por tanto, esa sea su propia ley, es el látigo el que suple la falta de argumentación, es la amenaza de tortura –la “Casa del dolor”- la que “convence” al animal de que es un ser humano, aunque no lo crea.
Adela Cortina, Ciudadanos del mundo

Por consiguiente, la educación sería el arte de volver este órgano del alma del modo más fácil y eficaz en que debe ser vuelto, mas no como si le infundiera la vista, puesto que ya la posee, sino en caso de que se lo haya girado incorrectamente y no mire a donde debe, posibilitando la corrección.
            Platón, República, VII


                ¿Cuál es el origen de los valores?

            A este cronista de tantos cafés filosóficos le ha llegado la hora retrasada de continuar con su tarea, la de tratar de dar una segunda vida a estos encuentros sin pretensiones, más allá de sí mismos. Este juego de jugar a dialogar. En esta ocasión se afrontó el reto de comprender el origen de los valores, por ver si comprendiéndolos podríamos conservarlos y promoverlos mejor. Una cuestión que atañe sobremanera a la esencia misma del educar. ¿Qué es educar en valores? ¿Inculcarlos, desarrollarlos…? Tendrás que seguir el curso de este relato, si te sientes afectado. Has sido educado o tendrás que educar, así que no sería de extrañar que te sintieras. Al menos, has de saber que ya educas sin querer. Y que tú mismo no paras de aprender, te pese lo que te pese. ¿Crees que puedes cambiar? ¿Es posible llegar a ser otro que no eres? ¿O más bien habrás de partir de la realidad que ya eres para desplegarla todo lo que puedas? Espero que esto sea suficiente para que te quedes un rato con ellos, los protagonistas de este primer café filosófico de la temporada 2016-2017. Harán acto de presencia, entre otros, Aristóteles, Platón y la Isla del Dr. Moreau.

sábado, 17 de septiembre de 2016

¿Nueva espiritualidad?


Hablemos de vida espiritual y hablaremos de vida interior. Vida de la conciencia. Y si hablamos de vida de la conciencia, nos referimos a una determinada actitud, una perspectiva propia, una mirada irrepetible. Conciencia es perspectiva consciente. Pero también, nos referimos a un particular y concreto nivel de desarrollo de la conciencia. Conciencia es la actualización singular aquí y ahora de un potencial. Puede estar más actualizado o estar menos actualizado. Así se muestra. Así se expresa. De modo que este desarrollo puede ser acompañado por un trabajo interior. Un trabajo espiritual que ejercite ese potencial de conciencia siempre presente en nosotros y lo vaya desplegando más y más. Pierre Hadot se refiere a los ejercicios espirituales practicados en la antigüedad, recogiendo la tradición de la áskesis greco-romana. Nosotros hablaremos sencillamente de ejercicios filosóficos para aprender a vivir mejor toda nuestra profundidad de ser. En efecto, religiosidad no equivale a espiritualidad.
 Copio el enlace de los audios de algunas ponencias la mesa redonda sobre Nueva espiritualidad —no tan nueva, en realidad—, celebrada el día 10 de septiembre de 2016,  en Granada, dentro del foro del XI Congreso de la AAFi (Asociación Andaluza de Filosofía), que trató de Filosofía y Religión.

miércoles, 27 de julio de 2016

Sobre la manipulación de los medios de información



¿Por qué pueden llegar a manipularnos?


  Vivimos en un mundo algo confuso e impenetrable. Y sin embargo, ¿qué es eso que siempre depende de mí? Epicteto, el esclavo liberto de la Roma antigua, solicitaba de los participantes semejante ejercicio. Los medios dicen que nos manipulan, a veces nos sentimos manipulados. ¿Cómo puedo parar sus efectos sobre mí, sobre nosotros? Lo primero, siendo muy conscientes de lo que depende siempre de nosotros. Usemos como trampolín la oferta de nuestros participantes, en este penúltimo café filosófico de la temporada.

viernes, 15 de julio de 2016

¿Quién es quien?

