Los Cafés
filosóficos comenzaron en Francia, y desde ahí se han ido exportando a
otras regiones del planeta. En 1992, Marc Sautet, profesor de Filosofía
Política de la Universidad de París, comentó en un programa de radio que se
reunía cada domingo por la mañana con unos amigos para filosofar en un café
junto a la Bastilla, el Café des Phares. Cuál no sería su sorpresa,
cuando al domingo siguiente había allí un nutrido grupo de personas dispuestas
a secundar la experiencia. Dispuestas a participar en este tipo de discusiones
informales que se fue extendiendo cada vez más, lo que le llevó a organizar un
poco los encuentros proponiendo algunas reglas básicas de funcionamiento, de
manera que no se volvieran excesivamente caóticos. En nuestro país han comenzado
a funcionar ya algunos en varias ciudades y, desde aquí, hemos querido
contribuir un poco a esta intención de sacar a la filosofía de su encierro
académico.
El café filosófico es la modalidad más popular de la corriente de filosofía actual llamada Práctica Filosófica, junto a los diálogos socráticos, la consulta filosófica o el taller de filosofía. Su pretensión básica es la de
tomar a la filosofía como algo que se practica fuera del aula convencional, al
alcance de cualquiera sin conocimientos previos de filosofía y en donde pueden
reunirse personas de edades e intereses variados. La inspiración más lejana la
podemos hallar en la actividad que Sócrates realizaba con sus conciudadanos en
Atenas, quien mostraba con su práctica que todos tenemos la necesidad de
ahondar en lo que nos afecta y la capacidad innata para investigar sobre ello,
si los demás nos ayudan a sacar de nosotros mismos lo que tenemos escondido en
nuestra experiencia y en nuestra mente.
Se trata de una actividad en la que se realiza una indagación con la presencia de un moderador, generalmente un filósofo. Por lo tanto, no se trata de una tertulia ni de un debate filosófico, sino una investigación conjunta sobre alguna cuestión o problema que interese o preocupe a los asistentes, moderada por un experto en filosofía práctica. Esta circunstancia hace que la metodología seguida convierta en formalmente filosófico a cualquier tema tratado, aunque no sea de por sí estrictamente filosófico.
Se trata de una actividad en la que se realiza una indagación con la presencia de un moderador, generalmente un filósofo. Por lo tanto, no se trata de una tertulia ni de un debate filosófico, sino una investigación conjunta sobre alguna cuestión o problema que interese o preocupe a los asistentes, moderada por un experto en filosofía práctica. Esta circunstancia hace que la metodología seguida convierta en formalmente filosófico a cualquier tema tratado, aunque no sea de por sí estrictamente filosófico.
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