Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

sábado, 19 de febrero de 2011

Indignez-vous!

Nuestro encuentro filosófico en Castro, del día 16 de febrero de 2011, fue esta vez filosófico por el compromiso que los participantes manifestaron. Mucho más filosófico por el contenido que por la forma. La filosofía, como toda actividad humana, es acción cuando reflexiona y se compromete con preguntas que nos afectan. Da igual que sea leyendo un libro, tomando café con los compañeros de trabajo, asistiendo a una clase, o bien, como ocurrió ese día, al hilo de la actualidad y de las preocupaciones que se suscitan hoy, que se dan en el mundo pero que se viven en persona. Esta vez fue atípico el Café filosófico y no hubo tema, ni dirección ortodoxa del debate filosófico, pero, al hilo de los deseos mejores para este año, fueron surgiendo esperanzas a partir de las preocupaciones que nos tienen cogidos en el tiempo presente.

“Los que poseen más poder para cambiar las cosas ven lo que hace falta, pero no lo hacen porque no les interesa”.

Una de las participantes más veteranas de nuestro encuentro llegó un poco más tarde, pero enseguida entrevió el fondo de nuestra discusión: EL MIEDO AL CAMBIO. Puesto que estamos en época de crisis (en plural), estamos en época de cambios, que es lo que significa originariamente una crisis, algo que acaba y algo que comienza y que pugnan, bien por mantenerse, bien por aflorar (lo que pasa es que en nuestro caso ya llevamos muchas décadas de crisis, desde el siglo pasado). Y era que se empezó hablando de lo que podemos hacer nosotros, se puso el ejemplo de las revoluciones actuales en algunos países árabes, se propuso para someter a examen el significado que podrían tener tales revoluciones (en marcha) de estos días, y se notaba un poco el miedo: si puede desestabilizar la zona, si dependemos demasiado del petróleo… Pero, realmente ¿sería un mal para nosotros que nos viéramos forzados a no depender del petróleo? Deseamos sobrevivir cada día de la mejor manera posible, deseamos salir de la crisis económica, pero, ¿no se da aquí también una buena oportunidad para cambiar? A ver: nos interesa lo nuestro y lo que nos atañe directamente, salvarnos nosotros con los nuestros, pero, de verdad, ¿nos salvaremos si no se salvan también los demás? Un cambio se necesita, y quizás puede que sea más provechoso comenzar por mirar a los intereses generales (que me incluyen a mí) y mirar el largo plazo (que me afectará en el corto plazo cuando se vaya acercando mi futuro o el de mis hijos).

Y si a “ellos” (esos poderes... ) no les interesa, ¿qué pasa si nos interesa a muchos muchos de nosotros? Cada uno tenemos problemas diferentes, y más todavía si somos de regiones y de culturas diferentes, pero quizás sea el momento, no de tener en cuenta sólo lo que a mi me interesa o me preocupa, que siempre será diferente, sino de tomar conciencia, fuertemente, de que a todos nos preocupa algo que no marcha bien. Que desde nuestra perspectiva personal, nacional, de edad o de género, TODOS tenemos motivos para INDIGNARNOS. De esta actualísima  y novedosa toma de conciencia es respecto de la que se están constituyendo en modelo países como Túnez o Egipto (y sigue), en un ejemplo de trascendencia histórica.

Y qué pasa con nosotros, los que estamos en países que se supone que hemos conquistado algunas libertades y algunos derechos (pero que hay que resistirse a no perder, y de esto depende que no los perdamos, puesto que su disfrute siempre ha sido una conquista, no algo ya dado de antemano). Qué pasa, en estos lugares en donde se supone que tenemos más información, más formación, más medios, más tradición democrática, ¿es que no tenemos razones para indignarnos, con todo lo está pasando y lo que nos está cayendo encima, desde el punto de vista social y económico?

Recomendamos la lectura de este alegato contra la indiferencia y el conformismo, que se acaba de publicar en nuestro país, después de haberse difundido tanto en Francia y de haber despertado, quizás, de su somnolencia a muchos como nosotros: Indignez-vous!, de Stéphane Hessel. Tiene 93 años, ha participado en la resistencia contra el nazismo y en la redacción de la Declaración de los Derechos Humanos y nos propone seguir resistiendo e ir renovando los motivos de la resistencia no violenta, la más eficaz y la más humana. Un recordatorio muy necesario y muy edificante de Stéphane Hessel, quien nos hace este llamamiento:

“Os deseo a todos, a cada uno de vosotros, que tengáis vuestro motivo de indignación. Es algo precioso. Cuando algo nos indigna, como a mí me indignó el nazismo, nos volvemos militantes, fuertes y comprometidos”

“A los jóvenes, les digo: mirad alrededor de vosotros, encontraréis temas que justifiquen vuestra indignación (…). Encontraréis situaciones concretas que os empujarán a llevar a cabo una acción ciudadana de importancia. ¡Buscad y encontraréis!”

“Crear es resistir, resistir en crear”.

Estaremos atentos a los signos de este posible despertar.

2 comentarios:

  1. Creo que la indignación calienta el espíritu, pero nubla el juicio. La indignación es el motor, pero la dirección del vehículo debe estar en otro lugar, si no queremos estrellarnos. La indignación lleva al linchamiento; la razón nos conduce a un juicio, si no justo, al menos con pretensiones de serlo. Hay que refrenar el caballo irascible de ese carro alado.

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  2. Gracias, Guillermo, por tus comentarios.

    Perfectamente. Es lo que necesitamos un poco ahora contra la apatía, el conformismo y la queja en privado o en pequeño grupo. La indignación compartida, aunque sea por motivos diferentes, como señala Stéphane Hessel, es la espuela del caballo. Politizarnos un poco (en el sentido antiguo de politica -ciudadanía inquieta, interesada y participativa-, no de la de ahora), para exigir juntos algunos cambios, en la forma de hacer política, en la forma de hacer economía... Si ahora falta esta sensibilidad en nuestros países, es bueno indignarse juntos, como principio. No como final, está claro. Si hubiera mucho de esto, entonces habría que tirar un poco de las riendas del caballo para que no se desbocase. Justo medio (Aristóteles), equilibrio, sensatez siempre. Pero sí que hay que despertar colectivamente. Los fines están claros, los medios, los que se están empleando todavía en estas revoluciones que están en ciernes en el mundo islámico, la resistencia no violenta. Ha dado frutos desde Gandhi.

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