Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

domingo, 31 de diciembre de 2023

¿Cómo acceder a lo sagrado?


Sobre lo sagrado

Café Filosófico en Vélez-Málaga 14.3

05 de diciembre de 2023, Sociedad “La Peña”, 18:00 horas


Uno no debe sentir una pueril repugnancia al examen de los animales más sencillos pues en todos los seres naturales hay algo de maravilloso. Así como Heráclito –según cuentan– invitó a a pasar a unos visitantes extranjeros, que se detuvieron al verlo calentarse junto a un horno, diciendo «aquí también hay dioses» así mismo debemos acercarnos sin reparos a la exploración de cada animal, pues en todos hay algo de natural y hermoso.

Aristóteles, De las partes de los animales


¿Cómo acceder a lo sagrado?

¿Es posible tratar de lo sagrado sin reducirlo a lo religioso? Y cabrían otros lugares comunes... ¿Es posible que la dimensión de lo sagrado sea accesible a todos, incluso a los que dicen que son (o se dicen a sí mismos que son) ateos? Según la RAE, lo sagrado es objeto de veneración y de respeto, y bien, todos los seres humanos poseen la capacidad para estimar lo sagrado, algo digno de veneración o respeto. Sin embargo, nuestro mundo contemporáneo parece haberse desacralizado, quizás fruto de esa reducción que apuntábamos al principio. Veamos lo que nuestros participantes pueden decirnos pensando juntos de veras sobre ello, yendo a la raíz, en este caso, de lo sagrado. Curiosamente, en la Plaza de las Carmelitas, a la que da nuestro lugar de reunión, la Sociedad La Peña de Vélez, se oía a lo lejos el bullicio de algunos rituales pre-navideños. Buena ocasión para hablar de lo sagrado de una manera, en lo posible, lo más auténticamente posible.

Esta vez, el preámbulo del café filosófico giró en torno a la distinción muy antigua, muy griega, muy humana, entre la diferencia o diversidad de los seres y la semejanza o unidad entre los seres. Es muy fácil fijarse en las diferencias de los seres de este mundo (biológicas, culturales, sociales individuales...), pero una mirada más atenta también puede ir descubriendo que muchos de los seres comparten semejanzas, algo común o, en algún grado, universal. Y, hablando en términos humanos, pregunta el moderador: ¿qué es eso que nos une a todos los seres humanos, en lo que nos asemejamos, que nos hace semejantes? Pero, se trata de conectar con aquello que hayas podido experimentar en primera persona, de un modo muy especial. Por ejemplo, Aristóteles nos transmitió que “todos los hombres buscan ser felices”, aunque, cada uno y cada una lo haga a su manera, de diversas maneras, a veces, incluso aparentemente contradictorias. Esta pregunta por lo común, o lo que nos une, es crucial en nuestro tiempo: necesitamos esta perspectiva de lo común nada menos que para dialogar, y para entendernos... y ya se sabe cuáles son las alternativas actuales a la ausencia de (o la incapacidad para) el diálogo, que a menudo sufrimos. Y he aquí eso común entre nosotros que solemos obviar, según ellos y ellas: el querer vivir bien, la necesidad de vincularse, la aspiración a ser mejor, la búsqueda de compañía o la amistad, interactuar, compartir, nuestra capacidad, más o menos dormida, para ponerse en el lugar del otro, el amor, la entrega, la capacidad para la comprensión de lo diferente, sin olvidar que el ser humano es, de por sí, flexible y siempre podemos llegar a ser de otra manera y, finalmente, compartimos la capacidad para lo sagrado, en la que el grupo quiso, a continuación, profundizar.

Lo sagrado. ¿Qué es lo sagrado? ¿Por qué algo es sagrado? ¿Cómo podemos conectar con lo sagrado? Y, enseguida, se propuso una hipótesis de trabajo: lo sagrado no es algo exterior o lejano a nosotros, sino que lo sagrado es una dimensión de lo humano. Para poder comprobarlo, el animador del encuentro propuso el recurso a alguna experiencia profunda con lo sagrado. Analizando estas experiencias podríamos indicar algunos componentes de la esencia de lo sagrado. Veremos. Y así se procedió. Desde las diferentes experiencias iban emergiendo, desde cada una, lo común a todas ellas: el cuidado, la unidad, la alegría, la belleza, la quietud, el amor... Lo sagrado, pues, tendría que ver con todo eso. (Y mirad que no difieren mucho de eso que buscábamos anteriormente como lo semejante o común entre nosotros; ¿será esto lo sagrado en nosotros?). Lo sagrado llama al cuidado, lo sagrado te conecta con algo uno, lo sagrado lleva a sentir la plenitud, la belleza, tu conexión con lo sagrado produce una quietud dentro y una armonía con lo exterior. Compruébalo a partir de tu propia experiencia, a ver
si lo sagrado no te sitúa en algo de todo eso... Porque, efectivamente, la experiencia con lo sagrado, que es también en su esencia sagrada, no se puede explicar, sino que tendría que experimentarse. Ahí estriba la dificultad y su grandeza. No puede explicarse, pero puede notarse, pues te transforma y produce una transformación a tu alrededor. Tú te lo notas y puede que se te note, sin aspavientos. Esto te dicen los participantes, para que seas más consciente, cuando lo experimentes.

Pero la cuestión que más intrigaba a los participantes era cómo poder acceder a lo sagrado. ¿Hará falta aislarse? En absoluto, nos dicen. El acceso a lo sagrado es interior y no hace falta viajar hasta el Tíbet o recluirse en un monasterio. Puede partir de un profundo anhelo de armonía o puede sobrevenir escuchado música con atención y de un modo inmersivo. Pero casi siempre surge de una demanda interior que solicita de uno mismo darle cauce. Escucharla. Su inundación produce en nosotros ese tipo de efectos o o respuestas que más arriba, ellos y ellas, desgranaron: cuidado, autocuidado, unión, vida, belleza, alegría, quietud, amor... Así se vive lo sagrado. En lo cotidiano; no hay que irse muy lejos, como se ha dicho. En dicha experiencia se anclan las diferentes formas exteriores de expresión de lo sagrado, ya sea en un contexto religioso o no religioso. Pues, todo lo existente o vivo en sí mismo es sagrado si, desde ahí, desde la conciencia de lo sagrado, miramos y nos miramos. ¡Salud para apreciarlo este nuevo año 2024! Nos hace mucha falta...

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