4 – Condiciones para el buen gobierno
¿Es bueno para
todos nosotros que la política sea una profesión? No lo parece a tenor de los
hechos. Así observamos a los centenares o miles de truanes dedicados de por
vida a la política. Se ha convertido en una de las grandes salidas
profesionales de estos tiempos. Extrapolando la función que tenían como forma
de ganarse la vida —en otros tiempos no tan remotos— el ejército, la iglesia o
el embarco a unas indias cualquiera para labrarse una mejor fortuna. Seguir la
carrera política ofrece prestigio social, favores que canjear y una vida
plagada de comisiones, gastos de representación e información privilegiada. Y
si las cosas se tuercen al cabo de un tiempo —muchos tienen suerte y nos les
pasa—, he tenido tiempo de preparar mi jubilación aceptando la acogida que se
me oferta con intereses desde sector privado. Primera condición, que ya ha sido
señalada, para estar en política responsablemente y se te pueda conceder dicho
privilegio: estar preparado y demostrarlo al pueblo, que controlaría tu gestión
muy de cerca. Segunda condición: además de perseguir el bien común, tu paso por
la política estará delimitado temporalmente. Tú ya tienes una profesión
u ocupación laboral, la que sea —siempre que no sea la de vago o maleante, ni
tengas antecedentes por tu escaso amor a lo público— y luego vuelves a tu misma
profesión al cabo de un número determinado de años: pongamos entre cinco y diez.
¡Y no podrías tener más patrimonio del que tenías antes de tu función política!
—Hombre, así no me interesa. Tanta responsabilidad, estar con éste y con el otro,
tantas horas sin horario de dedicación…, no lo quiero para mí y no lo aconsejo
a mis hijos y conocidos. Ya que estoy ahí trabajando para tantos, ¡que yo saque
algo! ¡Hombre, por favor, habrase visto! ¡Que luego son muchos los que se
benefician de mi trabajo y de mi buena labia! ¿Por qué no habría yo de sacarle
también partido? No se puede decir, pero se puede hacer, y si me pillan, diré
que no me arrepiento de nada, que tengo mi conciencia muy tranquila, ya que eso
es lo que se hace y es lo que hace la mayoría, y si no, para qué… (esto ya lo
diría off the record) —No te preocupes, si tu casta da un paso atrás,
dejaríais sitio para muchas personas valiosas y honestas que están ahí y no se
atreven porque saben cómo es la política y están muy desencantados (de hecho,
muchos dejaron la política… y dejaron el campo libre a otros con menos
escrúpulos). Tercera condición: el pueblo tiene derecho a saber de ti, “ya
que quieres trabajar para nosotros…, queremos ver también tu currículo oculto a
través de los que han estado contigo, a los que has mandado, los has beneficiado
o los has perjudicado con tus decisiones. Y te queremos conocer muy bien, tu
vida pública al dedillo, con total transparencia, por si luego nos mientes o
nos ocultaste algo en su día. ¿Y qué piensas del mundo en que vives, cómo te
ves a ti mismo y a la humanidad, qué, cómo ves su futuro? ¿Cómo estás de ética,
has superado el nivel tres de desarrollo moral en la escala de Kohlberg (pongamos
por caso)? Recuerda: el primer nivel se rige por premios y castigos, y todo
está bien hecho mientras no te pillen (ahí están situados los niños hasta los
seis o siete años); el segundo, sigue la máxima del ojo por ojo, hago lo que me
hacen, hago lo que veo y me adapto muy bien a las circunstancias; esto empieza
a cambiar hacia la adolescencia, estadio tercero en el que ya tienes muy en
cuenta el efecto que causamos en los demás, y entonces preocupa mucho el quedar
bien ante los que son como tú, para recibir reconocimiento y elogios”. —¡Ah!
¿Pero se puede llegar más lejos en el desarrollo personal. —Pues sí, ¿no lo
sabías? Hay tres grados más…
Eres la voz que clama en el estío, pero que sepas que lo que es leerte, te leemos, aquí y en papiro.
ResponderEliminar¡Menos mal! Pensaba que clamaba en el desierto.
ResponderEliminarCon lo actual que es, por desgracia...
Buen verano.