De los primeros
filósofos de la tradición occidental -llamados filósofos
presocráticos- solamente conservamos breves fragmentos de su
pensamiento, generalmente hallados en las obras de otros autores
posteriores, pero de Parménides de Elea podemos leer reunida
una buena cantidad de versos del Poema donde expone su teoría
racional (según Lógos) de la la Phýsis, su tratado
sobre el Ser (acerca de todo lo que hay). Sorprende el elevado nivel
de abstracción, por ligar metafísicamente la lógica, el lenguaje,
el pensamiento y la realidad. Todo en Uno. El Ser es. “Lo mismo es
ser y pensar”. Históricamente, dicen que pasa por ser la primera
manifestación explícita del racionalismo occidental. La
lógica de la razón señala la realidad. Sólo es aceptable
racionalmente lo que es acorde a la lógica racional. A es
igual a A (principio de identidad). A no puede ser no A
(principio de no-contradicción). A o no A (principio de
tercero excluido), pero es imposible a la vez afirmar A y no A.
Un absurdo, una contradicción, algo imposible. Las reglas lógicas
de la razón establecen las leyes de la naturaleza. Aquello que es
natural que sea. Cualquier ley científica -de ahí en adelante-, al
menos, ha de ser coherente, lógicamente aceptable, de lo contrario,
no sería una ley científica. Aunque lo estemos observando... los
sentidos nos engañan. Aunque lo estemos notando así en
nuestro cuerpo, nuestros sentidos internos nos engañan.
Y la diosa me recibió benévola, tomó mi mano derecha sobre al
suya, y me habló con estas palabras: “Oh, joven, que en compañía
de inmortales jinetes y las yeguas que te conducen, llegas hasta
nuestra morada, ¡bienvenido! Pues no es un hado funesto quien te ha
enviado a andar por este camino (está apartado, en efecto, del paso
de los hombres), sino Temis y Dike. Y ahora es necesario que te
enteres de todo: por un lado, el corazón inestremecible de la verdad
bien redonda; por otro, las opiniones de los mortales, para los
cuales no hay fe verdadera”.
A pesar del aparente
racionalismo, este Poema de Parménides Sobre la
naturaleza (Phýsis) comienza con una larga introducción
mítica (según Mithos). Una revelación de la diosa. Hay
tres caminos posibles y sólo uno es la verdad: la
consciencia de que lo que es, es; una cosa es idéntica a sí
misma (principio lógico-metafísico de identidad). “El Ser
es y el no ser no es”. Perogrullada, que es la base de nuestro
pensamiento de la realidad. No podemos pensarla de otro modo, por lo
tanto no existe nada de otro modo. La nada, el no-ser no es y es
imposible que sea. Esta otra vía no te la aconseja la diosa.
Lleva al absurdo racional, a la locura, a la autodestrucción humana,
cuya naturaleza es racional por antonomasia. Tampoco, aquella a la
que se ven abocados los seres humanos para tratar de sobrevivir en
este mundo cambiante. Aún, al precio de volverse monstruos
bicéfalos, a quienes una cabeza les dice que algo es, y
otra que no es. El árbol es uno y no es uno, cambia. Pero,
pasar del ser al no-ser (o viceversa) es un absurdo irracional
ilógico. Visto desde un nivel superior de conciencia. La evolución
y el crecimiento son apariencia, ni vida ni muerte, sólo el Ser es;
siempre permanece uno e idéntico a sí mismo. Ésta es la
Realidad. Profunda. En el fondo, todo es Uno, eterno, inmóvil
presente constante. Permanente. Las formas se suceden, parece
que cambian, que se mueven, pero el Todo no cambia ni se mueve. Pues,
todo sucede dentro de ese Todo que es. El Todo, en cuanto tal todo,
no cambia. Quien llega a comprender esto obtiene la sabiduría,
pues ha seguido el camino de la verdad, única y auténtica.
Eterna. Es un conocimiento divino, que sólo puede ser
revelado por un dios a otro ser capaz de comprender, que por
eso mismo, es también divino. Rezaba un principio griego muy
antiguo: “Aquel que conoce y lo conocido, en el mismo acto de
conocer se identifican”. Ha de ser parejo su nivel de sutileza,
la mente y la realidad a la que atiende.
Podemos negarnos a ver
lo que es, negarnos a aceptar las cosas tal y como son.
Viviremos mal. Si algo es, no puedo decir que no lo es, no puedo
quererlo. Me llevará a la neurosis, al sufrimiento. Si algo es, lo
mejor que puedo hacer es aceptarlo tal como es. Un hecho, que ha
sucedido, que está ahí. Por tanto, aquí y ahora. Presente. Lo
mejor que puedo hacer es atenderlo como merece. Cuanto más me
resista, más sufriré. La realidad es como es... Siento dolor
por una pérdida, temor por lo que ha de venir, mi empresa ha salido
mal, descubro que hay cosas que no dependen de mí... Lo primero,
necesario, permanecer ahí, en la realidad, sin subterfugios
ni huidas -esas ficciones o falsos paraísos que encontramos-. Y
luego, navegar por ella, tal como es. Atravesarla, si es
dolorosa. “El dolor es un túnel: / hay salida” (Josep M.
Rodríguez). Al atravesar el túnel-dolor, llegaremos a la verdad del
dolor, una ausencia de lo que verdaderamente es, de lo que
somos -plenitud, paz, felicidad-, que ha sido removido por las
circunstancias y, sobre todo, por una respuesta limitada mía,
errónea. Me he basado en mis ideas
y no en la realidad, en una imagen mental y no en lo que son
las cosas. Primero, he de mirar y aceptar lo que es,
también lo que estoy sintiendo; luego,
ver y comprender mis ideas erróneas de lo que está
sucediendo, en mí o fuera de mí; a continuación, dejar
de identificarme con esa imagen
que me he formado de la realidad, soltarla; y, finalmente,
responder de una manera diferente a la situación, creativa.
Creadora. No se producirá dolor. No dejará residuo del
dolor, subterráneo, producto de la represión de lo que es,
de lo que soy, viviendo lo que no soy. El ser es. El no-ser no es.
Actitud. Aceptación.
Publicado en Homonosapiens
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