Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

jueves, 8 de agosto de 2024

¿Por qué nuestra pasividad?

Acequia alta, Berto Martínez Tello. Óleo sobre liezo. 190x170 cm. 2023.


Sobre la pasividad

Café Filosófico en Capileira 3.2

03 de agosto de 2024, Biblioteca Pública, 19:00 horas


La pereza y la cobardía con las causas de que una gran parte de los hombres permanezca, gustosamente, en minoría de edad a lo largo de la vida, a pesar de que hace ya tiempo la naturaleza los liberó de dirección ajena (naturaliter majorennes): y por eso es tan fácil para otros erigirse en sus tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un director espiritual que reemplaza mi conciencia moral, un médico que me prescribe la dieta, etc., entonces, no necesito esforzarme. Si puedo pagar, no tengo necesidad de pensar: otro asumirá por mi tan fastidiosa tarea. Aquellos tutores que tan bondadosamente han tomado sobre sí la tarea de supervisión se encargan ya de que el paso hacia la mayoría de edad, además de ser difícil, sea considerado peligroso para la mayoría de los hombres.

Immanuel Kant


¿Por qué nuestra pasividad?

Después de bastantes meses sin nuestras acostumbradas actividades filosóficas en Capileira, que se echaban de menos, volvemos con un nuevo Café filosófico. De todos modos, el contacto en absoluto se había perdido, especialmente, a través del proyecto-libro Oda a la luz de Acequias y Tinaos, cuyos beneficios buscan contribuir al cuidado y mantenimiento de las acequias de estas altas tierras (sin cuya existencia la vida de sus poblaciones no sería viable, ni la conservación del rico patrimonio natural y cultural de este territorio de montaña), donando dichos beneficios a la Comunidad de Regantes de la Acequia de los Lugares; esta acequia, que es una de las arterias principales del ecosistema del Barranco del Poqueira. Verdaderamente, este libro pictórico-poético es un acto de amor por estas tierras. Y trata de devolver algo de lo que les ha dado a sus autores. Se comenzó presentando este proyecto solidario en el mismo Capileira, siguió luego Órgiva, más tarde Vélez-Málaga (donde también se halla ubicada una exposición en el Centro de Arte Contemporáneo, hasta el 11 de agosto) y, por último, se ha presentado en el Balneario de Lanjarón. Están previstas nuevas presentaciones del proyecto y del libro en Bubión (22 de agosto), Pampaneira (29 de agosto) y, muy posiblemente, en Granada capital y en otras poblaciones de Las Alpujarras granadina y almeriense. Aparte de las presentaciones, esta obra puede conseguirse (para quien desee colaborar) en el Art Studio (Capileira) de Berto Martínez Tello y en la siguiente dirección de correo electrónico: info@editorialdosaguas.com.

Retomando el objeto de este relato, diremos que, precisamente, el tema del diálogo filosófico está relacionado con nuestras actitudes ante aquello que pueda ser valioso: la pasividad, en la que a menudo caemos, era la actitud que a los participantes les preocupaba aquella tarde. Porque hay situaciones en las que es necesario implicarse, cada uno lo que pueda, en la medida en que pueda. Previamente, como es ya habitual, el facilitador del encuentro propuso una cuestión de autorreflexión, en esta ocasión, relacionada con el asombro, que no otra actitud es el principio del filosofar, según han dejado dicho el viejo Aristóteles y nuestra contemporánea María Zambrano. Mirar como si viéramos por primera vez. Extrañarse. Es el modo de poder percibir una realidad como realidad, en su valor propio, sin interpretaciones ni juicios previos, sin temores o deseos venideros. Estar abierto a la presencia, en cuanto tal presencia; el Ser de un ser, que diría Heidegger. Para ello, nosotros mismos hemos de estar presentes, y no ausentes, de tantas maneras como lo estamos habitualmente. Cuando dejamos ser a lo que es, entonces, en dicho estado de presencia, aparece la belleza, aparece el bien, aparece la verdad. Como lo expresaba Schelling, “dejar de ser para dejar ser”. Pues bien, los participantes, ellos y ellas, habían vivido dicho asombro (habían mantenido esta actitud) en situaciones como las siguientes: ante la nieve, ante unos ojos, ante la mentira (el porqué de la mentira), ante una planta que ha sido capaz de brotar en un sitio que parecía imposible, ante la idea de la antimateria, al acabar de leer un poema, con la luna del este saliendo por el barranco, ante la mirada sonriente de un niño, a pesar de sus circunstancias... seguro que tú también, querido lector o lectora, has sentido ese asombro originario que desencadena una pregunta, que constata un hecho, que lleva a percibir con claridad, o simplemente, ser testigo de una presencia pura de la realidad.

