Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

miércoles, 8 de abril de 2020

POROS (Y PENIA) 2

Poros (y Penia) 2
Imagen | Ignacio Bosque

La lluvia nos encalma, ahora que es domingo por la mañana y amanece. Ahora que nada hay que hacer y todo ha sido ya saldado. El cuerpo su sueño y, su digestión de la intemperie atrasada, la mente subconsciente. Integrada la posibilidad de vivir a nuevas. Pero toca levantarse... Hay que volver a hacer para poder volver a hacer. Dura poco la quietud, la breve sensación liberada se agota en sí misma, por la reproducción diaria de los sucesos ficticios. La lluvia transfigura, de improviso, todo el acontecer en algo fastidioso y evitable. Ay, si pudiera llover ahora sí ahora no. El aguacero va calando en los huesos, el esqueleto de la costumbre, rehaciendo el edificio de los deseos. Aquella infancia que juega, toma conciencia y juega con todas las posibilidades abiertas. Silencio... En un instante sin tiempo, el planeta se siente concernido y ha lanzado su órdago extra-ordinario. La infancia recuperada. Mientras se estrellan contra la acera las canales, restos de una lluvia intempestiva, el calor autógeno del cuerpo nos envuelve con su manta. El secreto desnudo de todos los olores. Estamos tan a gusto. Y despertamos a la memoria. No hay nada que tengamos que hacer, salvo a la vida dejar vivir. El suave precipitado va liberándose de su fuente, cada gota en cada célula se vuelve una aliada. Nada hay que hacer que deba ser hecho, salvo respirar... Descansamos con el planeta.

Publicado en HomoNosapiens

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