Todos nosotros solemos representar algún personaje o algunos personajes, va a depender de los momentos y de la situación. La vida social nos ofrece muchas oportunidades. Saber de primera mano —ser plenamente consciente — qué personaje estoy interpretando —puedo pensar que me interpreto a mí mismo— te acerca certeramente al personaje que no eres. Comenzarás de este modo a conocer de verdad quién eres. Es decir, puedes dirigir tu atención directamente al núcleo central que eres —quién soy yo—, pero, más fácilmente, también puedes seguir la vía indirecta del autoconocimiento a través de la observación de tus propios personajes, o bien, a través de la observación de tus reacciones a las apariciones de los personajes de los demás. Aquí radica la utilidad de este trabajo que te presentamos, apto tanto para niños como para adultos: conocerse a uno mismo a través de los demás. No en vano, la forma cómo veo a los demás me dice mucho de mí mismo. Aquello que odio o detesto, aquello que aprecio o admiro de los demás, me está hablando de lo que no me gusta de mí mismo, aquello que reprimo o sublimo, y también de aquello que desearía ver en mí mismo realizado.
Realmente mucho me muestro yo cuando defino y pongo una etiqueta a las actitudes que percibo en los otros. Pero además aprendo, a base de errores y conflictos, sinsabores y sorpresas, las limitaciones de ir por ahí poniendo etiquetas a todo el mundo, incluso a uno mismo. Son siempre aproximaciones (Nietzsche), corsés impuestos o autoimpuestos, pero nunca realidades, nunca agotan lo que es alguien de verdad. Algo de suyo inagotable. La vida nos lo va demostrando, pero si hemos tenido la ocasión de practicarlo de un modo consciente, mejor que mejor. Si somos los seres humanos un diálogo (Hölderlin), filosofar es básicamente dialogar con otro, una alteridad que siempre va contigo (Antonio Machado) que puede ser cualquiera. Aparta de ti la tendencia a compararte con los demás, pues en realidad te estás comparando contigo mismo; abandona de paso la idea estrecha y mezquina de pensar que “lo mío es lo mejor”. Lo tuyo es simplemente. No te empeñes, no te embarranques, no naufragues a menudo. Por eso dicen en el fondo que las comparaciones son odiosas. Como siempre estás hablando de ti mismo, al compararte te estás inutilizando, estás despreciando lo que siempre eres, algo único, vivo y real, una existencia completa.
Si eres adulto, observa bien tus juicios sobre los demás. Están diciendo bastante de ti. Todos los juicios son en el fondo prejuicios. Y tanto si eres adulto como si no, puede servirte un taller de filosofía como el que te presentamos. En clase o en grupo, tomad una historia emblemática, un cuento, por ejemplo. Pongamos por caso, el cuento de Hans Christian AndersenEl traje nuevo del emperador. Lo leemos, o lo visualizamos, primero. Atendemos después a la nómina de personajes que aparecen: el rey, el niño, los falsos sastres, los ministros, el pueblo y los cortesanos. Cada uno elige un personaje, que le gusta o que no le gusta. A continuación, cada uno lo califica y justifica por qué dicho personaje es así, de ese modo de ser. Por ejemplo: “el niño es sincero porque no actúa por algún interés; los falsos sastres son listos para ganar dinero; los ministros son miedosos porque temen perder su trabajo; el rey es tonto por tratar de parecer que no lo era”. Pero, en general, todos son hipócritas, pues confunden ser con parecer y prefieren antes parecer que ser. Y esto ocurre tanto individual como socialmente, en el mundo en que vivimos. Es posible poner muchos ejemplos, de los otros, pero sobre todo de nosotros mismos, que es lo más básico como hemos dicho.
Los sastres, los ministros, los cortesanos… son astutos o listos, pero no son inteligentes. No confundirlo. La inteligencia es algo más amplio, una capacidad integrada de otras capacidades para vivir y convivir mejor, no sólo aquí y ahora, sino a largo plazo, que atiende a lo inmediato sin olvidar lo fundamental, lo más importante. Más o menos, cosas así pueden discutirse entre todos, y tanto si estáis en el contexto de un aula, como si no lo estáis, habréis quedado retratados: las cualidades en los demás son la proyección de uno mismo. ¿Te gusta hacer el tonto en clase? ¿Qué estás buscando con eso, qué necesitas? ¿Odias a los que no se enteran? ¿Qué pasa contigo cuando tú mismo no te enteras, te aguantas? ¿Eres capaz de perdonarte?
Al final del taller —como el que se ha llevado a cabo recientemente en los Colegios “Los Olivos” y el “Romeral” de Vélez-Málaga— pueden acometerse diversas tareas valiosas: realizar una encuesta sobre los personajes preferidos o más odiados, visitar de nuevo la historia y observar las diferencias de apreciación, procurar definir entre todos algunas de las cualidades más atribuidas a los personajes de la historia, comprobar quién ha cambiado sus calificativos de los personajes, reflexionar sobre lo que le enseña a cada uno la historia que se cuenta, elaborar un dibujo representativo de una escena o personaje, reelaborar la historia de una manera personal, etc. En definitiva, sin demasiado esfuerzo, la discusión en clase o en grupo, con otras personas, acerca de quién es quien, te ayudará a aproximarte a la respuesta de quién eres tú.

Publicado en Homonosapiens

viernes, 24 de junio de 2016

¿Estás tan seguro? ¿Estás tan segura?

análisis de la obra de dali: persistencia de la memoria

Ahora toca jugar a la búsqueda de la verdad. Si quieres jugar, una condición es indispensable: que no concibas la verdad como algo duro, cerrado y rígido, sino como algo blando, abierto y flexible. Aunque mejor todavía, si eres de los primeros, tu descubrimiento puede ser aún más extraordinario. Por lo tanto —rectifico— para jugar a este juego, por ahora, se requiere simplemente que seas valiente. ¿Recuerdas el conocido cuadro de Salvador DalíLa persistencia de la memoria? Si el tiempo —creemos que tan preciso y exacto, pero bien mirado— se dobla y amolda al mundo, se reblandece y pierde su rigidez metálica y dura, ¿qué será de la búsqueda de la verdad, que forma parte de esta realidad temporal en que nos movemos? Te invito a contemplar la blandura de la verdad, que tantas veces ha sido vista de manera tan “precisa y exacta”, tan impenetrable y hermética, tan pétrea e inamovible. Por ejemplo, considera la verdad de una teoría científica: ¿Qué ha pasado hasta ahora? ¿No hemos podido profundizar en ella con el paso del tiempo? En un momento dado, ¿no se nos mostró porosa y quebradiza? ¿Nos ha importado mucho? “En absoluto, así avanza la ciencia”. Pues lo mismo cabría decir respecto a cualquier otro tipo de verdad: ética, política, personal, social… Piensa por un momento: ¿Por qué hay tantos conflictos, por qué hay tantas guerras? ¡Ay, si los hombres tomáramos conciencia de esas grandes verdades en las que tanto creemos —Dios, Patria, Mundo, Yo— y las contempláramos como lo que son, ficciones nuestras, quizás esto impediría que nos aferrásemos a estas presuntas verdades hasta llegar a matarnos unos a otros por ellas!, exclamaba con pesadumbre David Hume. Y nosotros con él.