¿Por qué, en ocasiones, somos tan pasivos?, cuando se necesita de nuestra intervención, porque la cosa depende de nosotros (en el sentido de la distinción de Epicteto: “lo que depende y lo que no depende de nosotros”). ¿Por qué se ha normalizado la pasividad? ¿Es posible que interese dicha pasividad de la población? Estas preguntas dirigieron el diálogo. Aunque, de hecho, la primera acogió a las otras dos... Lo iremos viendo a continuación. Lo primero fue lograr unanimidad sobre el punto de partida, porque no todos pensaban que predomina la pasividad en nuestra sociedad. Hay de todo, dijeron algunos, personas muy implicadas o otras que no lo son tanto y prefieren distraerse con variados entretenimientos... Así pues, el grupo acordó hablar de aquellos casos en los que destaca esa pasividad: cuando hay pasividad, por qué la hay. De esta manera, se fueron enunciando (y justificando) algunas hipótesis que podrían explicar este fenómeno individual que se aprecia también en la sociedad: a) no nos sentimos apoyados en nuestras iniciativa y nos desanimamos; b) socialmente, estamos condicionados por fuerzas que buscan nuestra pasividad para mantener su estatus; c) la comodidad, nos volvemos cómodos, la comodidad es un coladero de la pasividad; d) también nos volvemos pasivos porque vemos que nuestra pretensión es, en el fondo, irreal o imposible de lograr; e) no vemos el problema, no somos capaces de verlo, el vidrio de nuestras gafas está empañado o turbio. Y fueron poniendo algunos ejemplos cercanos, conforme iban justificando cada una de sus hipótesis; entre ellos, disparó alguna discusión el escaso apoyo que está suscitando la reivindicación de un hospital público para la comarca. Más o menos en esos momentos, el facilitador del encuentro preguntó: si las personas están condicionadas en su pasividad (por el desánimo, la presión externa, la comodidad, la falta de confianza, las gafas empañadas), entonces, ¿somos condicionables? Esto introdujo, inicialmente, una perplejidad o asombro entre los participantes, que luego permitió al diálogo encontrar nuevos cauces de discusión. Si algo me condiciona, mi conducta, mi pensamiento, mis emociones, no sería posible sin mi complicidad, consciente o inconsciente. No sería posible sin que yo formara parte del proceso. Por contra, nada podría condicionarme tan fácilmente, si yo tomara conciencia de dichas condiciones o condicionamientos, ¿no es cierto?

Desde este fondo, el animador preguntó entonces: ¿qué factor, de los que habéis dicho antes, nos convierte en personas más condicionables?, ¿cuál de ellos estaría en la base de los demás? Y casi todos respondieron: ¡la comodidad! Efectivamente, si lo miramos bien, la comodidad yace bajo los demás factores: si no me apoyan, me rindo y vuelvo a mi rutina; si pretenden que nada cambie y tienen poder para ello, me aferro a lo que tengo o he logrado; si algo me parece imposible, para qué molestarse; también, prefiero ver las cosas como siempre las he visto, es menos arriesgado para mí. Pero el grupo de investigación que se ha reunido en la Biblioteca de Capileira no se podía quedar ahí. Continuó indagando, ahondando. ¿Hay algún factor o rasgo más, de nuestro modo de vivir, que pueda sumarse a la comodidad y afianzar la pasividad, que tanto nos preocupa? Pues sí, dijeron: el interés egoísta y la falta de autoconocimiento. Y, sin dificultad, puede comprobarse que estos dos nuevos ingredientes de nuestra pasividad tiran bastante para casa (este trabajo de comprobación te lo dejo para ti, querido lector o lectora).

El mismo procedimiento anterior fue aún más lejos: ¿cuál de los tres factores, la comodidad, el interés egoísta o la falta de autoconocimiento, está en la base de los demás? Y de nuevo, lo vieron muy claro: ¡el desconocimiento de nosotros mismos! Dicho positivamente: la importancia central de conocernos a nosotros mismos, el autoconocimiento. ¡Qué lejos nos había llevado la indagación filosófica! Desde la pasividad hasta el autoconocimiento, pasando por nuestra propia participación en nuestra pasividad... Ya sabíamos lo que debíamos cultivar, lo que debemos cultivar y desarrollar... para no ser marionetas, cuyos hilos son movidos por otros: nuestras limitaciones, tanto internas como externas. Para ser mayores de edad, más allá de la edad que se tenga, como ya nos dejó escrito Immanuel Kant. Como esta luz nos alumbraba lo suficiente por ahora, se dio por acabado el encuentro filosófico. Y todos nos fuimos para las Eras de Aldeire, que allí nos esperaba un atractivo concierto de jazz al aire libre, al borde del barranco del río Poqueira (que no es lo mismo que al borde de un abismo). ¡Para eso habíamos filosofado juntos! La filosofía no puede separarse de la vida, porque la filosofía practicada junto a otras personas también es vivir. ¡Mucha salud... y hasta pronto!

8 comentarios:

  1. Una charla interesantísima y para mí hasta ahora desconocida y que te abre a participar y dialogar dando nuestro punto de vista sobre temas actuales y de la vida diaria . Ojalá y tenga la oportunidad de volver a participar nuevamente
    Un cordial saludo.
    Loli.

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    1. Bueno, el contenido del diálogo es todo vuestro... yo sólo le dado forma. Seguro que lo repetiremos, pero la experiencia es siempre nueva! Gracias, un abrazo!

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  2. Bravo al facilitador y al grupo de vecinos que han hecho posible este artículo. A la espera de vuestra siguiente Publicación, os animo a seguir y así mismo a animarme a seguiros. Saludos

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    1. Gracias por tu comentario... y por querer seguir nuestras andanzas filosóficas. Y mejor todavía, si te animaras a filosofar juntos. Un abrazo!

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  3. Agradecida siempre a Antonio ,por emplear su tiempo y conocimiento,una tarde muy amena.

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    1. Gracias a vosotras por acudir a la llamada de la filosofía practicada! Abrazos!

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  4. Nunca se sale de un Café Filosófico sin haber aprendido algo, sin repensar lo allí comentado, sin otra perspectiva. Gracias, Antonio.

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    1. Gracias, de eso se trata, a eso vamos, para eso lo hacemos... si no, para qué! Un abrazo!

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