Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

sábado, 22 de enero de 2022

Sobre las expectativas

21 de enero de 2022, El Pianista del Carmen, 18:00 horas

La Quimera susurra hacia la luna

y tan dulce es su voz que a la desolación alivia.

Luis Cernuda, La realidad y el deseo

¿Hemos vivido falsas expectativas?


Comenzamos el segundo trimestre de Cafés filosóficos y las expectativas siguen jugándonos malas pasadas. Introducen una peculiar dialéctica, entre el deseo y la realidad, que no siempre sabemos gestionar. Y eso nos lleva pasando, de un modo especial, todo este largo tiempo de pandemia. Las expectativas ponen un listón, que si la realidad no se ajusta a él, nos defrauda. Por otro lado, la misma realidad necesita ser juzgada desde algún modelo ideal, si no, no se avanza. Así pues, ¿dónde situar el fino equilibrio entre la realidad y el deseo? No siempre es fácil. Veámoslo con un ejemplo cotidiano: esta película es maravillosa, entonces, la vemos y decimos que no es para tanto; y si nos advierten de que es una mala película, entonces, la vemos y decimos que no está tan mal, incluso nos ha gustado; y, como sabemos, estas reacciones se han debido a la expectativa creada de antemano. ¿Nos pasará lo mismo con nuestras expectativas respecto a todo lo que podríamos aprender de una crisis pandémica, como la que vivimos? El grupo reunido aquella tarde te va a hablar de esto.

Estamos cansados, puede que hartos, de tantas restricciones al desenvolvimiento de la vida, incluso, puede que acumulemos fatiga mental. Hagamos un repaso de la mano de los participantes. ¿De qué estamos ya cansados? La mascarilla te impide ver el rostro de las personas, no dicen los ojos tanto como creíamos. Los que viajamos estamos cansados de viajar así y, si lo podemos evitar, no viajamos, pero cuánto lo echamos de menos. Y cómo nos cuesta no poder interactuar entre nosotros de un modo más natural. Los abrazos, cómo los echamos de menos; y para los mayores y los jóvenes, ¡para ellos es muy necesario! ¡Tantas limitaciones, restricciones, normas, privaciones! Tanto miedo que se palpa, que está a flor de pie. Vivíamos con incertidumbre, pero ahora está presente todos los días: ¿Cuándo acabará? Y los medios de comunicación y la televisión... siempre hablan de lo mismo, ere que erre; en el mundo pasan muchas más cosas que la sola pandemia y el constante cotilleo político. Y, cuando niegan la ciencia... Además, deja mucho que desear cómo se está gestionando esta crisis, notamos sus desajustes. Y yo que ya había aprendido a expresarme, a dar abrazos... ¡ahora no podemos! Echamos de menos el contacto físico y ser auténticos con nuestras emociones. Se observa mucha tristeza en los jóvenes. O quizás, todo esto era necesario, tenemos suerte y nos quejamos demasiado. Y no sabemos qué efectos tendrá todo esto en la salud mental de las personas...

Cuando comenzamos a vivir con la pandemia, en aquella larga cuarentena, todo eran esperanzas: ¿seremos mejores después?, ¿aprovecharemos esta experiencia para aprender? Pero la esperanza ha ido dando paso a la decepción. Así lo viven muchos de los participantes en la indagación. ¿Eran falsas expectativas? (El poema de una de las personas asistentes, que transcribimos abajo, refleja precisamente este cúmulo de sensaciones). Esas expectativas son más o menos falsas, en función de lo que cada uno había esperado. «Sí, hay una mayor conciencia de la globalidad de nuestras acciones, ha sido un tiempo de reflexión y quizás se vayan notando poco a poco, sus consecuencias más benignas». «Pero, no, no hemos aprendido, hemos avanzado muy poco, y además, se han reforzado los extremismos, los dogmatismos, el egocentrismo». En la discusión se sucedían las aportaciones sobre un o un no, a las falsas expectativas; inicialmente, los síes predominaban, pero eran esperanzas infundadas. O eso parecía, al menos.

Gradualmente, la discusión iba decantándose hacia el reconocimiento de una mayor reflexión individual, que se estaba dando, pero no socialmente, a escala mundial. Por ejemplo, sabemos de la importancia de la vacunación de la población mundial, y sin embargo, pensamos sólo en nosotros, “los países ricos”. Miras muy cortas, pasos muy torpes. ¿Es posible que necesitemos más tiempo, para que todo lo que vamos aprendiendo impregne nuestras acciones? Es posible... Claro es que la “semilla” individual del «quiero vivir de otra manera», va plasmándose gradualmente, pero pero muchas veces la dificultad viene de las inercias que arrastramos. Aquí, el grupo encontró una clave interpretativa. Porque, la sociedad no es nada, es un “ente abstracto”, la realidad la componen las personas individuales de carne y hueso, como diría Unamuno. Si, poco a poco, esa semilla individual va germinando en espiral, desde cada uno, el cambio será posible. Mirad en Chile, nos contaba una participante, que era de allí. Eso de: “la gente, la sociedad, el sistema, es así”, no resiste un análisis medio serio. ¡Cuántas cosas hemos conseguido! Como veis, la dialéctica deseo-realidad, idealidad-facticidad, individuo-sociedad, no dejó de estar presente.

Sólo hay obstáculos, que son inercias. La rueda sin el empuje del motor continúa moviéndose, pero se acabará parando. Simplemente, hace falta no alimentar lo que la impulsa... Si las comprensiones, con sus acciones, van en la buena dirección del bien común, que incluye habitar el planeta de otra manera, un mejor equilibrio en nuestras vidas y con las de otros seres, la rueda se ralentizará y podremos cambiar de marcha y de dirección. Pero hay que ser muy conscientes de esas inercias. El egoísmo no tiene sentido. El Estado y la política no pueden estar ordenados hacia donde están en la actualidad. La gente lo sabe, nosotros lo sabemos. Los aplausos a lo más importante, lo más básico, la salud, la educación, lo cualitativo frente a lo cuantitativo, frente al crecimiento ciego, han de ser constantes. Aplaudir lo que merece la pena. Y abuchear lo que no la merece. Ya sabemos qué es. Disponemos de mucha experiencia histórica y social.

¿Qué tiene que pasar para que aprendamos?, pregunta, algo desesperado, uno de los participantes. Si habéis tenido la ocasión de ver la película Ultimátum a la Tierra, allí se pregunta lo mismo. Los líderes de la política mundial no son los verdaderos líderes, y la protagonista de la película conduce al alienígena visitante (Keanu Reeves), que viene a “salvar a la Tierra de nosotros”, a hablar con un científico que es premio Nobel de la Paz, quien le dice: “Vosotros evolucionasteis al borde del precipicio, no nos arrebatéis a nosotros esta oportunidad”. Pues bien, no nos defraudemos.

POEMA DE PANDEMIA



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