Café filosófico Almenara 4.2
30 de noviembre de 2012, Sala de biblioteca, 17:00 horas.
30 de noviembre de 2012, Sala de biblioteca, 17:00 horas.
¿Por qué a veces no somos como queremos ser?
¿Qué
he aprendido yo últimamente? Es bueno que, de vez en cuando, me lo plantee. Que
examine mi vida y vea si algo ha cambiado y, si ha sido a mejor, en qué me ha
ido mejor, y si ha sido a peor, cómo puedo hacerla mejor. Es un ejercicio que
los antiguos sabios de ahora solían practicar y que no tiene que pasar de moda,
pues los beneficios que trae consigo son tan útiles para ti como para mí. Lo
llamaban examen de conciencia y estaba ya inventado desde siempre, antes
de la era cristiana.
Por
otro lado, este cronista es consciente de que han pasado ya algunas semanas
desde la celebración del segundo café filosófico de la temporada, y de que
algunas cosas que se dijeron yacen escondidas en la nebulosa de la memoria,
pero no dudéis que otras las tiene muy frescas y muy claras, como si se
hubieran pronunciado ayer mismo. Se centrará en éstas y las demás las componéis
vosotros que estuvisteis allí. Erais diecisiete personas y es imposible hacer
justicia a cada uno de vosotros, pero sí se puede intentar referir un poco de
lo mucho que se aportó, esperando que ese poco pueda saber a mucho, a aquellos
de vosotros que estáis leyendo este relato. Tened en cuenta, además, que se está
escribiendo cuando se inicia el nuevo ciclo de la vida, según el calendario de
los mayas (la cuenta larga que empezó a contar hace 5126 años, y que ha
culminado su décimo tercer B´aktún), cuando tenemos por delante la
oportunidad de una nueva esperanza.
Pues bien, aquí os dejo un ramillete de cosas aprendidas por
nuestros participantes de aquel día. A algunos les costaba. Por eso, si los
contáis, veréis que no hay tantos aprendizajes como personas asistentes. Quizás
quiera decir esto que necesita este ejercicio de más entrenamiento, y no digo
en el contexto de nuestra reunión, sino que hablamos de practicarlo más a
menudo en nuestras vidas. Valorar y aprender a valorar. Y, primero, sobre
nosotros mismos. Comencemos pues. Resulta que en Italia un taxista estaba tan
interesado o más que él, en saber de él mismo; quiso saber sobre ti, aunque no
te volviese a ver jamás, saber por saber, que es el saber más puro; buen
aprendizaje para un corto trayecto de taxi. Dices que las personas te
sorprenden, pero que ya sabías que te pueden sorprender; entonces, ¿dónde
estaba la sorpresa, es que no puede pasar siempre, no es bueno que te
sorprendan?; dices que te reafirmaste en ello; bueno, siempre es pronto
todavía. Algunos, hace poco tiempo que aprendisteis palabras y significados
nuevos; esta bien, pues somos más conscientes de algo si somos capaces de
verbalizarlo: así, que “Moisés” no significa sacado de las aguas, sino hijo de
rey, que la palabra “aureola” proviene de la palabra “oro”, y también
aprendiste hace poco lo que significa la palabreja “emporio”, muy útil para
saberla hoy día. También te has fijado en que lo que cuentan los mitos antiguos
sigue estando vigente, y que la tragedia de Medea, por inhumana e
incomprensible, no por ello significa que no pueda repetirse, ahí está el caso
Bretón. Es importante que te hayas dado cuenta de que, si un mismo error ya lo
has cometido más de una vez, es buena hora de corregirlo. Y resulta que como ya
sabes más de algo, eso hace que seas capaz de ver más donde antes veías menos;
te ha pasado cuando has aprendido nuevos conceptos de historia del arte. Pobre:
cuando has sabido el funcionamiento de un acelerador de partículas, has
descubierto otra manera más de poder morirnos; qué te creías, morir es lo más
probable que le puede pasar al que está vivo, y saberlo es también saber vivir mejor.
Es obvio que no todo es lo que parece, pero a veces lo olvidamos; paradojas de
la vida que te permiten profundizar en ella; a ver: ése qué es entonces: ¿es un
terrorista o es un héroe?; la vida qué es: ¿simple o compleja?; pero tanto si
es más simple como si es más compleja, no olvides que no deja de ser la vida. Pues
sí, no todo es como parece, y las apariencias engañan, lo comprobaste cuando
trataste directamente a aquella persona y comprendiste que no era como te
habían dicho. Finalmente, tú dijiste que las circunstancias económicas que
vivimos -dicen que de crisis-, han hecho que el mismo gesto de tu padre mirando
sus facturas -que son también las tuyas-, te parezca muy diferente; el día en
que pudiste captar su significado.