¿Y cuál es la herramienta curativa que puede ofrecerte la filosofía? La sana duda. Una objeción, una duda razonable, estar siempre alerta. Aprender a problematizar nuestras ideas y practicarlo continuamente. ¿Qué ganamos con ello? Sentido crítico y autocrítico de tu propia vida y de lo que te rodea. Por esta razón, requerimos de tu personalidad un segundo ingrediente: la valentía —dijimos—, pero también la sinceridad en la búsqueda. Si la verdad está ahí para descubrirla, más importante todavía sería nuestra actitud ante ella, cómo sea nuestra búsqueda: ¿Cómo sé yo eso que creo saber? ¿Estoy tan seguro? ¿Estoy tan segura?Queremos profundizar en la verdad. Y para ello, es importante poder ir reblandeciendo una verdad inicial, que tomaremos como punto de partida. En lugar de una verdad autocomplaciente, autosatisfecha, tratémosla como una hipótesis de trabajo. A ver qué pasa. Al final, tú puedes seguir pensando lo mismo. Nadie te lo impide. Estás en tu derecho, como suele decirse hoy día. Pero… ¡Ya sabes que hay un problema! Es suficiente con que tú te lo mires… ¿A quién no le ha pasado que se le ha caído, y se ha hecho añicos, una verdad en apariencia incontestable? ¿A quién no le ha pasado que una verdad muy sólida y brillante se le ha desmoronado y deslizado entre los dedos? ¿A ti no te ha pasado? Eres, entonces, la persona más propicia para esta tarea que te proponemos. Y nada mejor que realizar este trabajo en grupo, en el contexto de un taller de filosofía o en el transcurso de un diálogo filosófico.
Queremos profundizar en la verdad y no arremeter contra nadie. Sus afirmaciones, sus ideas y creencias serán puestas en cuestión con valentía, con sinceridad, pero no olvides que tú no eres nada de todo eso. Nuestros problemas comienzan cuando nos hacemos uno con nuestras ideas, con los contenidos de mi mente, cuando me identifico con ellos. Cuando no hay separación, somos uno esas ideas y yo: yo soy mis ideas. Y desde el mismo momento en que son cuestionadas, creemos que nosotros mismos estamos en juego. Nos inunda el temor. Más todavía en un mundo como el que vivimos, en el que ya todo parece movedizo, interpretable, manipulable, tan inestable. Sería lógico, pues, aferrarse a aquello que creemos más arraigado en nosotros. Nuestras raíces. Y esto es humano, demasiado humano (Nietzsche). Los mayores peligros sobrevienen cuando estas creencias subyacen y no somos conscientes. Por eso, problematizar es una parte de la tarea de volver consciente lo inconsciente. No es otra cosa. ¿Me entiendes?
Y no te sientas mal. Todo lo contrario, es muy gratificante. Puedes adquirir una visión más amplia. Es como si dieras unos pasos hacia atrás y pudieras observar las cosas con una mayor perspectiva. Más claras. Más verdaderas. Más evidentes. ¡No pensarías que todo este trabajo nos llevaría al escepticismo del “nada vale nada y no merece la pena” o al relativismo del “todo vale igual y lo mismo da que da lo mismo”! No es peligroso cuestionarse a uno mismoLo peligroso es no hacerlo nunca o casi nunca. Y si no te agrada efectuarlo —yrealizarte a ti mismo con ello— no hay otro problema que la falta de costumbre. Mira bien: unos niños y niñas de once años no tienen ningún reparo. Pueden cuestionarse en grupo mutuamente —siguiendo un método muy sencillo— cosas que serían muy importantes para ellos. ¿Tú por qué no vas a poder? Suelta un poco y ablanda tu caparazón. Te recuerdo que sólo se precisa un poco de valentía y mucha sinceridad con uno mismo, que es la manera más fácil y directa de poder ser sinceros con los demás.
Después de este trabajo, algunos de estos niños y niñas que te digo, de los Colegios “Los Olivos” y “El Romeral” de Vélez-Málaga, redactaron así la verdad:
La verdad es lo que relacionamos, lo que hablamos, lo que pensamos sobre algo. Si existe algo, lo tenemos que estudiar y aprobar en grupo a ver si es verdad o no. La verdad siempre está ahí para que nosotros la busquemos. La verdad =es todo.
 La verdad no siempre es verdad. A veces por muchas razones que tengas para creer la verdad no tiene por qué ser válida. La verdad, por muchas veces que la busques, pocas la encuentras, ya sean presentes, pasadas o futuras. La verdad siempre está abierta a cosas nuevas. La verdad está en nuestro interior. Buscad vuestra verdad, tarde o temprano la encontraréis. Chic@s, la verdad la tienes que buscar, ánimo, la encontraréis. La verdad no existe. La verdad eres tú. Tú eres la fuente de tus emociones. A qué esperas a buscarla. PD: Si encontráis la duda, encontraréis la verdad.
Hemos aprendido que la verdad es un misterio de la vida, que hay que sacar conclusiones para saber la verdad y por eso es bueno sacarla y no esconderla. Para que tus compañeros te ayuden y puedan sacarte del apuro y estés feliz y no te encuentres triste.
 La verdad te ralla un poco, pero si te centras, lo sabrás. Si cierras los ojos, ves la verdad de tu cuerpo y de lo que te gusta mucho. Pero el ahora que hemos dicho en clase es el ahora de cuando lo dices, y el otro ahora, el de después ya es otro diferente.
 La verdad es lo que piensas en unos momentos y estás totalmente segura. Hasta que llega un momento que te contradices, aunque a veces lo que dices es totalmente verdad. Como por ejemplo, la pregunta de: ¿las sirenas existen? Ahí me puedo confundir en decir qué decir, porque no sé totalmente si existen o no. Entonces, si no estás segura, no tienes una verdad que proteger. Pero si tú dices que las sirenas existen, estás tú con la verdad. Nosotros podemos estar de acuerdo, pero hay veces que no tenemos razón, por eso hay que respetar lo que digan los demás.
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lunes, 16 de mayo de 2016

¿Qué puede ser esto?

