Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

lunes, 10 de junio de 2024

LA SOGA


LA SOGA

Basada en una obra de teatro de Patrick Hamilton (1929), La soga (“Rope”, Alfred Hitchcock, 1948) fue una obra polémica en su momento, por las sutiles referencias al nazismo y a la homosexualidad, y también lo fue para los asistentes de esta sexta edición del ciclo Cine y Pensamiento, organizado por el Área de Cultura del Ayuntamiento de Vélez-Málaga, dada la animada discusión a que dio lugar... Toda obra de arte auténtica nos plantea verdaderas cuestiones que siempre nos atañen. Lo veremos ahora. Pero conviene reconocer de antemano dos peculiaridades de esta película: la primera, que toda la película está filmada en un falso plano-secuencia, dada la longitud de los rollos de la época, pero que en todo momento se nos aparece como si fuera verdadero, gracias a la pericia de su director; y la segunda, que se sabe desde el primer plano “quién ha matado a quien”, pero ello no le resta nada de intriga o de suspense. Esto era muy capaz de lograrlo Alfred Hitchcock, poniendo a su servicio la capacidad empática del observador. ¿Serán descubiertos los asesinos? ¿Abrirán de una vez el arcón donde se oculta el cadáver?

Pero a nosotros nos interesa descubrir las preguntas latentes, debajo de lo que estamos viendo, y poder filosofar sobre ellas, planteándolas de un modo consciente y lúcido. Desde las imágenes, a través de ellas... Uno de los protagonistas (interpretado por James Stuart) ha sido profesor (¡de filosofía!) de los ejecutores del crimen “perfecto”, que defendía “el asesinato como privilegio de unos pocos” y afirmaba aprobar el crimen, de una manera exageradamente irónica... Pero, claro, ¿era capaz su alumnado, todo su alumnado, de captar tal ironía y excentricidad crítica de tal método de enseñanza? Esto nos plantea el tema de la responsabilidad del educador, acerca de los contenidos y de los modos de transmitirlos. Además, ¿debe un profesor o maestro o educador, en general, mostrar sus propias creencias o su ideología a su alumnado? ¿Debe dar respuestas o hacer preguntas, hacer pensar? Fue uno de los objetos del diálogo de aquella tarde.

Relacionado con lo anterior, la película plantea una cuestión más profunda: las ideas son lo más peligroso. Los seres humanos actúan de acuerdo a sus ideas, lo que produce consecuencias en la práctica. De manera que si las ideas son inadecuadas, su puesta en acción puede llegar a ser dañina o peligrosa. Sabemos por experiencia histórica que cualquier actuación puede llegar a justificarse racionalmente... Por eso, el filósofo de la ciencia y de la política Karl Popper, insistía tanto en la necesidad de realizar constantemente un análisis crítico de nuestros pre-juicios. Según él, incluso ésa debería ser la función de la filosofía. Además, es muy importante saber que las ideas nunca mueren... y pueden reaparecer en cualquier tiempo o contexto. Todos podemos traer a la mente ejemplos actuales que nos preocupan. Y, por último, las son fácilmente manipulables o interpretables... una idea es una fina línea por la que es fácil despeñarse, y el filo de la navaja volverse funesto.

Esto lo sabía muy bien Friedrich Nietzsche. Pero también lo ha sufrido su filosofía: la mala interpretación de sus ideas. Cierta interpretación protofascista ha deformado en demasiadas ocasiones su obra, desde que su hermana se hizo cargo de su legado. Y esto lo recoge nuestra película. Ese tópico. Expresiones nietzscheanas como “más allá del bien y del mal”, “voluntad de poder”, “moral de esclavos y moral de señores” o su doctrina del hombre superior o “superhombre”, se ha tomado a veces como una excusa para justificar el dominio de unos seres humanos sobre otros, a través de un supuesto derecho de los más fuertes respecto a los más débiles. Precisamente, de esta manera defendían los asesinos en la película su crimen. Sin embargo, Nietzsche relacionaba la superioridad con una superioridad espiritual, afirmadora de la vida, con todo lo que ésta conlleva de placer o de sufrimiento. Una actitud trágica, muy consciente, de aceptación de lo que hay; amor fati, que decía. Sin embargo, y como ejemplo, es necesario saber, para interpretar adecuadamente sus doctrinas, que las figuras del artista creador y del niño son las que mejor representan aquella idea de un “hombre superior”, que es fiel a sí mismo y se ha emancipado del sentimiento aplastante de la culpa (que no es lo mismo que la responsabilidad).

Entonces, ¿quién es un ser superior? ¿Quién es el débil o encarna la debilidad humana? Así, el grupo de personas asistentes (bastante numeroso) que se quedaron a dialogar sobre las implicaciones filosóficas de la película, establecieron dos tipos o niveles de “superioridad”: una superioridad material o externa y una superioridad espiritual o interna. La primera, busca sentirse fuerte a través del dominio de los otros, a los que previamente ha de considerar débiles; una necesidad convertida en resentimiento. En el fondo, se siente débil, pero él no lo sabe o se oculta detrás de la fuerza o el sometimiento de los demás (o los que puede). Todos conocemos ejemplos de esta actitud, si lo miramos con atención: el tirano, el acosador, el maltratador, el explotador, el discriminador... que se ha investido a sí mismo de fuerza y de supuestas razones. El segundo tipo de superioridad, está basada en la nobleza o grandeza interior, en la autosatisfacción, en el autoconocimiento. Una autosuficiencia que no necesita ni depende de lo exterior. Ya es, y se siente, fuerte y seguro. Así es como lo blando vence a duro y lo flexible vence a lo rígido, dice el Tao. Esto nos lleva a tomar conciencia de que no sólo la víctima, sino también el verdugo, necesita ayuda (además, comprendemos mejor los casos en los que la víctima se ha convertido en verdugo). En fin, que nuestro profesor de filosofía (que también era humano, demasiado humano) comprendió lo que había hecho (o lo que había provocado), de una manera dramática en La soga. Salud y buenas ideas, y que también lo sean en la práctica.

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