Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

martes, 4 de junio de 2024

¿Por qué nos sentimos tan aislados?


Sobre el aislamiento social

Café Filosófico en Torre del Mar 3.5

11 de abril de 2024, Taberna El Oasis, 18:00 horas

Los compromisos del tipo “hasta que la muerte los separe” se convierten en contratos “mientras estemos satisfechos”, contratos temporarios y transitorios por definición, por decisión y por el costo pragmático de su impacto y, por lo tanto, propensos a ser rotos unilateralmente y evitar el precio de intentar salvarlos, toda vez que una de las partes huele una oportunidad más ventajosa fuera de esa sociedad.

Zygmut Bauman, Modernidad líquida


¿Por qué nos sentimos tan aislados unos de otros?

¿Cómo es posible que los seres humanos nos lleguemos a sentir tan separados, como islas de un archipiélago aislados, si las islas están unidas por la base de roca en la tierra, si el mismo mar las baña y nos permite navegar entre ellas y reconocernos unos a otros? ¿Por qué? ¿Por qué? El asombro movilizó el discurrir de estos filósofos que no vienen a escuchar charlas ni a competir con las palabras, sino a filosofar. Con nuestra presencia mostramos que aquí, entre nosotros, lo que prima es la relación, la conexión, la pertenencia, el formar parte sin tener que desaparecer yo. Veamos, con ellos y ellas, la manera de resolver este embrollo... o quizás tendríamos que disolverlo (como preferiría Ludwig Wittgenstein), pues no deja de ser bastante irreal todo aquello que nos confunde. Somos islas no aisladas. Pero así somos los seres humanos: a menudo, necesitamos perdernos para poder encontrarnos.

Sucede con el problema que aquella tarde les ofuscaba a los participantes, pero sucede lo mismo con el fenómeno de la admiración por las cualidades internas de otras personas que no somos (aparentemente) nosotros, algunos personajes de ficción, o bien, ciertos fenómenos de la naturaleza que nos despiertan el asombro. Si yo siento admiración por la fuerza o la vitalidad o la inteligencia o la eficacia o la voluntad de alguna persona o personaje, si yo puedo sentirlo, si soy capaz de sentirlo, sin duda, ya lo poseo de algún modo, de lo contrario no podría sentirlo, ni siquiera apreciarlo. Ahora bien, es posible que necesite desarrollarlo un poco más, o lo que sea necesario, pero no puedo decir que no me pertenece, que está fuera de mí en otro. Pues bien, esta cuestión les planteó el animador del encuentro y esto fue lo que dijeron: ¿qué cualidad admiras? La generosidad, el rigor, la entrega, la serenidad, la fortaleza, la armonía, la capacidad de sonreír, el orden, la valentía, la capacidad de trabajo, la luminosidad, la fluidez mental, la apertura a los demás, la capacidad de superación, la empatía, la tolerancia, el respeto, la integridad, ser capaz de no ver la televisión, la amplitud de miras... ¿Y qué cualidad interna es la que tú, lector, admiras fuera de ti? Vale... pues ya sabes que ¡está en ti! Si no, ¿cómo podrías llegar a saber que eso es admirable para ti? Míralo.

Es cierto, nos sentimos muy aislados, tantas veces, en este mundo complejo e inabarcable, que parece que funciona sin nosotros, que no nos necesita para nada. ¿Por qué nos sentimos tan aislados? ¿Se trata de causas externas o de causas internas? Y, comenzamos la singladura. El individualismo, el culto al yo, que promueve este sistema capitalista que nos cerca; el exceso de conectividad, que se traduce en conexiones virtuales y no reales; las excesivas posibilidades de movilidad, o los excesivos cambios a los que están sometidas nuestras vidas; la competitividad excesiva, las prisas, la aceleración de nuestra vida social, el exceso de monólogos... en fin, todo esto excesivo. Y nos conduce a desarraigarnos, desanimarnos, frustrarnos, deprimirnos... Pero, ¿y si dejamos de considerar el exceso? Todos esos factores por sí mismos podrían conducirnos a la interacción y la comunicación, podrían incluso mejorarla, pero, en exceso, se vuelven nocivos y contraproducentes, van contra nosotros mismos... Puede uno sentirse individuo, sentirse conectado, con mucha capacidad de movilidad, aprender a ser eficaz, desarraigarse de ciertas tradiciones... y no por ello sentirse uno aislado, solo, separado, triste, angustiado. El grupo comenzaba a intuir por dónde buscar la respuesta. Pero hacía falta una mayor maduración del diálogo.

Señaló una de las participantes que Zygmut Bauman ha llegado a hablar de “amistades líquidas” o de “amor líquido”. En las sociedades contemporáneas todo se vuelve tan complicado, tan incontrolable, que mejor quedarse con las relaciones “mientras estemos satisfechos”. Pasaba con mayor frecuencia en las sociedades más urbanas, pero todo se va igualando en todos los contextos sociales... de una manera gradual. Esto concluyeron los participantes. Hoy se ha desdibujado la separación entre lo urbano y lo rural o tradicional... y el exceso de que hablábamos lo invade todo (lo tergiversa y acaba contaminando las relaciones humanas).

Pero, querían seguir indagando: es fundamental, dijeron, el factor personal en estas circunstancias adversas que tienden a arrastrarnos y a diluirnos. Nuestra actitud o respuesta. Porque sabemos, por experiencia, que podemos sentirnos aislados aunque no estemos materialmente solos. Podemos sentirnos solos, estemos o no estemos conectados a las redes sociales... y lo contrario, sentirnos bien con nosotros mismos y con nuestro entorno, en cualquier circunstancia. ¿De qué depende? Pues, de nuestra maduración personal (nuestra autonomía, autosuficiencia, seguridad, sentido propio, autoconocimiento, autorrealización, suficientemente desarrollados). ¡Y esto es lo que muchas veces nos falta!, afirman. Es posible que podamos formar parte, sin que tengamos que desaparecer o desdibujarnos nosotros, si estamos bien situados, en nuestra propia identidad o realidad, nuestra autoconciencia. La conexión con esto interior nuestro y su desarrollo, nos hace a prueba de bombas. Si estoy en mí y me reconozco, y vivo mi propio valor, con plenitud, será difícil que que yo me sienta solo, aislado, desarraigado... Y podré vivir mejor en este mundo de soledades abundantes. Se trata de sentirnos unidos interiormente con el resto de la humanidad. Lo demás... cae por su propio pie.

Entonces, ¿qué hay del amor? El amor es esa unidad que sentimos con todo lo demás. Pero, ¿podemos sentir el amor sin desarrollar la capacidad de amar? La esencia del amor es amar... a pesar de las circunstancias, sin tener que esperar nada, ni siquiera el ser correspondidos. Esto es lo que depende de nosotros. Si aprendemos a amar, a nosotros mismos, a los demás, a todos los seres que nos rodean, si aprendo a confiar en la vida (la vida en nosotros), nunca me sentiré aislado, separado, perdido... por mucho que se empeñen las circunstancias. El que lo ha probado, lo sabe.


2 comentarios:

  1. Muy interesante. Qué pena no vivir en Torre del Mar y poder unirme a estas tertulias.

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    1. Muchas gracias Ulla. También se viene haciendo en Córdoba y en Granada... Mientras tanto, tienes este blog. Abrazos!

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