Café
Filosófico en Vélez-Málaga 10.3
21
de diciembre de 2018, cafetería Bentomiz, 17:30 horas
–Ya es hora de dar
por acabado nuestro encuentro filosófico. Llevamos casi dos horas y
ya han salido muchas cosas interesantes... Muchas gracias a todos...
–Querrás decir a
¡todos y todas...! –interrumpe al moderador una participante y se
ríen juntos.
Este final estaba
dependiendo del transcurrir del diálogo aquella tarde larga, del día
más corto del año. Y surgía del descontento de algunos
participantes, sobre todo, jóvenes, que sienten como opresivo el
exceso de la corrección política. Pero costó bastante al principio
delimitar bien el tema. Fue el más votado, pero quedaba patente en
la discusión que, entre todos los asistentes, habían votado desde
conciencias diferentes. Podía haberse hablado de la política
correcta, qué consideramos adecuado en política, las mejores
decisiones; y ahí la ética juega un papel muy relevante. Pero el
diálogo dejaba claro que los participantes, en el fondo, se morían
por hablar de lo políticamente correcto, lo que se supone que es
correcto en las interacciones humanas; en donde la ideología, el
lenguaje y los sentimientos, las actitudes, son decisivos. Pueden
ofender... ¡La ofensa y el daño... qué diferentes que son! Pero no
adelantemos acontecimientos...
–Es que uno, ni
puede ya contar un chiste, sin que sea acusado de machista, o de
racista, o de...
–A veces, uno ya
no sabe qué decir, o cómo decirlo, para que no siente mal...
–Mirad, os cuento
una situación de hoy mismo: un compañero estaba dando una charla
sobre una cuestión que no viene al caso y, un poco de broma, otro,
de los que escuchaban, le advirtió: “ahora estamos entre colegas,
pero cuando hables de esto en público no puedes decir “discapacidad”
o “minusvalía”; ahora hay que decir: capacidades “diversas o
diferentes”. Mientras yo me preguntaba, para mis adentros, si no
son todas las capacidades de cada ser humano ya diferentes o
diversas..., si se está diciendo algo...
No sé si sabéis
que esta cuestión de “lo políticamente correcto” tiene ya una
larga historia, desde los años noventa en el mundo anglosajón. Y
sigue siendo polémica. Y sigue escociendo. Y sigue agitándose como
bandera. Y sigue escociendo. Porque algo no queda dicho, algo no se
queda satisfecho en nosotros. Algo de nosotros no está siendo
escuchado... Para esto está la filosofía. Como ya pensaba Kant,
para salvaguardar todo lo importante y que nada, por muy importante
que sea por sí mismo, oscurezca otra faceta también importante de
nosotros. Para esclarecerlo está la filosofía. La dignidad se juega
siempre en una delicada línea, que también puede romperse
defendiendo precisamente la dignidad. Puede haber falta de
conciencia, juicios limitados de por medio, no considerar el contexto
o darse una incapacidad de ver cada caso en singular. Una frase que
os recomiendo para pensar, de las que dijeron los participantes de
este diálogo, es ésta: “la tolerancia puede llevar en ocasiones a
la intolerancia”. Y por eso, la importancia del examen crítico...
de la filosofía. Para adquirir mayor consciencia de nosotros mismos
y el mundo.
¿Dónde está el
problema enquistado? Los participantes lo dejaron claro: en la
exageración. ¿Qué territorio deja atrás el exceso? Los
participantes distinguieron, analizaron, discriminaron, en un trabajo
conjunto. Siempre habrá que no perder de vista el contexto en que se
dicen las cosas, o las actitudes que se muestran. Sin contexto no hay
significado concreto. Mira, si no, el diccionario... cuántas
acepciones de cada palabra. Por otro lado, nunca habrá que olvidar
la intención con que se dice lo que se dice, o se hace lo que se
hace... La buena intención podrá producir daño, sí, pero no
ofensa... Lo primero, a veces, reparable; lo segundo, siempre,
cambiando mi perspectiva, cómo miro, desde dónde miro, apreciando
su irrealidad, en el fondo. ¿Y el error? Es que no puede pasar
simplemente que nos hayamos equivocado... ¿No sería más sensato
preguntar, primero: tú qué quieres decir, qué buscas... qué
necesitas... antes de disparar...? Y lo que es más: queremos
personas, una sociedad entera, que sepa muy bien guardar las formas,
las apariencias... ¿Descuidaremos el fondo, el contenido, la acción,
la coherencia, su ajustamiento con la realidad? Uno puede ser muy
respetuoso en la forma social, oficial, políticamente correcta, y un
desastre en su comportamiento poco respetuoso... y viceversa. ¿Es
posible?
Así pues, quizás
nos valga más ser sensibles, pero no tan susceptibles. Uno ha de ser
tolerante, respetuoso, no generalizar, defender derechos y denunciar
discriminaciones lesivas, abusos e injusticias, pero quizás también
pararse a pensar, a contemporizar, a relativizar, a no dramatizar, a
preguntar, a escuchar antes de juzgar, a ver cada caso en su
singularidad... y estas cosas que dan el sano juicio, la apertura de
miras y la sensatez. Es posible que hoy en día, muchas veces,
necesitemos una alta dosis de sensibilidad y menos de
susceptibilidad. No es lo mismo. Una produce daños, la otra
fabrica ofensas; y, en la ofensa, yo soy siempre el que se siente
ofendido... Esto depende de mí (Epicteto). Con esta conclusión se
cerró nuestro encuentro... que no acabó, como puedes comprobar en
tu propia mente bulliciosa.
¡FELICES NAVIDADES CONSCIENTES!
Nos
ocupamos del mar
y
tenemos dividida la tarea.
Ella
cuida de las olas,
yo
vigilo la marea.
Es
cansado,
por
eso al llegar la noche
ella
descansa a mi lado,
mis
ojos en su costado.
También
cuidamos la tierra
y
también con el trabajo dividido.
Yo
troncos, frutos y flores,
ella
riega lo escondido
Es
cansado,
por
eso al llegar la noche
ella
descansa a mi lado,
mis
manos en su costado.
Todas
las cosas tratamos
cada
uno según es nuestro talante.
Yo
lo que tiene importancia,
ella
todo lo importante.
Es
cansado,
por
eso al llegar la noche
ella
descansa a mi lado
y
mi voz en su costado.
Javier
Krahe
¡FELICES NAVIDADES CONSCIENTES!
No hay comentarios:
Publicar un comentario