Desde siempre se ha sabido que la autarquía, ser capaz de autogobernarse, ser capaz de pensar y de actuar por uno mismo sin la dirección de otro, como decía Kant, es una seña de identidad, una virtud, del modo de vida más sabio. Algunos pueden pensar que la filosofía poco tiene hoy que decir, pero el olvido de lo más básico, por más obvio que parezca, puede generar con el correr de la acción y del tiempo grandes males. Si los Estados se han vuelto gradualmente dependientes de los “mercados financieros” (una entidad no eterna sino socialmente construida), para financiarse y sufragar sus apuestas electorales, es decir, su cosecha de votos a cuatro años vista plantando obras y exhibiciones deslumbrantes, era natural que “ellos” acabaran tomando las decisiones que más les convenían para poder autoregularse por sí mismos y mantenerse vivos, poniendo a su servicio a la política, que ahora tiene que “ganarse su confianza” para que, graciosamente, dé un respiro a la presión del beneficio a toda costa del pueblo y la economía real, esa economía virtual que ha logrado interactuar con ella y controlarla. La independencia absoluta es imposible, pero la dependencia adquirida, la económica incluida, siempre se cobra el precio de la heteronomía: te maleduca y te vuelve aún más dependiente e incapaz de valerte por ti mismo. Mucho tiene hoy que decir la filosofía de todos los tiempos. Procura ser autónomo, la dependencia se paga cara, individual y socialmente.
Es también lo que recuerda esta llamada a la indignación global del 15-O:
"Hoy, más que nunca, fuerzas globales determinan nuestras vidas. Nuestros trabajos, nuestra salud, nuestra vivienda, nuestra educación y nuestras pensiones están controladas por los bancos internacionales, el mercado, los paraísos fiscales, las corporaciones y las crisis financieras. Nuestro medio ambiente está siendo destruido por contaminación en otros continentes. Nuestra seguridad la determinan las guerras y el comercio de armas, drogas y recursos naturales que benefician a personas fuera de nuestras fronteras. Estamos perdiendo el control sobre nuestras vidas. Esto debe terminar. Esto va a terminar. Los ciudadanos del mundo debemos recuperar el control sobre las decisiones que nos afectan a todos los niveles – de global a local. Esto es democracia global. Esto es lo que hoy exigimos".
Del Manifiesto "¡Globalicemos la Plaza Tahrir! ¡Globalicemos la Puerta del Sol!"
Intelecuales como Naomi Klein, Noam Chomsky y Eduardo Galeano firman un manifiesto global de apoyo a las marchas del 15-O (Fuente: PÚBLICO.ES, 15/10/2011 01:00)
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