 
Juguemos a imaginar para desarrollar pensamiento. Pero, ¿qué tendrá que ver pensar con imaginar? ¿Por qué habríamos de trabajar con unos niños y niñas de primaria la imaginación, si queremos que aprendan a pensar por sí mismos? Es más necesario que nunca. En absoluto ha quedado obsoleta la tesis de Giovanni Sartori (1997), sobre el homo videns en que estaríamos convirtiéndonos, a causa de la actual sobreexposición audiovisual de nuestro cerebro. Aunque pueda parecer paradójico —sin embargo es bastante lógico que así sea— el exceso de imágenes en nuestras vidas atrofia nuestra imaginación y con ello nuestra capacidad de abstracción, nuestra capacidad de pensar. ¿De qué modo? Recordemos lo que es pensar: concatenar ideas de un modo consciente. ¿Y cómo somos capaces de enlazar ideas o conceptos? Ya lo sabías: mediante la imaginación, que traza los puentes, los eslabones entre las ideas. A ver: te propongo estos tres términos: “casa”, “sol”, “gato”. Presentados de esta manera no tienen sentido, no podemos entender nada. Añade tu imaginación y el mundo de ese gato, esa casa y ese sol se poblará de sentidos, se llenará de inteligibilidad, de historias.
Es bastante frecuente que la profesora de filosofía o el profesor de historia —pongamos por caso—, mientras lee los escritos de sus alumnos y alumnas, encuentre desorden, incoherencia y falta de ligazón entre las ideas que se están exponiendo. Y lo mismo sucede oralmente. Se habla de muchas cosas variadas, superpuestas unas a otras, pero sólo islas solitarias necesitadas de un explorador que abra las rutas para poder transitar a través de ellas. Es así de increíble, pero a nuestro alumnado de secundaria y bachillerato —en demasiadas ocasiones, demasiada carencia— le falta imaginación y no entiende. Salida habitual: si tengo que saber algo, lo aprendo de memoria. Consecuencia: no lo sabe en absoluto pues no lo comprende y lo olvidará al volver la esquina en que ya no le haga falta. Es muy diferente el entrenamiento, para nuestro moldeable cerebro, que yo lea una historia o bien que la vea reflejada en una película. Si estoy contemplando las imágenes, ¿para qué necesito imaginármelo? Consecuencia: a fuerza de no emplearla, la imaginación se va marchitando y con ello la posibilidad de pensar por uno mismo, hacia atrás —pensamiento reflexivo— y hacia adelante —pensamiento proyectivo y creativo—. Así pues, nuestro alumnado tiene dificultades para pensar porque no sabe imaginar. Imagina sí —¡y de qué manera!—, dentro de los mundos audiovisuales, también en contacto directo con mundos físicos y tangibles, pero sin tenerlos ahí delante —sin estar viéndolos y tocándolos, es decir discurriendo conceptualmente—, esto ya le resulta cada vez más dificultoso. Dificilísimo.
Esta es una poderosa razón para propiciar que nuestros niños y niños no dejen de practicar su imaginación. Les va en ello el entendimiento, la comprensión y el discernimiento. Generar pensamiento propio, así comopensar el pensamiento, requiere de mucha imaginación. ¿Hay algún artista creador o algún científico innovador que no se haya valido para sus hallazgos y aportaciones de su desbordante imaginación? ¿Algún genio para sus genialidades? Pues bien, practicar la filosofía contribuye a desarrollar esas habilidades o capacidades que ya están en todos nosotros —homo sapiens sapiens—, que son transversales en el currículo de cualquier época, y que si no se entrenan a tiempo se detiene su crecimiento. Así pues, como advierte Óscar Brenifier, ¿hasta cuándo deberíamos esperar para trabajar con el pensamiento? Si esperamos a la adolescencia puede ser demasiado tarde en muchos casos. Es cierto que el desarrollo de la capacidad de abstracción se completa hacia los 12 o 14 años, pero ¿con qué grado de desarrollo, de qué modo y con qué objetos o contextos se habrá desarrollado? No olvidemos que la capacidad de pensar y de expresar lo que pensamos incluye el discernimiento de lo que es valioso de cara a nuestras decisiones responsables, que afectan tanto a nuestras vidas como a la de los demás. No olvidemos lo que Hannah Arendt tuvo que manifestar a propósito del juicio contra Adolph Eichmann y la banalidad del mal: “Que un tal alejamiento de la realidad e irreflexión en uno puedan generar más desgracias que todos los impulsos malvados intrínsecos del ser humano juntos”. Es decir, que aquel que actúa mal lo hace en función de lo que cree saber, pero pueden estar siendo condicionados sus juicios y acciones por sus creencias e ideas limitadas o erróneas, como descubrió el viejo Sócrates y refuerzan hoy día algunas corrientes de psicología. Por lo tanto, desarrollar la capacidad para ser conscientes de lo que nos rodea y de nosotros mismos no es un asunto banal, nos va mucho en ello. Aprender a filosofar no es una cosa cualquiera. ¿No será mejor comenzar pronto, a edades tempranas?
—¡Buenos días! Atentos: chicos, chicas: ¿Qué puede ser esto? Y les mostramos “algo” a unos niños de la escuela primaria, para que ellos como sujetos que son, de un modo explícito, se conviertan en creadores de objetos por un rato a través de su imaginación. Un trozo de madera, un trozo de tela, un trozo de papel o un trozo de alambre en forma de clip puede valer. De pronto, comienzan a desfilar por el aula raquetas, calzadores, olitortas, olipalas, matamoscas, rascadores y oliváteres, pero también dejatontos, abrepuertas, voladeras o veleros hormigueros. Más tarde, aparecen por la voluntad de su imaginación toallas, pañuelos, cuadrados azules, secatodos, tapacaras, guantes, empapadores o minicapas, pero también posavasos, antifaces, pintatoallas, velos, supertrapos, calientapiés, borradores y banderas. Luego, les pedimos que construyan una pequeña historia con sentido, que sea clara, que no se repita y que, por lo menos, le guste a alguno de sus vecinos de pupitre. Después, se leen las mejores historias para toda la clase y se discute cuáles han sido más interesantes y por qué motivos. Finalmente, proceden a plasmar lo que se ha trabajado, produciendo dibujos o figuras de plastilina de alguno de los objetos o de las historias creadas. Es un posible taller de filosofía, sencillo y eficaz, que hemos propuesto durante el pasado mes de abril a niñas y niños de sexto de primaria de los Colegios “El Romeral” y “Los Olivos” de Vélez-Málaga.
Un conocido estudio de Ken Robinson señala que allí donde los niños y niñas pueden encontrar alrededor de 200 usos de un simple clip, un adulto medio sólo logra que su imaginación configure 15 o 20 objetos posibles. Y esto va sucediendo gradualmente conforme vamos cumpliendo más edad. Se va atrofiando la imaginación y se va atrofiando, consiguientemente, el pensamiento conceptual. ¿Qué escuela estamos construyendo? ¿Qué escuela queremos construir? Quizás una escuela de la que alguien como Gabriel García Márquez no pudiera sentir aquello que rezaba: “desde muy niño tuve que interrumpir mi educación para ir a la escuela”.
Publicado en Homonosapiens

jueves, 5 de mayo de 2016

Sobre la ciencia y la espiritualidad

Café Filosófico en Vélez-Málaga 7.7
22 de abril de 2016, Cafetería Bentomiz, 17:30 horas.

  

¿Es posible conectar ciencia y espiritualidad?

