Café Filosófico Almenara 4/2
(25 de marzo de 2011, Sala de Biblioteca, 17:30 horas)
¿Cuál es el sentido de la vida?
"Dice Cicerón que filosofar no es otra cosa que prepararse para morir. Esto es así porque el estudio y la meditación detraen en cierta medida nuestra alma y, llevándola fuera de nosotros, la fecundan, dejando aparte el cuerpo, lo que a su modo resulta un aprendizaje a semejanza de la muerte; o bien es porque toda la sabiduría y el discurso sobre el mundo se resuelve y acaba en este punto: el enseñarnos a no temer a la muerte” (Michel de Montaigne, Ensayos).
Vivimos tiempos convulsos en un escenario globalizado, lo que hace que nos hayamos vuelto especialmente sensibles. Como nuestro mundo ahora es mucho más amplio y lo lejano resulta cada vez más cercano, no podemos evitar sentirnos afectados por tantas dificultades y tantos agravios que en él se producen cada día. Bueno era entonces que, si el mundo está como está, intentáramos comenzar nuestro encuentro filosófico inoculando a la reunión una dosis de espíritu positivo. Y lo curioso fue que, ante la propuesta del moderador a cada uno de los participantes de que señalasen “algo que me gusta del mundo en que vivo”, se pudo observar la dificultad que había en tal intento. Costaba un poco de trabajo enfatizar algo que me gusta del mundo en que vivo. ¿Tantas cosas van tan mal? ¿O es que nos hemos acomodado demasiado en la desesperanza o el conformismo? El ejercicio prometía, pues parece que nos hace falta aprender a apreciar lo que tenemos -que nunca es tan poco-, a valorar lo que hemos logrado -pues también ha habido logros- que es el trampolín para tomar impulso y luchar por ir mejorando lo que peor nos vaya.
Y sí que había cosas que nos gustaran especialmente del mundo en que vivimos. ¿No es maravilloso lo que tiene de imprevisible? Entre otras cosas, por eso estábamos juntos allí, para ver qué nos deparaba el encuentro. Y no me digáis que no es valiosa la certeza, que tenemos por experiencias pasadas, de que siempre hay salida, siempre surge algo que te anima y te ayuda a seguir adelante. ¿Y compartir esta vida con otros seres humanos que también están dispuestos a aprender? Quizás no todos, ni siempre todos, pero haberlos haylos. ¿No estábamos allí también para eso? Que la vida esté llena de gente con la que compartir la vida es mucho. ¿Y la salud, cuando disfrutamos de ese estado? Podemos tener achaques y molestias, o enfermedades, pero, ¿a que esto no se da siempre? Es importante recordar de vez en cuando estas cosas básicas. También somos solidarios, no siempre, pero no deja de asombrarnos cada vez que se produce. La entrega de un ser humano a otro no tiene precio. Y recordemos en los momentos más bajos que siempre están ahí como mínimo la familia -o al menos alguna parte de ella- y los amigos –no nos hacen falta tantos-. Se dice que los seres humanos buscamos respuestas, aunque no siempre las encontramos, pero, ¿quién nos quita el placer de hacer preguntas? Nadie nos puede quitar eso. En estos tiempos es frecuente la queja de que, en ocasiones, la gente valora sólo lo exterior, pero es sano recordar que no siempre es así, que también se mira el interior de las personas. Y así se fue desgranando una buena cosecha de satisfacciones del vivir de hoy día.
Los temas que salieron a la palestra eran los temas que correspondían al ramillete de personas que componían la reunión. Catorce personas dispuestas a tratar determinadas cuestiones inmediatas o mediatas, pero que no podían ser otras que las que le iban al momento único que les congregaba. La intervención militar en Libia y, en general, la cuestión de si puede haber guerras justificadas; el sentido de la vida, tema que ya sabéis que fue el que más sedujo a los participantes; las relaciones humanas y, por último, un cuestionamiento del altruismo, éste último tema fue el segundo más deseado. Así pues: ¿Qué significa el sentido? ¿Tiene sentido la vida? ¿El sentido de la vida es único, o puede haber varios? Preguntas, por ese orden, que debían guiarnos en nuestra búsqueda del sentido de la vida.
¿Cuál es el sentido de la vida? Primero, habría que saber, apuntan estos expertos en la vida, que cuando se busca el sentido se busca una finalidad a la que se oriente la vida. Que necesitamos adquirir conocimiento para que dicho sentido aflore. Pero que la vida tiene un sentido ahora, antes de la muerte. Lo que quiere decir que el grupo que se reunió allí, aquella tarde en la biblioteca del IES Almenara, no estaba dispuesto a conceder ninguna clase de abono al nihilismo. Constructivos y vitalistas se iban mostrando. ¿Había sido fértil, entonces, el ejercicio filosófico preliminar? Eso parecía al menos, si es que no venían ya con esa actitud. Recordemos la juventud que estaba allí presente, bien sea por su edad (había alumnado de la ESO, hasta de tercer curso), o bien sea por su espíritu juvenil. Y tomaron el problema por donde más daño hacía, lo más opuesto aparentemente a la vida, la muerte. Porque el sentido de la vida puede cobrarse si uno es una persona que logra morirse a gusto, dijeron muy clarito.
