POROS (Y PENIA) 3
Imagen | Ignacio Bosque
Ahí
reconozco a un ser humano, por su abrazo. “Las extremidades
superiores apresan los cuerpos entrelazados durante unos segundos”,
señala el observador extraterrestre. Y ahí reconozco a un ser
humano, porque se besa con otro ser humano, besándose a sí mismo.
“Las partes carnosas de la boca exterior presionadas mutuamente”,
parece comprender el observador imparcial. ¡Qué gesto más inútil!
Ahí reconozco a un ser humano, por la risa. “La risa deforma las
facciones y hace que los hombres parezcan monos”, reprime su risa
el venerable Jorge. ¡Qué costumbres más prescindibles! La mente
piensa y el cuerpo se reproduce. ¡Qué más hace falta! Que los
dedos sean digitales, y los rostros, ¿cuál es la diferencia?
Mientras el cuerpo produzca y se reproduzca... Mientras la mente
calcule y administre mundos intercambiables... Mientras los
dispositivos retransmitan y reciban la información puntualmente...
Aquí me tenéis. Yo que ya había aprendido a abrazar. Yo que ya
había aprendido a expresarme, a través de los gestos las
emociones... y ahora no podemos.
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