Si la filosofía es antes que nada “filosofar”, no puede agotarse ni morir este impulso tan humano porque se fuera consumando el deseo subterráneo de algunos sectores interesados —generalmente mercantilistas— para que desapareciera la filosofía de la faz del currículo académico, ni tampoco decaer porque la asistencia a nuestro tradicional encuentro filosófico de los viernes hubiera sido menor este día. La filosofía se arraiga en una necesidad muy profunda de preguntarnos por el mundo y por nosotros mismos, así que no podría terminarse nunca. Y lo mismo sucede con la poesía. No en vano, filosofía y poesía han caminado una al lado de la otra desde hace tanto.

La poesía ha muerto, dice. Una pantalla de televisión siempre repite lo que dice. Once segundos, como un endecasílabo, y ya parece una noticia vieja. El viento y sus imágenes son una forma de repetición. La poesía ha muerto, dice.

Así lo ha dejado escrito el poeta granadino Luis García Montero en su reciente poemario en prosa Balada en la muerte de la poesía. Y efectivamente, perderíamos mucho si muriera el género literario de la poesía, lo mismo que si muriesen las artes en general, y las humanidades. Pero no moriría por ello la poesía. De ninguna manera. Arraiga en una necesidad profundamente humana de expresar lo que sentimos, todas las habitaciones y sus rincones de nuestra alma. De hecho, la poesía fue primero una actividad oral y persistiría de cualquier otro modo poético. Al igual que la filosofía, que no es el contenido sino su forma filosófica la que la conecta con todos nosotros. Podemos discrepar en las respuestas filosóficas, pero no en la necesidad de pensar y sentir por nosotros mismos. Por lo tanto, solamente hay que preocuparse de filosofar. Dejemos otras cuestiones para los especialistas. De hecho, Luis García Montero, como verdadero poeta que es, poetiza poéticamente sobre la poesía en su poemario, mostrando la vitalidad de lo poético. ¡En cuantas ocasiones no habrá la filosofía reflexionado sobre la filosofía! Su utilidad, su destino… Y esto le hace estar aún más viva. Veamos qué ha pasado hoy. Los participantes le han dado vida, una vez más.


domingo, 24 de abril de 2016

¿Dónde estás belleza?

Todos nosotros somos capaces de sentir la belleza en su forma más pura, alguna vez. Para alguno que todavía no lo haya sentido —por ejemplo, dadas sus precarias circunstancias de vida— puede resultarle incluso terapéutico. Puede conectarle con algo más grande, más allá de la miseria diaria. Sabrá de ese modo que en el mundo no sólo hay pánico y crueldad, rutina y condicionamiento, injusticia y violencia. ¿Podrán sentirla alguna vez las personas que se hacinan en el campo de refugiados de Idomeni, en la frontera de Grecia con Macedonia?
Quizás, contemplando algún día el amanecer, un nuevo día en que la Tierra sigue girando alrededor del Sol, bailando la música de la galaxia, en afinada compañía de todas las demás galaxias del Universo. Quizás, como pensaba Schopenhauer, contemplar la belleza del Cosmos, aunque sea a través de la música —mejor si es una ópera de Rossini, opinaría él—, te permita escapar por un momento de la corriente frenética de la vida, de su voluntad instintiva, ciega e irremediable, que te arrastra por el mar de las contradicciones, las necesidades, las dudas y los miedos; sufriendo en tus propias carnes la impermanencia de todo lo que hay, la implacable “rueda del tiempo de Ixión” o el “suplicio de Tántalo”; y así gozar durante un breve instante de la serenidad, del intenso placer que te proporciona poder separarte del mundo y de tu ego, con sus permanentes cuitas. “Entonces, (en el estado de pura contemplación de la belleza) lo mismo da contemplar la puesta de sol desde un calabozo que desde un palacio”.
Pero, ¿qué es la belleza? ¿Por qué es tan huidiza? ¿Por qué no la logro conservar y llevarla siempre conmigo? Yo querría unirme a ella en matrimonio eterno, que nada de lo terrenal pudiera separarnos. Tú la querrías contigo al menos siempre que la necesitases. ¿Dónde estás belleza?[i] ¿Nos valdría poder definirla, atraparla en una noción esencial? Así la han definido dos grupos de alumnos y alumnas de bachillerato a través de un “diálogo socrático”:“La belleza es un sentimiento satisfactorio y pleno, rebosante de una especial admiración desinteresada, siempre actual, siempre auténtico, que te llena como persona complementando tu vida interior, y que produce en el sujeto un sentimiento de unidad con el objeto, para aquél que sea capaz de apreciarlo”.
