Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

miércoles, 9 de marzo de 2022

Sobre las guerras

 Café Filosófico en Torre del mar 1.2

03 de marzo de 2022, Taberna El Oasis, 18:00 horas


Guerra” en Sánscrito: desear más vacas (gavisti)


¿Por qué hay guerras?

Vayamos al fondo. ¿Por qué sigue habiendo guerras? ¿Será el afán de dominio, será el afán posesivo, será pura supervivencia ciega, será la desigualdad? ¿No habrá otro modo de mirarlo? ¿Somos así? ¿Hobbes o Rousseau, caben solamente? Si continúas leyendo este relato de lo acontecido en el segundo Café filosófico de Torre del Mar, en la agradable Taberna El Oasis, podrás dialogar con los participantes, aunque no estuvieras. Estamos en guerra. Nos preocupa la guerra. Reflexionemos sobre la guerra, mientras no sean irremediables sus consecuencias. Mientras tengamos esperanza, y siempre. Toda guerra conlleva una irreflexión, una mirada muy corta que se piensa total y correcta. Ay, el error: origen de nuestros sufrimientos, y el mayor de todos creer que ya sabemos...

Somos personalmente lo que hemos desarrollado. Toda cualidad no es más que una potencialidad que puede actualizarse en algún grado. ¿Cómo has notado tú esto? ¿Hay alguna cualidad que hayas llegado a desarrollar, conscientemente? De joven era muy tímida, y después he hecho teatro; en mi caso, he desarrollado la paciencia, mi pensamiento de ahora: ya llegará; yo no he desarrollado nada en especial, más bien todo, por ejemplo en el amor; yo gritaba mucho y he aprendido a escuchar; yo también me siento cada vez más madura en el amor; yo he desarrollado la expresión de mis sentimientos; yo me he desarrollado en el trato con mi madre, ya la comprendo más; yo no he desarrollado nada, ni siquiera soy capaz de expresarme... Pero, hoy, ahora mismo, ¿te estás expresando?, pregunta el moderador. Sí. Toma nota pues, tú también, de tus avances conscientes en el vivir mejor.

Nos preguntábamos: ¿por qué hay guerras? Los participantes en este encuentro te ofrecen tres hipótesis: a) un irrefrenable afán de poder o dominio; b) la desigualdad, que no es lo mismo que la existencia de las diferencias; c) el afán posesivo de los intereses económicos, poseer territorios o recursos (de ahí que algunos clásicos como Platón o Karl Marx, prefieran abolir la propiedad privada, origen de tantos males, según ellos). En el fondo, pensaba un participante, es la supervivencia, la que se juega siempre... Pero, sobrevivir, se puede sobrevivir de diversos modos, incluidos la colaboración y el altruismo, replicaron otros. Y, el moderador continúa por este derrotero, que habían iniciado los propios asistentes: de esos tres modos de justificar las guerras, ¿cuál pondríais en la base? Una breve discusión les lleva al afán de dominio. Si bien es cierto que podrían haber seguido otro sendero de exploración: el de la desigualdad. Pero, caminar por aquí, quedó para otro día...

Analicemos dicho afán de dominio. ¿De dónde nos viene? Y emergieron las posiciones clásicas: es aprendido, es innato. Una maestra con bastante experiencia, allí presente, tenía muy claro que el afán competitivo y posesivo les iba llegando a los niños con los años y las influencias externas. Pero no estaba claro... Hobbes (“el hombre es un lobo para el hombre”) y Rousseau (“el hombre es bueno por naturaleza”) estuvieron allí aquella tarde y pugnaron con fuerza. Aunque, los asistentes los pusieron en su sitio: hay mucha variación individual (en unos seres humanos puede estar más presente que en otros lo instintivo o innato), porque se trata de una tendencia individual educable. Y aparece en el escenario una de las guerras, la actual invasión de Ucrania. ¡Y aparece el afán de dominio, como posible explicación! ¡Pero ocurre siempre, a nivel mundial! Dicen los participantes que siempre está presente... claro que, si es una tendencia educable, mucho dependerá de hacia dónde se dirija o cómo se expresa esa lucha por el poder y poseer y dominar, para que produzca sufrimiento o daño con una intensidad determinada. Por esto cabe preguntar: ¿están bien educadas nuestras sociedades? Sabiendo que no hay una educación neutra... como apostilló un participante, apoyándose en Foucault.

Ahora bien, a estas alturas de la historia humana tenemos claro los valores fundamentales, que nunca son plenamente universales, pero que pueden irse afinando y ampliando, más allá de cualquier cultura particular, con sus valores y costumbres propios. ¿Podremos ir educándonos, también, más allá del afán de dominio de unos seres humanos sobre otros? Nos les preocupa tanto a los asistentes la educación en general, que es un proceso largo y tenaz, sino más bien esto: ¿están bien educados nuestros dirigentes? ¿Qué les mueve para estar en, o perseguir, el poder? A la altura de este siglo XXI hay mucha más conciencia de los desastres de la guerra. En las poblaciones, sin duda, pero, ¿y en nuestros gobernantes? Grandes dudas asaltan a los participantes.

Finaliza el diálogo con una esperanza: que las poblaciones hayamos aprendido y esto prevalezca, o que, si a algunos dirigentes les mueve la posesión y el dominio (la propia ignorancia de sí mismos, en el fondo), que no sea así para el grueso de la población. Ante un Putin cualquiera, esto es lo que nos queda. Esta esperanza. Todavía los pueblos no han tomado conciencia de la poderosa fuerza que poseen unidos, y de su creatividad para afrontar nuevos retos. Vendrá con plenitud, cuando hayamos tomado conciencia de que ni uno solo de los problemas de la humanidad en el planeta dejará de ser nuestro problema, y cuando seamos capaces de orientar nuestras capacidades hacia el bien común, hacia una mayor consciencia, cuando capaces de apreciar la armonía del mundo y su belleza en nosotros mismos. Nada de lo humano me es ajeno

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