Hace mucho, pero que mucho tiempo, los seres humanos
no eran como son ahora. Había tres géneros de personas, uno masculino y otro
femenino, pero había también un tercer género que era común a estos dos. Aunque
ya ha desaparecido, nos queda todavía su nombre: andrógino, pues
compartía la forma y el nombre de ambos géneros, el masculino y el femenino. Un
nombre que ya no gusta mucho recordar. Además, la forma de cada persona era
redonda, con la espalda y los costados en círculo; tenían cuatro manos e igual
número de piernas que de manos, dos caras perfectamente iguales sobre un cuello
circular, que formaban una sola cabeza mirando en direcciones opuestas, con
cuatro orejas, dos órganos sexuales y todo lo demás como uno puede imaginarse
según lo dicho hasta este momento. Caminaban también derechos como ahora, en
cualquiera de las dos direcciones que quisieran. Y cuando deseaban correr
velozmente, hacían como los acróbatas, que dan volteretas circulares hasta
quedar de pie; y así marchaban rápidamente haciendo girar sus ocho piernas en
círculo. Los géneros de personas eran tres porque lo masculino era
originariamente descendiente del sol, lo femenino de la tierra y de la luna el
que participaba de ambos géneros, pues la luna también participa de ambos
astros.
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