Pero lo bello es un concepto difícil —concluía el diálogo Hipias mayor de Platón—, que no se deja encerrar fácilmente, por muy socrático que el método de indagación sea. Siempre nos dejará insatisfechos la descripción de nuestra experiencia estética. Hay poetas que llegan a componer una miríada de poemas para tratar de expresar una misma experiencia originaria. La belleza, por consiguiente, ¿es subjetiva? ¿O hay algunas bellezas objetivas? La belleza, ¿está en el interior y no en lo exterior? ¿La belleza externa no es auténtica belleza? Eso dicen, que hay una belleza superficial que desvía de la belleza profunda, del alma misma de la cosa misma. ¿Existe la belleza universal, intemporal, transcultural? No, la belleza es relativa al sujeto, defienden ahora muchos contemporáneos nuestros. Son éstas y otras las dicotomías alrededor de la belleza, que llevan horas y horas, siglo tras siglo, discutiéndose. ¿Es educable y mejorable el gusto estético? ¿No todo juicio estético vale igual? Como diría Umberto Eco, lecturas de una obra de arte son muchas las posibles, pero no cualquier lectura es posible.
Efectuemos un giro copernicano, a la manera kantiana. En lugar de mirar al objeto —en este caso, bello— volvamos la mirada al sujeto, e intuyamos la condición de posibilidad de toda experiencia estética. El espacio no existe fuera de ti, el tiempo no existe fuera de ti, están en ti. Tú haces posible la situación espaciotemporal de una determinada percepción sensorial, de lo contrario no sería nada para ti, no lo captarías como tal. Todo necesitas ubicarlo. De la misma manera, las causas y los efectos de lo que sucede, sus conexiones, lo real y lo irreal, lo posible y lo imposible, todo ello y más no estaría ahí, fuera de tus facultades cognoscitivas, esperando a que descubrieras su significado. Es más bien tu modo humano de ver el mundo y de poder categorizarlo, ordenarlo y justificarlo. Esto viene a decir Kant. ¿Qué tal si contemplamos la belleza como una capacidad de sentir la belleza? Con esta clave, ¿no serían desplazadas todas aquellas dicotomías típicas del problema de la belleza? ¿No es posible que esté operando siempre el mismo sentimiento en el fondo de lo humano, sólo que expresado con diferente intensidad o con relación a diferentes objetos, cuando sentimos la belleza? Una profunda capacidad humana de sentir la belleza o de recrearla, que se expresa de diversos modos, que puede desarrollarse más o que puede desarrollarse menos, según la situación particular de cada ser humano. Sería el modo en que la belleza se nos presenta de una manera trascendental, como también el amor y la felicidad; como la libertad y la inteligencia.
Si la belleza ya está siempre en nosotros mismos como capacidad de sentir belleza, ¿para qué queremos, entonces, el arte, las obras de arte, los artistas? ¿Por qué necesitamos salir al campo de vez en cuando y extasiarnos con la belleza de los pájaros cantando o el susurro acuoso de un arroyo? ¿Para qué buscar la belleza, aunque sea como un puro y vacío esteticismo, “la única protesta que merece la pena en este asqueroso mundo”[ii]? Veamos: ¿Qué tal si fuera para expresar nuestra capacidad de ser, pero que necesitamos actualizar para ser plenamente? Todo lo de fuera nos valdría para eso, para desarrollar lo que ya somos. No lo olvides.Somos mucho más que todo lo que me está pasando, todo lo que estoy sintiendo, incluido todo lo que estoy sufriendo. Esta convicción le salvó a Viktor E. Frankl de su estancia en varios campos de concentración nazis, le valió para encontrar un sentido y para comprender de qué está hecha la condición humana. Fue la manera como Guido —el protagonista de La vida es bella— salvó a su hijo Josué, de seis años, de las seguras secuelas del absurdo de una guerra atroz y su crueldad extrema, fue su regalo: “Por favor, ¿cómo va alguien a fabricar jabón y botones con Bartolomeo, Josué?”.
¿Alguna vez podrán sentir libremente la belleza de este mundo —y no como una experiencia extrema— los refugiados del campo de Idomeni? ¿Y aquellos que les cierran la frontera y la vida, no necesitan sentir también, de vez en cuando, la belleza? Siempre están ahí, la belleza, el bien y la verdad, esperándonos. Si ahogo la belleza y la dignidad de este mundo, me estoy estrangulando a mí mismo. Algo parecido debió sentir el oficial alemán que supo apreciar la desesperada interpretación al piano de Władek Szpilman, intentando sobrevivir —que narra la película El Pianista—, y le salvó la vida, salvando la belleza. Estamos conectados con el mundo y con los demás, también a través del sentimiento de la belleza. ¿Cómo podríamos llegar a sentirla, si no estuviera ya en nosotros?

