Café filosófico Castro 3.3
Biblioteca
Municipal de Castro del Río, 3 de mayo de 2012, a las 19:00 horas.
¿Estamos
dispuestos a implicarnos?
En
una época como la que vivimos, se dice que de apatía general (aunque esto
quizás esté comenzando a cambiar), espolear a la acción tomando conciencia de
lo que necesitamos para sentirnos concernidos, para ello, un café filosófico
dedicado a la implicación personal puede ser muy conveniente. En particular, muy
útil para las personas que frecuentan el nuestro, pues son personas que se
implican y se descorazonan de la poca implicación de las gentes que viven y
sufren hoy día. Y eso mismo investigaron: cuándo estamos dispuestos a
implicarnos, la condición necesaria para implicarnos. Os gustará.
Y
quizás la culpa de que saliera a la palestra de la discusión filosófica esta
temática la tuvo el que se les propusiera a los participantes el relato
personal de “el último momento vivido muy conscientemente”. Ser conscientes
debe ser útil para todo lo demás de la vida, y por eso venimos a filosofar en
una reunión como ésta, pero es lógico que si tomo conciencia por un momento de
lo que me rodea, también puedo darme
cuenta de si habitualmente me doy cuenta y de si hago algo cuando me doy cuenta
de algo. No es un galimatías, no te preocupes, es sencillo: soy consciente
de A… ¿estoy dispuesto a implicarme con A? Pues, a eso íbamos entre todos.
A la
primera participante que intervino, hace poco que había tenido un momento de
indignación ante un problema social que le afectaba de cerca, lo cual le hizo
tomar clara conciencia de ello (¿o quizás ocurrió al revés?); aquella misma
tarde, con el grupo de lectura en que participan cada semana, dos participantes
habían estado leyendo un libro sobre la reencarnación, esto constituyó para
ellas un momento único (y esto no era lo extraordinario, sino que hubieran sentido
lo mismo al mismo tiempo; la magia no está tan lejos de nosotros); y quién dice
que la televisión no nos puede hacer pensar (el filosofar no tiene materia, la
perspectiva que se adopta vuelve filosófica a cualquier materia): a otro de los
participantes presenciar el debate, o pseudo-debate, del programa televisivo De
buena ley, le llevó a darse cuenta de la presencia de un determinado tipo
de casos en los que se muestra la falta de responsabilidad de alguna gente; el
siguiente participante, sin embargo, no se implicó mucho, pero sí quiso implicar
a los demás de un modo que multiplique nuestra capacidad de conciencia: vivir
el presente para poder controlar mejor tu vida (¿se puede estar viviendo y
a la vez ser consciente de lo que se está viviendo?); el último interviniente,
que no el último participante de la reunión,
quiso poner en cuestión el trabajo que se estaba realizando, y fue
curioso, pues quiso preguntar a todos qué es el espíritu, con el
objetivo de poner en cuestión la existencia de la vida espiritual, que sin
duda, a decir de los demás, sería otra, porque la vida espiritual que allí aquella
tarde se estaba relatando, y se estaba viviendo, era de lo más real.
¿Estamos
dispuestos a implicarnos? Se van discutiendo distintas opiniones sobre la
falta o no de implicación de la población en los problemas sociales y
económicos actuales. Se aportan ejemplos para comprobar en la práctica y entre
los mismos participantes (el moderador no necesitaba hacer nada, la veteranía
de estos participantes lo hace innecesario), si estaríamos dispuestos a
implicarnos, qué estaríamos dispuestos a hacer, a qué seríamos capaces de
renunciar por un bien social mayor. Pero, ¿a qué se deben estas dudas, estas
sospechas? Responde el grupo: “es que vivimos en una época muy individualista”.
Nos sentimos hormiguitas frente al Estado, frente al sistema. Apunta alguno
versado en conocimientos de historia de la filosofía que habría un paralelismo
con la época helenística griega: donde primaba, dice el tópico, la búsqueda de
la felicidad de cada uno, la salvación individual. Es cierto, sociológicamente,
vivimos en una sociedad compleja, una macro-sociedad inabarcable. Pero también
lo es que es posible inventar o reinventar formas de participación política más
directa, una democracia participativa. Ellos mismos van replicándose y
contrarreplicándose mutuamente. Es una gozada para el moderador, que en un
punto maduro de la discusión, decide intervenir: ¿somos individualistas o nos
hemos vuelto individualistas? Adoptan por unanimidad la segunda posibilidad: es
algo inducido por el liberalismo económico-político triunfante. Contraataca el
moderador: se están haciendo críticas y propuestas muy radicales, que van al
núcleo mismo del sistema, y os estáis implicando, pero ¿qué es implicarse?
“Implicarse
es hacer que triunfe mi idea”. Se pone a prueba esta hipótesis de uno de los
participantes. ¿Puede haber verdadera implicación de uno solo? ¿Tiene
sentido? ¿Tiene futuro? Solamente es un punto de partida. Así no es muy eficaz.
“Falta un proyecto colectivo que ilusione”. Esta fue la intuición a que llegó con
claridad y convicción este otro participante. Faltaba también esa palabra:
proyecto colectivo. Darse cuenta de esta clave fue crucial para el
desarrollo y para el resultado de este café filosófico. ¡Podíamos tener delante
de nuestro ojos el ingrediente fundamental para implicarse!, y además
eficazmente. Su detonante social e individual.
Vamos
ahora con la parte de la ilusión en ese “proyecto colectivo que
ilusione”. Cómo lograr dicho proyecto,
si intervienen las emociones. Si tomamos partido, nos implicamos también con nuestros
sentimientos y emociones, y si no, no hay implicación de verdad. Por tanto, en
este caso, necesitamos una ilusión colectiva (precisamente para que no se
cumpla el otro sentido iluso de la palabra “ilusión”). Pero, claro, si
establecemos diálogos autistas no será posible. La política profesional
actual, tal como se ejerce, que algunos de los participantes tildan de
“política de salón”, “política de puesta en escena”, esta forma de hacer
política, ¿ilusiona? Respuesta categórica de los participantes: NO. Necesitamos
un proyecto político alternativo que ilusione. ¿Lo tenemos a la vista? No. Para
ello hace falta creatividad. ¿Son creativos nuestros partidos políticos?
No. ¿Qué pensáis vosotros? ¿Verdad que se implicaron fuertemente aquella tarde
nuestros protagonistas?
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