Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

jueves, 9 de junio de 2022

Sobre los prejuicios

 
Café Filosófico en Capileira 1.5

04 de junio de 2022, Biblioteca Pública, 18:00 horas


Todos los hombres y todas las mujeres son filósofos; o, permítasenos decir, si ellos no son conscientes de tener problemas filosóficos, tienen, en cualquier caso, prejuicios filósoficos. La mayor parte parte de estos prejuicios son teorías que los humanos insconscientemente dan por sentadas o que han absorbido de su ambiente intelectual o de la tradición. Puesto que pocas de estas teorías son conscientemente sostenidas, constituyen prejuicios en el sentido de que son sostenidas sin examen crítico, incluso a pesar de que pueden ser de gran importancia para las acciones prácticas de la gente y para su vida entera. Una justificación de la existencia de la filosofía profesional reside en el hecho de que los hombres necesitan que haya quien examine críticamente estas extendidas e influyentes ideas.

Karl Popper, Cómo veo la filosofía


Dos centros de interés coparon este nuevo encuentro filosófico en Capileira: el orden del mundo y los prejuicios, quizás, una forma de desorden. Para los antiguos griegos el mundo es Cosmos, un orden que surgió del Caos. Veremos si aquella tarde de junio eso pudo tener lugar, veremos si se genera un mundo a partir de una tierra, como dice Heidegger que sucede en la obra de arte. Puesto que allí, en un encuentro como el nuestro, la creatividad siempre está a flor de piel. No se discute de filosofía, se hace filosofía juntos. Y acudieron, desde varios pueblos de la comarca de la Alpujarra granadina, a filosofar.

A pesar de todos los desajustes, de todos los desórdenes sociales, políticos, morales, ecológicos que atraviesan nuestra época, ¿soy yo capaz de apreciar algún orden en el mundo? ¿Al menos, en mi pequeño mundo cotidiano? Porque, a pesar de todo, el mundo continúa funcionando y la naturaleza, ¿no es verdad? Veamos lo que dieron de sí sus respuestas: el orden que busco para mí está todavía en la Alpujarra, por eso vivo aquí; siempre llega el orden, después; el orden es una madre dando el pecho a su bebé, todo está bien (además, ¡estaba ocurriendo allí, aquella misma tarde!); durante un paseo experimento esa armonía; yo la noto en el fondo de la gente, en el fondo la gente es buena; en la vida en los pueblos se palpa un orden más allá de lo que se ve; yo lo aprecio en la naturaleza que nos abarca; hay una magia en el mundo, todo va rodando por sí solo; estamos mejor que en otras ocasiones, muchas veces se aprecia mirando retrospectivamente; si no vemos tan fácilmente el orden natural y sus ciclos, es por el ruido de todo tipo en el que vivimos inmersos; y habría que sumar las respuestas de dos nuevas participantes que se retrasaron (se perdieron y se encontraron) y no pudieron participar de esta primera fase del café filosófico.

Si desean saber lo que viene a continuación pueden dejarse guiar por este itinerario, que siguieron los participantes, sobre la cuestión del día: los prejuicios. 1) ¿Qué es un prejuicio? 2) ¿Por qué hay prejuicios? 3) ¿Cómo podemos tratar de erradicarlos? 4) ¿Cómo hacer que un prejuicio se vuelva benigno?

Comenzaron por definir qué es un prejuicio, tan bien como lo pueda hacer el mejor de los diccionarios: se trata de una valoración o juicio previo, sin conocimiento del caso, la situación o la persona. Y claro, se entiende el prejuicio de forma negativa, como suele hacerse, como algo nocivo o dañino. Pero, casi sin darse cuenta, la discusión fue adoptando una posición más comprensiva con los prejuicios. Pues, si están ahí, alguna función habrán de cumplir en nuestras vidas.

Y, ¿por qué tenemos prejuicios? ¿Y por qué son tan frecuentes? Para empezar hay que saber que los prejuicios tienen un origen social y cultural, que generalmente, se alimentan de la falta de información sobre el caso, que el miedo a lo diferente es la mecha que lo enciende, que muchas veces está ahí por comodidad, que es por eso por lo que tendemos nosotros, los humanos, demasiado humanos (Nietzsche), a poner fácilmente etiquetas que no sabemos ni de donde nos vienen, pues suelen ser inconscientes en su origen o en su aplicación, y que mediante ellos, muchas veces, pretendemos dominar a otros seres humanos. Sí, un mini-tratado sobre los prejuicios desplegaron estos/as asistentes. Y de todo lo que dijeron, y sobre lo que estuvieron de acuerdo, este relator destacaría la tesis nietzscheana allí latente en sus palabras: necesitamos creer que ya sabemos, necesitamos encontrar con celeridad un sentido asequible, manejable, a todo aquello que no es afín a nosotros; lo que llamó este filósofo, de tan fino olfato para lo psicológico, voluntad de verdad.

¿Y qué podemos hacer para minimizar el daño que los prejuicios pueden producir? (Visto esto tanto desde el que los arroja, que se deshumaniza, como desde la víctima, que es deshumanizada. Para empezar, si arriba hemos descrito las causas, tratemos de considerarlas y de eliminarlas. Y ser conscientes y no pasar tan alegremente, por ejemplo, del “ten cuidado” al “eso es peligroso”. Y no olvidar que todos somos humanos, no olvidar esa conexión humana, y abrirse a lo humano: “el otro es como yo”, le pasa como a mí, va viviendo como yo, con sus carencias, sus deseos y sus temores. Y, para todo ello, como se ha dicho, la toma de conciencia, el ser conscientes, es la clave para desactivar los efectos nocivos de los prejuicios.

Pero esta afirmación, de una de las participantes, sacudió el encuentro: “el prejuicio te cuida”. Ya se había preparado el terreno antes, cuando apuntaron a Nietzsche sin saberlo, pero en este momento emergió con mucha fuerza. ¿De qué manera te cuida? El prejuicio es un lugar adecuado para ser conscientes de nosotros mismos, inclusive de nuestras sombras o puntos ciegos. Si los miramos con atención, conscientemente, podemos descubrir muchos de los mecanismos mentales que nos pasan desapercibidos y que están detrás, condicionándonos, impulsándonos, en todo cuanto hacemos o decimos. Un buen ejercicio filosófico éste de observar nuestros prejuicios, como acierta a decir Karl Popper. Ahora sabemos cómo volver benigno un prejuicio nuestro. El modo en que un prejuicio no nos separe de nosotros mismos ni tampoco de los demás. Muy interesante. 






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