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sábado, 9 de abril de 2016

¿Qué es esto?

¿Cuántas veces te ha pasado que sabes algo, que lo tienes en la punta de la mente, pero te faltan las palabras y las ideas? En este caso, plantéate si de verdad lo sabes, si lo comprendes realmente, cuando no puedes expresarlo con un mínimo de claridad. ¿Hay algo en tu vida que te importa muchísimo, pero no te ves con capacidad de decir lo que es? Lo sabes reconocer, pero no lo sabes definir.  ¿Y cuando te pones manos a la obra lo defines de un modo circular, poniendo simplemente un ejemplo, diciendo lo mismo con otras palabras, o bien confundiendo más que aclarando? “Moverse es no estar quieto”, “la justicia es lo que yo estoy haciendo”, “el bien es ser bueno”, “el hombre es un ser bípedo implume”. No parecen éstas definiciones muy satisfactorias. Lo sabes tú y lo saben unos niños y niñas de enseñanza primaria, con los que hemos disfrutado trabajando la definición socrática.
Si afirmo que una mesa es “un tablero apoyado sobre cuatro patas”, enseguida me replicarás diciendo que tu has visto mesas de tres, de dos y hasta de una sola pata, o me dirás que no todas las mesas son de madera. Y con toda la razón, pues la definición responde a la pregunta ¿qué es, en sí mismo, algo? Quiere esto decir que pretende dar con la esencia, con lo importante y decisivo de algo, aquello que no cambia de objeto en objeto, aquello que lo identifica con claridad y precisión, lo común o universal que engloba todos y cada uno de los casos particulares del mismo tipo.
Acudamos, una vez más, al campeón de las definiciones: Sócrates. Y no porque nos ofreciera —por lo menos, tal como se nos muestra en los diálogos platónicos— definiciones últimas y acabadas, sino porque nos legó unmétodo para alcanzar las mejores definiciones posibles cooperando unos con otros. Igual que les digo a los niños y niñas de primaria de los Colegios El Romeral y Los Olivos, de Vélez-Málaga, que les voy a contar dos historias de Sócrates, os lo cuento también a vosotros. La primera, que un día, Querofonte —allá por el siglo quinto antes de Cristo—, fue a preguntar al lugar más solvente de Grecia para conocer tu destino, el Oráculo de Apolo en Delfos, quién era el hombre más sabio de todos. Para su sorpresa, le respondió que era Sócrates, su amigo. De regreso, muy orgulloso, lo vemos enfilar el ágora ateniense ardiendo en deseos de contarle todo a su buen amigo. Sin embargo, no esperaba la reacción algo escéptica de éste: —¿Yo, el más sabio de todos? ¡No puede ser! De hecho, Sócrates se dedicó luego a tratar de refutar tamaña profecía, entrevistándose con aquellos personajes poderosos y famosos que se decía que eran gente muy sabia. A ellos se dirigía con la intención de aprender, y los interrogaba, más o menos de esta guisa: —¡Por Zeus! Me han dicho que sabes mucho de la justicia y del bien, ¿es posible que tú me puedas ilustrar? Y casi siempre ocurría que, si bien al principio, creían saber, más tarde, a través de las incisivas preguntas socráticas, iba quedando patente que no sabían tanto como creían saber; debían admitir, muchas veces a regañadientes o con una expresión bastante airada, su propia ignorancia. Conclusión que dicen que Sócrates extrajo de esta experiencia: —Si en algo soy más sabio, será en que admito mi propia ignorancia como punto de partida: “Sólo sé que no sé nada”. No hay mayor ignorante que aquel que cree saberlo todo, pues, por principio, está incapacitado para aprender y seguirá siendo un ignorante toda su vida.
La segunda historia se refiere a su madre: decía Sócrates que su oficio era como el de ella, que era partera. Ayudaba a dar a luz nuevas ideas en otras personas. Él solamente preguntaba. De hecho, no escribió nada. Por lo tanto, él nunca te diría lo que tienes que pensar, sino que, con sus preguntas, te ayudaría a encontrar por ti mismo tus propias respuestas. Porque tú ya sabes, sólo que no sabes que sabes. Y esto les pasa tanto a los niños como a los adultos. Muchas veces no sabemos por qué algo —una definición, en este caso—no puede ser así, pero lo sabemos. Las preguntas socráticas son un medio eficaz para ayudar en esta búsqueda. El trabajo cooperativo, no digamos: cada uno por separado no sabemos tanto, dudamos mucho, cometemos errores de bulto, pero la autocorrección que permite el diálogo y la discusión socráticos a través del grupo, es muy sorprendente. Extremadamente instructivo. Escucha con atención a estos niños y niñas. Compara sus definiciones con las que aparecen en el diccionario —como ellos hicieron, después de acabado el trabajo. Te sorprenderás. Si ellos han podido, ¡qué no podrás lograr tú, que eres adulto y más sabio! Ahora bien, tendrás que aprender a dialogar de veras, tendrás que aprender a cooperar con otras personas.
¿Sabías que la vida es un ciclo constante y que la muerte no es más que un paso a otra cosa? ¿Tendrías, entonces, que temer a la muerte, si ya has muerto muchas veces en la vida? Cada vez que has cambiado en algo…
La vida es un ciclo que tiene un rumbo y muchas fases que realizan las funciones vitales; es la realidad de los seres vivos, que pueden pensar, sentir o actuar.
¿Qué es morir? Cuando algo, o alguien, cambian de algún modo, es decir, es el final de una etapa, pero puede comenzar otra. 
 ¿Sabías que para amar hay que ser valientes, que los amigos se aman y que es necesario amarse a uno mismo? ¿Y que para amar no importa tanto el no ser correspondido?
El amor es un sentimiento abstracto de relación que transmite cariño y afecto (alegría y felicidad) hacia algo o alguien, entre seres vivos en pareja, relación familiar o de amistad, que va creciendo poco a poco.
El amor es un sentimiento en el fondo del corazón, de cariño, valentía, felicidad y amistad entre o hacia otros seres, o bien hacia uno mismo, en que tienes que aceptar el no ser correspondido.
 ¿Sabías que los amigos de verdad se aman tal como son?
La amistad es un sentimiento de relación, diversión, amor y alegría, que te llena de felicidad e ilusión, queriendo a alguien tal como es.
 ¿Te has preguntado alguna vez qué es todo lo que hay?
El Todo es aquello que nos rodea, que ha existido, que existe y que puede existir; las cosas del universo abierto e infinito, que podría verse, oírse o sentirse.
¿Y sabes qué es lo que en el fondo te da tanta vergüenza? ¿Sabías que sientes que tú estás en juego?
La vergüenza es un sentimiento que se produce cuando quedas en evidencia ante los demás o ante ti mismo, o bien, cuando quieres que la gente no note algo que te ha pasado, sintiendo miedo, alteración e inferioridad.
¿Sabías que se puede soñar tanto despierto como dormido? ¿Sabes de qué están hechos los sueños? ¿Eres dueño de tus propios sueños?
Soñar es pensar (despierto o dormido) imaginando el mundo de otra forma a partir del presente o del pasado, y a través de los deseos y las emociones, que a veces se realiza, juntándose en una historia fantástica o real, de la que eres más o menos dueño.

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martes, 29 de marzo de 2016

Sobre el machismo

Café Filosófico en Vélez-Málaga 7.6
11 de marzo de 2016, Cafetería Bentomiz, 17:30 horas.


¿Por qué hay machismo?


Queda confirmada la tendencia de los últimos cafés filosóficos, que giran en torno a cuestiones ético-sociales. La violencia de género, el acoso escolar, las dificultades de la convivencia… y ahora el machismo. Ya sabéis —los que habéis asistido más veces— que lo que hace filosófico a nuestro encuentro es la forma de producirse y no el contenido, que puede ser cualquiera que interese a los participantes. Tocar el tema de los géneros —y no digamos el machismo— suscita siempre grandes terremotos interiores y en esta ocasión tampoco nos hemos librado: una discusión a veces testaruda, a veces atropellada y cacofónica. Sin embargo, no quedó impedido el que los asistentes afinaran sus capacidades para señalar con lucidez el momento en que el machismo irrumpe socialmente, así como la mejor manera de superarlo, más allá de la habitual dicotomía machismo-feminismo, que nos atrapa y no nos suelta. No nos deja pensar por nosotros mismos; de lo que va un café filosófico.