La mentira ganó algún terreno, más todavía el aprender
mismo. El racismo plantó dura batalla, pero fue la lucha por vivir nuestra
propia vida lo que se convirtió en centro de atención, diana de nuestras
inquisiciones de aquel día. Le preguntamos a nuestra vida y ahora mismo veréis
qué nos respondió, aquella tarde en que no llovió a la hora del café
filosófico, pero sí amenazó (¡qué nos importan las amenazas, si estamos
convencidos!). ¿Por qué tenemos miedo al rechazo? ¿Por qué negamos nuestros
propios intereses? ¿Por qué nos negamos a nosotros mismos? ¿Por qué nos
traicionamos? ¿Por qué no somos como
queremos ser? Pregunta definitiva que hubo de matizarse, pues no satisfacía a
todos los participantes: ¿Por qué a veces no somos como queremos ser?
No olvidéis que allí había personas de todas las edades y de muy variados
caracteres.
Ya te adelantan los participantes una respuesta a tan
paradójica cuestión sobre nuestras vidas: el miedo. Ahora bien, conocer
la respuesta no es lo mismo que entenderla y poder asomarse al balcón profundo
de su verdad. El miedo –dice un participante olvidadizo- te lleva a olvidarte
de ti. “Ya no te reconoces”. A través de preguntas del moderador, se aclaró que
el miedo no es la causa, sino que es un efecto. Un efecto del temor a ser tú
mismo. Así pues, ¿qué es lo que se teme? Y se responde: “no ser normal”.
Estar fuera de la norma de lo socialmente establecido. “El miedo a ser
anormal”. El joven participante que había propuesto el tema y contribuido
intensamente a la constitución de la pregunta clave de nuestra discusión, era
también el que estaba teniendo más protagonismo. Y aparentemente lo sentía más
en sus carnes. Y decimos que aparentemente porque era algo que muchos jóvenes
de la reunión así también lo percibían; y porque todos se implicaron –¡y de qué
manera!- en la búsqueda de salidas a dicha situación, tan humana que nadie podía
quedar al margen, tan humana (y más a ciertas edades tempranas), que a todos
les había pasado.
Abundan en nuestros días –dicen- los grupos sociales a modo
de “tribus urbanas”. Que si los Canis, que si los Pijos, que si
los Heavies, que si los Góticos... Manadas de jóvenes temerosos
de ser ellos mismos, queriendo ser ellos mismos pareciéndose a aquellos que no
son ellos mismos. La salvación a través de la manada. Claro, esta es una visión
desde fuera. Estar dentro lo cambia todo. Por esto tiene sumo
interés una reunión como la nuestra, porque nos distanciamos de nosotros
mismos. A ello contribuye el ambiente de reflexión serena y discusión pública.
Y en este caso ayuda mucho el que esté compuesto de personas de las muchas
edades de la vida. Y es que, si te fijas, no paramos de cambiar; ni tampoco dejamos
de sonreírnos por todo aquello que en otra época nos pareció tan inmenso, tan
importante, y que tanto nos angustió. El grupo allí presente no lo dudó un
instante: quería convertirse en un grupo en lo posible terapéutico para cada
uno de los participantes. Un grupo del que todos pudieran aprender algo para
poder vivir mejor en adelante.
¿Cómo podemos mantener a raya el miedo no ser normal, a ser
diferente? Pues hay que incidir mucho en ello, dicen. Hay que tomar el
toro por los cuernos. Hacerle frente directamente a la cara. No dejar pasar, no
dejarse llevar. Aunque, para ello hay que ser fuerte. (¿Quién ha dicho
que era fácil ser uno mismo? Es una búsqueda constante, y una dura lucha para
mantenerse firmes, cuando creemos haber encontrado un terreno más o menos
despejado de nosotros mismos). Y no puedes ser fuerte si no crees en ti
mismo. Pero, no te me desmoralices ya: esto se puede entrenar. Mira: un
pensamiento positivo te ofrecen ellos, si tú eres de los que sufren por este
problema: todos esos que no pueden pasar sin su grupo de referencia, que, para
sentirse ellos mismos, necesitan parecerse a otros, que sean distintos de
otros, lo están pasando tan mal como tú. Nadie anda sobrado en esta vida
tan cargada de incertidumbres en que vivimos. Solamente hace falta que nos comuniquemos
entre nosotros un poco más. Comprobaremos que todos buscamos aproximadamente lo
mismo. Aristóteles lo resumió con la palabra felicidad. Y a nadie nos
resulta fácil. Pero te alejas de la felicidad, cuando te alejas de ti mismo
para ser otro distinto, por miedo a ser distinto. ¡Tú ya eres distinto! Cuando
lo aceptes y lo asumas, empezarás a andar por el buen camino de tu propia vida.
