Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Sobre nuestra propia vida




Café filosófico Almenara 4.2
30 de noviembre de 2012, Sala de biblioteca, 17:00 horas.

 ¿Por qué a veces no somos como queremos ser?

 ¿Qué he aprendido yo últimamente? Es bueno que, de vez en cuando, me lo plantee. Que examine mi vida y vea si algo ha cambiado y, si ha sido a mejor, en qué me ha ido mejor, y si ha sido a peor, cómo puedo hacerla mejor. Es un ejercicio que los antiguos sabios de ahora solían practicar y que no tiene que pasar de moda, pues los beneficios que trae consigo son tan útiles para ti como para mí. Lo llamaban examen de conciencia y estaba ya inventado desde siempre, antes de la era cristiana.

Por otro lado, este cronista es consciente de que han pasado ya algunas semanas desde la celebración del segundo café filosófico de la temporada, y de que algunas cosas que se dijeron yacen escondidas en la nebulosa de la memoria, pero no dudéis que otras las tiene muy frescas y muy claras, como si se hubieran pronunciado ayer mismo. Se centrará en éstas y las demás las componéis vosotros que estuvisteis allí. Erais diecisiete personas y es imposible hacer justicia a cada uno de vosotros, pero sí se puede intentar referir un poco de lo mucho que se aportó, esperando que ese poco pueda saber a mucho, a aquellos de vosotros que estáis leyendo este relato. Tened en cuenta, además, que se está escribiendo cuando se inicia el nuevo ciclo de la vida, según el calendario de los mayas (la cuenta larga que empezó a contar hace 5126 años, y que ha culminado su décimo tercer B´aktún), cuando tenemos por delante la oportunidad de una nueva esperanza.

Pues bien, aquí os dejo un ramillete de cosas aprendidas por nuestros participantes de aquel día. A algunos les costaba. Por eso, si los contáis, veréis que no hay tantos aprendizajes como personas asistentes. Quizás quiera decir esto que necesita este ejercicio de más entrenamiento, y no digo en el contexto de nuestra reunión, sino que hablamos de practicarlo más a menudo en nuestras vidas. Valorar y aprender a valorar. Y, primero, sobre nosotros mismos. Comencemos pues. Resulta que en Italia un taxista estaba tan interesado o más que él, en saber de él mismo; quiso saber sobre ti, aunque no te volviese a ver jamás, saber por saber, que es el saber más puro; buen aprendizaje para un corto trayecto de taxi. Dices que las personas te sorprenden, pero que ya sabías que te pueden sorprender; entonces, ¿dónde estaba la sorpresa, es que no puede pasar siempre, no es bueno que te sorprendan?; dices que te reafirmaste en ello; bueno, siempre es pronto todavía. Algunos, hace poco tiempo que aprendisteis palabras y significados nuevos; esta bien, pues somos más conscientes de algo si somos capaces de verbalizarlo: así, que “Moisés” no significa sacado de las aguas, sino hijo de rey, que la palabra “aureola” proviene de la palabra “oro”, y también aprendiste hace poco lo que significa la palabreja “emporio”, muy útil para saberla hoy día. También te has fijado en que lo que cuentan los mitos antiguos sigue estando vigente, y que la tragedia de Medea, por inhumana e incomprensible, no por ello significa que no pueda repetirse, ahí está el caso Bretón. Es importante que te hayas dado cuenta de que, si un mismo error ya lo has cometido más de una vez, es buena hora de corregirlo. Y resulta que como ya sabes más de algo, eso hace que seas capaz de ver más donde antes veías menos; te ha pasado cuando has aprendido nuevos conceptos de historia del arte. Pobre: cuando has sabido el funcionamiento de un acelerador de partículas, has descubierto otra manera más de poder morirnos; qué te creías, morir es lo más probable que le puede pasar al que está vivo, y saberlo es también saber vivir mejor. Es obvio que no todo es lo que parece, pero a veces lo olvidamos; paradojas de la vida que te permiten profundizar en ella; a ver: ése qué es entonces: ¿es un terrorista o es un héroe?; la vida qué es: ¿simple o compleja?; pero tanto si es más simple como si es más compleja, no olvides que no deja de ser la vida. Pues sí, no todo es como parece, y las apariencias engañan, lo comprobaste cuando trataste directamente a aquella persona y comprendiste que no era como te habían dicho. Finalmente, tú dijiste que las circunstancias económicas que vivimos -dicen que de crisis-, han hecho que el mismo gesto de tu padre mirando sus facturas -que son también las tuyas-, te parezca muy diferente; el día en que pudiste captar su significado.