jueves, 17 de marzo de 2016

Ir contra el sistema



¿Quieres ir contra el sistema establecido? ¿Sientes que es necesario? Es posible que sea algo de ti mismo, de lo que no estás muy satisfecho, contra lo que vas y frente a lo que te sitúas. Míralo bien. Cada cosa que te desquicia del exterior puede tener su traducción y correlato en tu interior. De lo contrario, eso no te exasperara tanto, ni te pusiera tan tenso y con la respuesta ya cargada: automático resorte, injusticia derribada. “-¿Cómo se puede decir/hacer eso? ¿No se está dando cuenta? Es increíble. Es abominable. No lo soporto más [y allá que voy]”. Haz un breve repaso, en un momento apropiado en que estés contigo junto a lo más profundo y verdadero de ti. ¿Cuándo sientes que te estás traicionando a ti mismo? Es posible que seas capaz de establecer algún tipo de conexión entre esto y lo que no soportas. A continuación, habrías de tratar de quererte un poco más a ti mismo, aceptándolo y comprendiéndolo amablemente en ti, eso que no soportas. Estarías poniendo la primera piedra para hacer lo que tengas que hacer, pero conscientemente.
“El nacimiento del rock and roll coincidió con mi adolescencia, mi entrada en la conciencia. Fue una verdadera conexión en ese momento y después. Aunque no pude permitirme fantasear racionalmente para hacer ese vínculo yo mismo. Supongo que todo ese tiempo estaba inconscientemente acumulando información y escuchando. Así que cuando por fin sucedió, mi subconsciente había preparado todo” (Jim Morrison, vocalista de The Doors).
Esto no significa que no estés en tu derecho de ir contra el imperante sistema social, político, normativo, institucional, sus usos y costumbres inactuales, inauténticas, desquiciadoras, autoaduladoras y endogámicas.Jim Morrison quiso ir contra el sistema, creó una música maravillosa y malogró su maravillosa vida a los 27 años consumiendo mucho alcohol y otras variadas drogas. Hacer aquello que está prohibido no significa necesariamente ir contra lo establecido. De hecho, hay todo un negocio montado alrededor de la huida y la evasión de nuestros problemas personales, alrededor del entretenimiento y de la diversión. El negocio con la necesidad contemporánea de evasión y de ocio: pero no habría tanta necesidad de ocio sin unos trabajos alienantes y forzados. El problema está en otra parte.
Es cierto: nuestro mundo es hipócrita, el trato justo no predomina en la mayoría de los sectores sociales de este planeta —ni nuestro trato con él lo es tampoco—, la maldad dicen que existe, que no es simplemente ignorancia o inconsciencia, el interés mercantilista anula todos los demás intereses —la producción abstracta de dinero acaba anulando todo lo demás—, la política no es la ciudadanía, la mediocridad se regocija en sí misma masificándose, estamos perdiendo el norte, pero necesitamos ponerle el título a una película… Hay muchas razones para indignarse. “Indignaos”. Rebélate contra el sistema. ¡Haz todo lo contrario! Sin embargo, hoy es lo radical y más revolucionario buscar la verdad, el bien y la justicia. Es revolucionario apreciar la belleza y señalar aquello que es digno de ser señalado, valioso por su intemporalidad. Hay valores universales y cualidades esenciales.
Imagina fraguar un negocio basado en la verdad, el bien y la solidaridad, ¡cuántos clientes no obtendría! Sería toda una novedad, que perdiéramos el miedo a ser utilizados, manipulados y engañados; que se cumpla lo que se  promete, que se haga compatible el beneficio con el respeto al cliente y al medioambiente, un equilibrio entre la ganancia y el precio. Después, introduce también la ética y la coherencia en la política. ¡Es lo más demandado por parte del pueblo! No entiendo cómo no se dan cuenta los que desean vivir de la profesión política. ¿Acaso son estúpidos? Les bastaría hacer un estudio de mercado… No obstante, todo esto lo estamos viendo aflorar a nuestro alrededor. Nos estamos reeducando paso a paso. Por ejemplo: la gente ya sabe que dialogar no es pactar, ceder y sacrificarse. Nadie siente eso cuando se pone de acuerdo con los demás para hacer lo que es mejor hacer.
Como todos, tú también verás las noticias. ¿Son la realidad? La realidad es todo lo que hay, pero las noticias no son todo lo que hay, todo lo que podría llegar a ser noticia. ¿De qué depende que algo sea una noticia? Pues depende de que sea noticiable. Y para que algo sea noticiable, ha de haber detrás un sujeto que valore. Si en nuestro entorno predomina el interés interesado, el morbo, el escándalo y la sobredimensión de todo lo habido y por haber…, qué podríamos esperar. Son las noticias que están. Pero el mundo está lleno de acontecimientos realmente dignos de ser una noticia, y no pasajera, por cierto. Y no por ser acontecimientos cotidianos, menos trascendentes; menos grandes y valiosos, por ser locales y pequeños. Lo corriente no es noticia en este mundo que hemos ido montando, sobre todo si es bondadoso y sincero, solidario y altruista. La intrahistoria no construye la historia con mayúsculas, ni aparece en los libros de texto ni en los noticiarios, ni siquiera en los registros de los archivos oficiales. Así lo percibió con claridad don Miguel de Unamuno. Son cosas pequeñas, baladíes. Dadas por supuestas y olvidadas. Pero, ¿qué nos podría venir, si se suman muchas cosas pequeñas? Si muchas voces anónimas gritan juntas, el mensaje adquiere un significado inmenso. ¿Podría cambiar la historia y la sociedad? Como poco, serían noticia. Y ya sabes que lo que es noticia, existe. Sin embargo, para contar lo que pasa de verdad, hay que vivirlo a fondo. Y si lo has vivido con intensidad y profundidad —y tú fueras periodista—  seguro que no serían noticia las mismas noticias. Mira el telediario: en el mundo, ¿sólo ocurren hechos luctuosos y desesperados? ¿No parecen invisibles la alegría y la esperanza? Sin embargo, cada día, hay mucha gente haciendo cosas muy valiosas.
Seamos revolucionarios. La valentía es una virtud, ponía como ejemplo Aristóteles. Y añadía: la virtud es el término medio entre dos extremos. ¡Pero eso no quiere decir que nos estuviera pidiendo caer en la mediocridad! No seas ni cobarde ni temerario, pero procura ser todo lo más valiente que puedas, siempre que puedas. En esto no hay límites para la virtud. Cuanto más te mantengas en el justo medio, a más valiente, mejor. Y así con las demás virtudes. La prudencia no tiene límites, ni la sensatez tampoco. Cuanto más prudente y más sensato, mejor has obrado. He aquí una vieja, y a la vez, nueva revolución: persigamos la virtud, esas cualidades excelentes de que disponemos por ser quienes somos. La virtud de un caballo —en este sentido griego, socrático— consiste en desarrollar su propia esencia de animal veloz y galopar raudo atravesando la llanura; para un violinista virtuoso, tocar magistralmente su violín; en fin, para un ser humano como tal, ser humano. La humanidad en nosotros es una continua apertura, es una incondicionalidad brillante, es una pura potencialidad libre y consciente. Desarrollar inmensamente nuestra capacidad de ser, de amar, de inteligencia y de felicidad, nos hace más humanos. Esto es lo auténticamente revolucionario. Porque no está de moda y abunda tantas veces lo opuesto. Y porque siempre ha estado ahí, dentro de ti, esperando que te dieras cuenta. La mejor manera de ir contra el sistema es ir a favor de lo que eres, desarrollando todas tus posibilidades.

Publicado en Homonosapiens