Por otro lado, esta paradoja del vivir que es el vivir para morirse, pero que tiene más sentido si consigues morirte satisfecho de tu vida, cada uno la lleva como puede. Y está claro que el sentido siempre ha de ser subjetivo: cada uno encuentra el sentido a su vida, y no puede ser de otra manera. ¿Hay que llevar a cabo esta tarea como si fuese una contrarreloj? ¿Con prisas? La vida es urgencia, es cierto, pero es muy importante -insisten nuestros expertos en el vivir, puesto que viven-, aprender a aprovechar los momentos que nos brinda. Cada momento. El instante de cada momento, siempre único, siempre nuevo, lo único que de verdad tenemos, pero que no tiene que agobiarnos como si luchásemos contra nosotros mismos. Es mejor hacerlo sin prisas, con orden, sin desesperaciones. Aunque tampoco hay que caer en la dejadez de “la calle del luego que te lleva a la plaza del nunca”. Ni vivimos tanto, ni vivimos tan poco. Ya me entendéis.
¿Y qué pasa con aquél que no encuentra mínimamente un sentido? Pues que tendríamos terreno abonado para la enfermedad. La depresión, sin ir más lejos, patología tan propia de nuestro tiempo. (Ya os advertí que tratábamos con expertos). Y, por el contrario, un afortunado sería el que encontrase dicho sentido. Se apunta acto seguido que es posible que sea el sentido el que te encuentre a ti, un don que puedes recibir o no recibir. Así que, por eso se dijo que las prisas eran malas consejeras, en este asunto como en tantos otros importantes. Pero tú busca, sin agobios pero busca, que el que busca encuentra. Algo hallará. ¿Y por qué a algunos les cuesta más trabajo que a otros? No aprovechan bien sus momentos, se responde. Dos hipótesis: el egoísmo y la pereza. Se centró la discusión en el egoísmo, que era lo menos obvio.
¿De qué manera uno puede ser un obstáculo para sí mismo, en la búsqueda del sentido? No porque no tengas que encontrarlo tú mismo tu propio sentido, claro que no. Es que aparece con frecuencia un egoísmo superlativo, ese egoísmo prepotente, que es el peligroso. Y, a continuación, nos regalan los asistentes a la reunión una guía básica para todo el que le interese la cuestión. Lo primero, no olvides que el conocimiento te ayuda a encontrar el sentido, pero no cualquier conocimiento, el más preciado es el conocimiento de mí mismo. Así sabrás de tus límites y de tus posibilidades. ¿Y cómo puedes reconocer tus límites? Poniéndote a prueba a ti mismo. Hay que lanzarse y descubrirse a uno mismo. Esta no es, sin embargo, una tarea solitaria. En el camino te ayudan los demás. Tratando con los demás lograrás mejor tu empeño. Y si te pruebas a ti mismo sucesivamente, esto te permitirá ir desplazando tus limitaciones, y de esta manera éstas serán menos restrictivas para ti.
No hay que olvidar, y se cita, el conocido dicho aristotélico que relaciona el valor de un éxito con el grado de esfuerzo que se ha invertido en ello. Creo que dice así: “la virtud, como el arte, se consagra constantemente a lo que es difícil de hacer, y cuanto más dura es la tarea más brillante es el éxito”. Y se comprueba esta tesis. ¿No hay cosas importantes que están contigo y que no te hayan supuesto demasiado esfuerzo? La vida misma, por ejemplo, se te ha regalado, y tu familia, si la amas, también. De todos modos, ya sean retos impuestos por otros, ya sean autoimpuestos, que no suelen ser tan trabajosos, este paréntesis aristotélico no distrae de acabar el diálogo insistiendo en la relevancia de proponernos retos, lo que nos ayudará a aprender a superar obstáculos… que nos anime en la búsqueda del sentido de nuestra vida. Ya que, quizás, la vida tenga menos sentido si no estás implicado en ella, si no la amas; sin amar, porque de ello puede que dependan tus ganas de vivir, tu motivación para hacerte uno con la vida de modo que puedas encontrar el mejor sentido a la vida de que seas capaz y, como se dijo, de “morirte a gusto”.
Y se dio por finalizado el encuentro. La hora y media que duró aproximadamente se hizo corta, pero era tarde y al moderador se le notaba ya algo cansado. Antes, sin embargo, se sugirió un posible foco de interés para otro día, en torno a la utilidad de la política y los políticos.
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