La mentira ganó algún terreno, más todavía el aprender mismo. El racismo plantó dura batalla, pero fue la lucha por vivir nuestra propia vida lo que se convirtió en centro de atención, diana de nuestras inquisiciones de aquel día. Le preguntamos a nuestra vida y ahora mismo veréis qué nos respondió, aquella tarde en que no llovió a la hora del café filosófico, pero sí amenazó (¡qué nos importan las amenazas, si estamos convencidos!). ¿Por qué tenemos miedo al rechazo? ¿Por qué negamos nuestros propios intereses? ¿Por qué nos negamos a nosotros mismos? ¿Por qué nos traicionamos?  ¿Por qué no somos como queremos ser? Pregunta definitiva que hubo de matizarse, pues no satisfacía a todos los participantes: ¿Por qué a veces no somos como queremos ser? No olvidéis que allí había personas de todas las edades y de muy variados caracteres.

Ya te adelantan los participantes una respuesta a tan paradójica cuestión sobre nuestras vidas: el miedo. Ahora bien, conocer la respuesta no es lo mismo que entenderla y poder asomarse al balcón profundo de su verdad. El miedo –dice un participante olvidadizo- te lleva a olvidarte de ti. “Ya no te reconoces”. A través de preguntas del moderador, se aclaró que el miedo no es la causa, sino que es un efecto. Un efecto del temor a ser tú mismo. Así pues, ¿qué es lo que se teme? Y se responde: “no ser normal”. Estar fuera de la norma de lo socialmente establecido. “El miedo a ser anormal”. El joven participante que había propuesto el tema y contribuido intensamente a la constitución de la pregunta clave de nuestra discusión, era también el que estaba teniendo más protagonismo. Y aparentemente lo sentía más en sus carnes. Y decimos que aparentemente porque era algo que muchos jóvenes de la reunión así también lo percibían; y porque todos se implicaron –¡y de qué manera!- en la búsqueda de salidas a dicha situación, tan humana que nadie podía quedar al margen, tan humana (y más a ciertas edades tempranas), que a todos les había pasado.

Abundan en nuestros días –dicen- los grupos sociales a modo de “tribus urbanas”. Que si los Canis, que si los Pijos, que si los Heavies, que si los Góticos... Manadas de jóvenes temerosos de ser ellos mismos, queriendo ser ellos mismos pareciéndose a aquellos que no son ellos mismos. La salvación a través de la manada. Claro, esta es una visión desde fuera. Estar dentro lo cambia todo. Por esto tiene sumo interés una reunión como la nuestra, porque nos distanciamos de nosotros mismos. A ello contribuye el ambiente de reflexión serena y discusión pública. Y en este caso ayuda mucho el que esté compuesto de personas de las muchas edades de la vida. Y es que, si te fijas, no paramos de cambiar; ni tampoco dejamos de sonreírnos por todo aquello que en otra época nos pareció tan inmenso, tan importante, y que tanto nos angustió. El grupo allí presente no lo dudó un instante: quería convertirse en un grupo en lo posible terapéutico para cada uno de los participantes. Un grupo del que todos pudieran aprender algo para poder vivir mejor en adelante.

¿Cómo podemos mantener a raya el miedo no ser normal, a ser diferente? Pues hay que incidir mucho en ello, dicen. Hay que tomar el toro por los cuernos. Hacerle frente directamente a la cara. No dejar pasar, no dejarse llevar. Aunque, para ello hay que ser fuerte. (¿Quién ha dicho que era fácil ser uno mismo? Es una búsqueda constante, y una dura lucha para mantenerse firmes, cuando creemos haber encontrado un terreno más o menos despejado de nosotros mismos). Y no puedes ser fuerte si no crees en ti mismo. Pero, no te me desmoralices ya: esto se puede entrenar. Mira: un pensamiento positivo te ofrecen ellos, si tú eres de los que sufren por este problema: todos esos que no pueden pasar sin su grupo de referencia, que, para sentirse ellos mismos, necesitan parecerse a otros, que sean distintos de otros, lo están pasando tan mal como tú. Nadie anda sobrado en esta vida tan cargada de incertidumbres en que vivimos. Solamente hace falta que nos comuniquemos entre nosotros un poco más. Comprobaremos que todos buscamos aproximadamente lo mismo. Aristóteles lo resumió con la palabra felicidad. Y a nadie nos resulta fácil. Pero te alejas de la felicidad, cuando te alejas de ti mismo para ser otro distinto, por miedo a ser distinto. ¡Tú ya eres distinto! Cuando lo aceptes y lo asumas, empezarás a andar por el buen camino de tu propia vida. Y en su transcurso habrás madurado y podrás mostrar a otros el camino que tú has seguido, por si les sirve de algo a ellos mismos.

