Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

jueves, 16 de junio de 2022

Sobre el perdón

 

Café Filosófico en Castro del Río 5.6

10 de junio de 2022, Mesón-Cafetería La Solera, 18:00 horas

Lo que llamamos perdón no es nada más que la restitución a la ley de la unidad. Perdonar quiere decir amar, quiere decir estar en el orden de la unidad. El amor no es nada más que la conciencia de unidad. (…) Al volver a esa visión de unidad, se elimina esa conciencia separativa y de oposición, en la que yo trato de vivir “a expensas de” los otros. (...) Por tanto, el perdón es volver a la visión real y correcta, es la restitución al amor.

Antonio Blay

En este último Café filosófico de la temporada estrenábamos local, extraordinario por su solera en Castro del Río, y por sus caldos propios, de origen Montilla-Moriles. Pedro Herencia ha regentado esta taberna, ahora mesón y cafetería desde 1999, durante varias décadas... Ahora sus hijos continúan la tradición y son ya varias generaciones. Pues bien, en su precioso y acogedor patio, a pesar de la alta temperatura exterior, pudimos estar muy a gusto, hablando sobre el perdón. Pero antes, el moderador del encuentro tuvo a bien preguntar a los participantes algo en relación al Taller de filosofía que se celebraría el siguiente lunes en la Biblioteca municipal.

¿Cuál es tu actividad cotidiana que más disfrutas? ¿Qué te mueve a realizarla? ¿Qué te aporta? Y, como de costumbre, los ya veteranos participantes, ellos y ellas, desgranaron para nosotros sus inquietudes. Vivir lo no vivido a través de la lectura. Salir y hablar con la gente que me puede aportar algo valioso. Tratar con todo tipo de personas y ser capaz de adaptarme a ellas; cualquier oportunidad es buena para aprender del ser humano. Dar y recibir; ahora prefiero, en esta fase de mi vida, recibir, para poder continuar dando. Caminar, estar conmigo y sin preocupaciones. Disfrutar de mi trabajo, desarrollando mi potencial de cualidades humanas... Ya sólo falta que tú pienses, en tu vida, qué actividades más te llenan y por qué.

Puede que el perdón sea la otra cara del amor... Veremos cómo es eso, de la mano de los participantes. Comencemos por el principio. Algunas preguntas les inquietaban: para perdonar, ¿no debo perdonarme a mí mismo?, si no olvido, ¿estoy perdonando?, ¿qué es perdonar? ¿Se puede perdonar todo? Y se decidieron a atacar la cuestión que afecta al tópico que dice: “perdono, pero no olvido”. ¿Se puede perdonar de verdad, si no olvido? Si aquello que te hizo daño, te continúa hiriendo, ¿dentro de ti, has perdonado? Se abren serios interrogantes. En primer lugar, sobre el sentido de “olvidar”. Y podemos entender el olvido de varios modos: como memoria, si ya no lo recuerdo; emocionalmente, si no me afecta o lo he bloqueado; como inteligencia, si ha pasado por mí la experiencia de forma desapercibida, sin aprender nada. La clave para valorar si he perdonado de verdad es tener muy claro que lo sigo recordando, sí, pero ya no me hace daño porque he integrado la experiencia y puedo revivirla o referirla sin dolor, sin crispación, sin malestar. Olvidar no significa no acordarse, haberlo erradicado de tu memoria, haber puesto un dique de contención al dolor que nos causa la experiencia, ni seguir sin entender nada de lo que me pasó. De lo contrario ni he olvidado, ni he perdonado, aunque quiera de eso convencerme. Como veis, el grupo no se queda en los tópicos. Profundiza.

¿Qué es perdonar? Para empezar, no es una obligación preestablecida. Y, ni se pide ni se concede. Es algo interior, una necesidad interior del que perdona, para consigo mismo/a. No es un favor que se le hace al otro. Responde a una necesidad de paz interior. En este momento, aparece en el diálogo un caso prototípico: la necesidad de perdonar a nuestros progenitores. Haber realizado este trabajo interior (que luego se nota exteriormente) de un modo u otro, satisfactoriamente o no, puede condicionar nuestra vida hasta extremos que, a veces, no somos conscientes. Incluso, podríamos tratar de ver una correlación entre personas que se han reconciliado con sus padres, o personas que no, y cómo viven sus vidas. Se les puede notar mucho. Y pueden vivir muy mal... hasta que se mueren, si no han sido capaces de perdonar de veras. Esto lo podéis observar... El grupo, para eso, te lo indica. ¿Se puede vivir sin perdonar, sin perdonarme?

Pero, vamos a ahondar un poco más... ¿Qué es perdonar? ¿Qué sucede en mí cuando perdono? Entonces soy capaz de ver el proceso, la génesis de lo que me ha sucedido con algo o con alguien, la lógica de las circunstancias en las que tuvo lugar. Soy capaz de ponerme en su lugar, más allá de si me agrada o me desagrada, me convenía o no, o si yo salí mal parado/a. Eso no quiere decir que justifique lo que sucedió ni que tenga que pasarlo por alto (ya hablamos antes de lo que era olvidar). Pero siempre se produce una unión con el acontecimiento, una unificación, hay una transparencia, todo encaja en su sitio, me acerco a lo otro y me acerco a mí mismo/a. ¿Y esto no es lo mismo que comprender? Perdonar, entonces, es comprender. Una forma de aceptación que necesita de la comprensión. ¿Y no puede ser esto lo que llamamos amor? Un acto de amor... Perdonar sería, entonces, un acto de amor. Por eso, los sabios dicen que perdonar no es más que la restitución en la ley del amor, que en el fondo rige el orden existente. Desde aquí (a lo que llegaron nuestros participantes), se pueden extraer muchas consecuencias, para muchos casos. Pero esto ya queda de tu parte, es vivir.



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