Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

sábado, 15 de noviembre de 2014

¿Filosofía en tiempos de crisis? (II): La función aristotélica

Los tiempos de crisis son tiempos activos, pues reactivan todas nuestras energías. Algo ha de hacerse de una manera nueva o renovada y esto requiere de nuestras mejores capacidades —toda nuestra actividad creadora— para adoptar las mejores decisiones a la altura de nuestro tiempo, según nuestro grado actual de desarrollo personal o social. Pero, además, superar una situación crítica necesita de nosotros mismos. Un recogimiento que te permita “reiniciar” lo fundamental. Reiniciar para reorganizar. Poner las cosas en su sitio. Primero lo fundamental, después lo secundario o prescindible. No confundir niveles. Primero, lo primero. Lo demás depende de lo principal, de lo incondicionado. Es decir, habría llegado el momento de ir a laraíz de los problemas que nos aquejan, al origen de las cosas existentes, al fondo de las cuestiones que nos preocupan y apoyarnos en lo que casi nunca cambia, lo idéntico en nosotros.
 ¿Qué es lo más importante? Aquello que más influye o afecta a más situaciones, a más casos, a más personas, más intensamente, a largo plazo… Lo importante es lo más básico y es lo que nos constituye. Así pues, el olvido de lo primordial sería un olvido imperdonable, sobre todo cuando estamos en crisis, viviendo una crisis.
Aristóteles
 ¿Y quién ha sido y sigue siendo el más versado en el reconocimiento de lo esencial? Sin duda, el saber filosófico. ¿Quieres saber lo que en cada caso es fundamental, lo que es más profundo? Observa el mundo filosóficamente. Cada ciencia parcela la realidad, pero únicamente la filosofía busca el Ser, lo propio de toda la realidad en su conjunto. De manera que los cimientos de cada ciencia sólo pueden discutirse filosóficamente. El fundamento de una ciencia no es una cuestión científica. Sin embargo, la sabiduría primera —siempre buscada—, decía Aristóteles que atiende a losprincipios primeros (en el orden del ser) y últimos (en el orden del conocer, pues son esos mismos principios primeros, que siempre han estado ahí —actuando— pero que únicamente los llegamos a vislumbrar después de un proceso de aprendizaje).
 ¿Nos sentimos algo perdidos? ¿No sabemos? ¿No sabemos qué hacer? No olvides lo fundamental. No pierdas el norte. Una sencilla distinción aristotélica puede ayudarnos a entender: lo sustancial y lo accidental. Entre aquello que define lo esencial de algo, que siempre se cumple y sin lo cual ya no sería la misma realidad; y entre aquello que puede darse o no darse, una cualidad o circunstancia que no afectaría principalmente a su valor como realidad existente.
 Cuando juzgamos a un ser humano por el color de su piel, cuando olvidamos lo que importa a largo plazo, cuando arriesgamos nuestro futuro en este planeta, cuando canjeamos interés general y bien común por interés egoísta e inmediato, cuando nos tratamos como clientes o usuarios pero no como personas…, estamos mostrando síntomas de nuestra confusión. (Y es la razón primordial por la que estamos en crisis, desde hace tanto). No confundas lo esencial con lo accidental, es decir, con las apariencias, con los prejuicios, con las circunstancias o el contexto, lo relativo o subjetivo con lo más objetivo y más universal. Pues esta confusión puede acabar siendo demasiado grave en la práctica. De ahí que la filosofía haya llegado a ser tan radical, tan exigente con la justicia, con la verdad. Va a la raíz, no se queda en la superficie de lo que hay. No renuncies a hacerte un poco filósofo. Ir al fondo es esencialmente humano.

2 comentarios:

  1. Dos cuestiones, Antonio:

    1.- Si la filosofía va realmente a la raíz de las cosas, a lo “más objetivo y universal”, a lo “esencial”, ¿por qué entonces esa “disonancia de las opiniones” que parece afectar de modo crónico al gremio de los filósofos? No ocurre eso en la ciencia empírica, donde el acuerdo (aunque sea provisional y sujeto siempre a falsación) constituye la norma. Esa incapacidad de llegar a proposiciones compartidas por parte de la filosofía sugiere que, lejos de ir a lo más objetivo y universal, el pensamiento filosófico se halla afectado (no diré “infectado”) siempre por la subjetividad. Es cierto que aspira a llegar a la raíz de las cosas, pero no sé si alguna vez lo ha conseguido. Si lo ha conseguido, desde luego no ha llegado a convencer a las escuelas rivales ni al público en general.
    2.- Suponiendo que hayan llegado a la raíz de las cosas, de la raíz a las hojas media un buen trecho. Pienso que otro problema que afecta a los filósofos es el de encontrar escaleras que conduzcan de lo más “importante”, lo más “general”, lo más “radical”, a la realidad cotidiana.

    Te lo dice alguien que ama no la sabiduría, sino el amor a la sabiduría, es decir, la filosofía. En una sola frase: creo la unión de ciencia y filosofía debe ser aún más estrecha de lo que es en la actualidad.

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  2. 1. No es buena comparación, la filosofía con la ciencia empírica. Si se extrema, maltrata a la filosofía, lo genuino de ella, que no surge por comparación con los saberes "positivos". Como tú bien dices, la filosofía aspira, busca, llegar a ello, y lo que es más filosófico es la propia búsqueda, no los resultados... Las rivalidades y disparidades en filosofía son compañeros de viaje para la búsqueda... aprendemos de lo pensado y sentido por otros, nos aportamos, nos enriquecemos, como en el camino mismo de la vida que vivimos.
    2. En ello estoy muy de acuerdo. A la filosofía académica, a los filósofos al uso, en los que no se da coherencia entre el pensar y el vivir, en donde la filosofía no es un modo de vida (P. Hadot), falta eso: el descenso, de nuevo, al interior la caverna y entremezclase con las cosas sensibles, esclarecerlas, orientarlas y ayudar a vivir mejor, de un modo más consciente y más libre, por tanto. Es lo que intenta cubrir el movimiento internacional de la Práctica filosófica.
    3. Y te responde un igual. Y, efectivamente, la ciencia (como se entiende desde Galileo) y la filosofía deben caminar mucho más juntas. De Ontología pueden hablar en la misma mesa un físico y un metafísico, y ambas perspectivas pueden complementarse y sería bueno que así fuera para todos. Trazar fronteras entre los saberes viene haciendo mucho daño a occidente.

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