Y en su transcurso habrás madurado y podrás mostrar a otros el camino que tú
has seguido, por si les sirve de algo a ellos mismos.
La discusión se volvió por momentos vehemente. Brincaba
dando saltos fogosos desde la “necesidad de entrenamiento”, a la constatación
de saber que los “demás sufren igual que tú” y esto te puede dar el ánimo
suficiente para tratar de ser tú mismo. En un momento dado, se citó la historia
de aquel brujo de una tribu, que hablando con el brujo de otra tribu, cayó en
la cuenta de que había alguien más que hacía lo que él hacía: en este caso,
conseguir con sus pócimas y embrujos que los miembros de la tribu lo tuvieran
por adivino, y único posible benefactor de la comunidad.
-Autoafirmación, seguridad en ti
mismo… Sí, muy bonito decirlo…
-¿Quieres saber cómo? No creas que
nuestros participantes te van a dejar con la miel en los labios del deseo de
saberlo.
A esta tarea se aprestaron los
participantes durante el tiempo que quedaba. Hay muchas técnicas. Tú tienes que
dar con las tuyas propias, las mejores para ti. Puedes descubrirlas, pero
también puedes nutrirte con las experiencias de los demás. Las hay de viejos y
de jóvenes. Y las hay que valen tanto para jóvenes como para adultos. Tomaron
la iniciativa las personas adultas de la reunión. Luego vinieron las
recomendaciones de los jóvenes. No te pierdas ninguna de ellas. Y adáptalas a
ti. Ésta primera tiene como base, incluso, la moderna psicología del
acompañamiento al éxito (coaching): visualizar positivamente una meta
que quieras alcanzar. Tener clara la meta, te dará confianza, y la confianza es
el primer paso para lograr el objetivo marcado. Sólo te queda evaluar
adecuadamente los medios, de lo cual hablaremos otro día. Para autoafirmarse uno
mismo hay muchos trucos: uno muy personal de uno de los participantes
adultos era practicar el oponerse. “Yo me opongo”, a lo que digáis, yo me
opongo. Truco que tiene resonancias adolescentes, pero del que pueden obtenerse
grandes beneficios, utilizado no como forma de vida sino como terapia
ocasional. Cuando tú veas que, por oponerte, el grupo ha podido llegar más
lejos, te amarás un poco más, porque te sentirás un poco más útil. (Piensa, por
otro lado, que no hacemos otra cosa en este encuentro dialéctico, que es un
café filosófico, que la de enfrentar posiciones, de lo cual todos
podemos enriquecernos). Otro truco de este participante es imaginarse a los
demás desnudos. Una manera sui géneris de darse cuenta de que desnudos
de “ropajes” todos somos iguales, más allá del ademán de superioridad, la
indumentaria o la ostentación material. Si alguno tenéis problemas para hablar
en público, debéis leer y practicar las recomendaciones del doctor Vallejo-Nájera
(Aprender a hablar en público) y recordar que Demóstenes también se
valía de trucos para que su tartamudez no le impidiera pronunciar los más
afamados discursos que se han pronunciado. Por cierto, que uno de los
participantes, del que todos dirían que se le da muy bien hablar en público,
confesó que le costaba hablar en público. ¡Quién lo diría! (Ya te hemos
insistido en que todos sentimos cosas parecidas y nos pasa aproximadamente lo
mismo).
Claro está, todo este
entrenamiento necesita tiempo. No se consiguen resultados tangibles de un día
para otro. Hay que ir poco a poco, añadieron. Con cargas de trabajo
progresivas, de manera que el aprendizaje sea eficaz y no te desanime. La diferencia
entre los más jóvenes y los más adultos es que los adultos ya llevan más tiempo
entrenando. Nada más. Ponte manos a la obra. Pero, sigamos relatando la
discusión de aquel día: era el turno de los jóvenes.
-Una buena idea es tener cerca a una
persona que te dé confianza.
-Pero, ¿eso te hace dependiente o
independiente?
-Quizás un poco dependiente.
-Buscábamos trucos tuyos, que
puedas usar por ti mismo.
A mí me ha ido bien pasar un
poco de todo. Es cierto: nada es tan importante. Relativizar el problema o
la dificultad no viene nada mal para el ánimo. Y a mí me ha valido, cuando algo
me parece absurdo, prolongar el absurdo al máximo, hasta que se
autodestruya. Todo esto, y más cosas, habrías escuchado si hubieras estado
allí. Vale. Es tu turno.
Muy, muy interesante.
ResponderEliminar¿Qué te parece interesante? ¿Por qué te lo parece?
EliminarMe gusto mucho esta publicación, me hizo reflexionar sobre quien soy cuando estoy en un grupo.
ResponderEliminarNo puedo leer apenas el texto debido al color del fondo.
ResponderEliminarAgradecería hubiese contraste.
Gracias.