La discusión se volvió por momentos vehemente. Brincaba dando saltos fogosos desde la “necesidad de entrenamiento”, a la constatación de saber que los “demás sufren igual que tú” y esto te puede dar el ánimo suficiente para tratar de ser tú mismo. En un momento dado, se citó la historia de aquel brujo de una tribu, que hablando con el brujo de otra tribu, cayó en la cuenta de que había alguien más que hacía lo que él hacía: en este caso, conseguir con sus pócimas y embrujos que los miembros de la tribu lo tuvieran por adivino, y único posible benefactor de la comunidad.

-Autoafirmación, seguridad en ti mismo… Sí, muy bonito decirlo…
-¿Quieres saber cómo? No creas que nuestros participantes te van a dejar con la miel en los labios del deseo de saberlo.

A esta tarea se aprestaron los participantes durante el tiempo que quedaba. Hay muchas técnicas. Tú tienes que dar con las tuyas propias, las mejores para ti. Puedes descubrirlas, pero también puedes nutrirte con las experiencias de los demás. Las hay de viejos y de jóvenes. Y las hay que valen tanto para jóvenes como para adultos. Tomaron la iniciativa las personas adultas de la reunión. Luego vinieron las recomendaciones de los jóvenes. No te pierdas ninguna de ellas. Y adáptalas a ti. Ésta primera tiene como base, incluso, la moderna psicología del acompañamiento al éxito (coaching): visualizar positivamente una meta que quieras alcanzar. Tener clara la meta, te dará confianza, y la confianza es el primer paso para lograr el objetivo marcado. Sólo te queda evaluar adecuadamente los medios, de lo cual hablaremos otro día. Para autoafirmarse uno mismo hay muchos trucos: uno muy personal de uno de los participantes adultos era practicar el oponerse. “Yo me opongo”, a lo que digáis, yo me opongo. Truco que tiene resonancias adolescentes, pero del que pueden obtenerse grandes beneficios, utilizado no como forma de vida sino como terapia ocasional. Cuando tú veas que, por oponerte, el grupo ha podido llegar más lejos, te amarás un poco más, porque te sentirás un poco más útil. (Piensa, por otro lado, que no hacemos otra cosa en este encuentro dialéctico, que es un café filosófico, que la de enfrentar posiciones, de lo cual todos podemos enriquecernos). Otro truco de este participante es imaginarse a los demás desnudos. Una manera sui géneris de darse cuenta de que desnudos de “ropajes” todos somos iguales, más allá del ademán de superioridad, la indumentaria o la ostentación material. Si alguno tenéis problemas para hablar en público, debéis leer y practicar las recomendaciones del doctor Vallejo-Nájera (Aprender a hablar en público) y recordar que Demóstenes también se valía de trucos para que su tartamudez no le impidiera pronunciar los más afamados discursos que se han pronunciado. Por cierto, que uno de los participantes, del que todos dirían que se le da muy bien hablar en público, confesó que le costaba hablar en público. ¡Quién lo diría! (Ya te hemos insistido en que todos sentimos cosas parecidas y nos pasa aproximadamente lo mismo).

Claro está, todo este entrenamiento necesita tiempo. No se consiguen resultados tangibles de un día para otro. Hay que ir poco a poco, añadieron. Con cargas de trabajo progresivas, de manera que el aprendizaje sea eficaz y no te desanime. La diferencia entre los más jóvenes y los más adultos es que los adultos ya llevan más tiempo entrenando. Nada más. Ponte manos a la obra. Pero, sigamos relatando la discusión de aquel día: era el turno de los jóvenes.

-Una buena idea es tener cerca a una persona que te dé confianza.
-Pero, ¿eso te hace dependiente o independiente?
-Quizás un poco dependiente.
-Buscábamos trucos tuyos, que puedas usar por ti mismo.

A mí me ha ido bien pasar un poco de todo. Es cierto: nada es tan importante. Relativizar el problema o la dificultad no viene nada mal para el ánimo. Y a mí me ha valido, cuando algo me parece absurdo, prolongar el absurdo al máximo, hasta que se autodestruya. Todo esto, y más cosas, habrías escuchado si hubieras estado allí. Vale. Es tu turno.
  

4 comentarios:

  1. Me gusto mucho esta publicación, me hizo reflexionar sobre quien soy cuando estoy en un grupo.

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  2. No puedo leer apenas el texto debido al color del fondo.
    Agradecería hubiese contraste.
    Gracias.

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