Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

jueves, 16 de agosto de 2012

Sobre la justicia


 

Café filosófico Castro 3.1

Biblioteca Municipal de Castro del Río, 1 de marzo de 2012, a las 19:00 horas.


¿Podemos saber qué es la justicia?

El primer encuentro de la temporada había sido tan esperado por su propiciador como por los participantes habituales del mismo. Recordad, un encuentro filosófico por su contenido y por su forma, o más bien por lo segundo. Un ritual en el que la filosofía de todos los tiempos es actualizada y revitalizada gracias a la conciencia de sí mismos y del mundo en que viven, que es capaz de otorgar a aquellos a los que allí convoca. Recuperada la salud, satisfechas las necesidades más básicas, estaban dispuestos para esa otra necesidad de segundo grado que hemos dicho, sin la que no podemos llegar a ser humanos en toda su plenitud.

Aristocles, el de anchas espaldas, más conocido como Platón, no podía imaginar que aquella tarde estaría en el candelero, que allí aquel grupo de personas, entre los que se encontraba el concejal de cultura de la localidad (pronto nuestra reunión propició que dejara de serlo y fuera un ciudadano más), lo señalarían, a Platón, tomando como tema de discusión su muy querida concepción de la justicia. Pues todo el rato estarían con/contra Platón. Antes, sin embargo, deberíais saber cómo llegó la cosa a ese punto en que hablaron de la justicia y no tuvieron reparos en utilizar al pobre Platón tanto como una fuente de ideas, como un campo de minas que hacer estallar. El moderador quiso romper el hielo de la discusión (que presentaba, de todo modos, una finísima capa que romper) pidiendo a los intervinientes que refirieran “alguna verdad que se les hubiera caído de la manos últimamente y se les hubiera hecho trizas”. ¿Se nos ha caído alguna verdad últimamente? Lo que más: la integridad de algunas personas (o algunos personajes, habría que decir), la amistad de algunas otras…, pero fue la justicia, de la que costaba trabajo recoger los trozos que hoy día va dejando esparcidos por los suelos.

¿Qué es la justicia? ¿Es ciega, como se autoproclama, la justicia? ¿Es una siempre la misma, o es interpretable y está hecha añicos en el mundo en que vivimos? En definitiva, ¿podemos llegar a saber lo que es la justicia? Para procurar que no sea tan interpretable, la reunión propone la necesidad de que las leyes estén bien formuladas. Pero, ¿es posible formularlas perfectamente? Para que no se produzcan abusos, para que recoja todos los casos de la realidad. Difícilmente se puede prever todo, incluido lo que todavía no existe. Imposible no interpretar, aunque mejor que sea menos que más. Continúa la discusión. ¿Puede haber leyes injustas, aunque estén bien formuladas, con toda la claridad posible? Y se responde con el socorrido recurso del “depende”. Pero se somete a prueba. Depende del contexto social e histórico. De entre los casos que se enuncian para su análisis, se selecciona el cuarto mediante el voto de la mayoría: la pena de muerte, el aborto, la homosexualidad y la esclavitud. El que una persona pueda ser propiedad de otra, actualmente es ilegal y universalmente repudiado, pero sabemos que no siempre ha sido así. ¿Por qué ha cambiado de significado? Aunque al principio no se entendía bien la pregunta del moderador, por fin, buscan juntos causas de dicho cambio histórico tan radical. Han ido cambiando las leyes sobre la esclavitud porque ha ido cambiando su consideración social y política. Se ha producido una evolución moral y hemos aprendido de pasados desastres civilizatorios.

En ese caso, ¿en qué condiciones cambian las leyes y son más justas? Dicen ellos algo así como que  siempre hay una pugna entre las pretensiones del poder por conservarse y las exigencias de las gentes para vivir en una sociedad justa, y que cuando esto último predomina,  se considera justo aquello que la mayoría así lo decida. ¿Y cómo se decide? Cuando no es impuesta una ley, ¿en base a qué se decreta que es justa? Este punto de la discusión remite a los participantes a la otra pregunta inicial, que no se había tratado hasta el momento: ¿qué es la justicia? La definición, el concepto de justicia. Y, en este nivel de discurso situados, la justicia ¡sí que es ciega!, la justicia ¡no es interpretable! Por tanto ya habíamos llegado a algo muy interesante: se había respondido a dos de las tres preguntas iniciales. La justicia de hecho no es ciega y es interpretable, pero la justicia en sí misma (ahí aparecía con toda su fuerza el pensamiento platónico), es ciega y no es interpretable.

Por consiguiente, se produjo un viraje radical de la nave de nuestro pensamiento. ¿Qué es la justicia, más allá de la justicia? Más allá de la justicia mundana, podríamos decir. Platón se sentía a sus anchas. La noción de justicia tiene un componente innato, que intuimos, que está en nosotros dormida, pero que la educación y el diálogo con los otros puede progresivamente puede hacer aflorar. Ahora bien, ha de ser una buena educación, una educación que oriente adecuadamente el alma del ser humano para que no se despiste sin remedio. Eso está muy bien, pero cómo sabemos que hemos dado con la definición correcta de justicia, cuándo lo podemos saber. ¿Qué es la justicia? Respuesta del grupo de personas allí reunidas aquella tarde: no sabemos. Ante lo cual lector, te parecerá que te dejan muy lejos de lo que buscábamos. O, quizás más cerca de lo que tú crees.

Tomemos un punto de referencia para tratar de salir del aprieto: pensemos en la cuestión todavía más peliaguda del sentido de mi vida. Lo que valga para esto, podría valer mejor para lo otro. ¿Puedo yo saber, aquí y ahora, cuál es el sentido de mi vida? Que levante la mano quien así lo asegure. Realmente, si lo piensas bien, si lo descubres, lo harás al final. Así pues, quizás estés de acuerdo, tú que estás leyendo esta crónica, en que el sentido de tu vida constituye una búsqueda, como tantas otras búsquedas humanas: la verdad, la libertad… ¡la justicia! Así pues, ¿qué hemos hecho hoy juntos? La respuesta es bien sencilla. ¿La sabes? Hemos buscado la justicia. Hemos sido más conscientes. ¿Te parece poca cosa?

Con ayuda de uno de los participantes, en concreto el concejal de cultura, estudiante de derecho (mira tú por donde), se planteó finalmente una situación de lo más prometedora, de lo más esclarecedora. Ante un mismo proceso instructor, dos jueces ¿siempre llegarían al mismo veredicto? Quizás no siempre. Lección que se aprende, que no es la escéptica “todo vale”, ni tampoco la dogmática, como si dictar sentencia, decidir justamente, fuera como aplicar la tabla de multiplicar: ni la justicia es una, única justicia (contra Platón), ni cualquier forma de justicia es posible (con Platón). ¿Vale?

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