Café
Filosófico en Vélez-Málaga 10.5
15
de febrero de 2019, cafetería Bentomiz, 17:30 horas
¿Es posible que
haya buenas adicciones? Seguramente tu postura será contraria. Sin
embargo, ¿dispones de una respuesta clara que certifique dicha
intuición? Para eso, precisamente, sirve reunirse con otras personas
como tú, aunque sean diferentes en edades e intereses específicos,
para aclararse uno mejor a sí mismo. ¡La utilidad de lo inútil!,
que dicen con razón... Además, habrás de saber que es bastante
complicado vivir cada día sin una mínima confianza..., vivir con
desconfianza, vaya. Podíamos decir que la confianza es una especie
de “entrega activa y consciente a algo o a alguien”. Vivir
mínimamente centrados, con confianza en el largo plazo, entregando
el resultado ya de antemano, es la base de nuestra acción despierta,
es la base de la aceptación, sobre todo de aquello que no depende de
nosotros, y es la base de unas relaciones sanas con nosotros mismos,
con los demás y con el mundo. Así que mira a ver: ¿tú,
en qué confías? Esto mismo se les preguntó a los
participantes de este café filosófico de un febrero que va
trayéndonos a diario algo más de luz. Lo que sobre esto
descubrieron, esta vez lo guardo para ellos mismos.
Se mostraron los
reunidos muy analíticos, de manera que empezaron por delimitar los
componentes básicos de toda adicción (luego determinaron su origen
o causas): tú no dominas, te domina; dependes de ello; activa
elementos químicos de tu cerebro que a base de reiteración te
engancha; implica trastornos de tu personalidad y de tu entorno
social; siempre está vinculada la adicción a un hábito; la
voluntad queda anulada en mayor o en menor medida; supone un refugio
o huida de “heridas” muy profundas en el sujeto, no curadas; se
trata de una necesidad creada o adquirida, no natural o básica;
suele contener un patrón de conducta imitativa, mecánica o
inconsciente; también establecieron un componente de evolución
cultural, según modas sociales. Con todos estos rasgos básicos tú
mismo/a puedes construir una preciosa (y desgraciada) definición de
“adicción”, como ellos y ellas mismos hicieron. Si estuviéramos
en un Taller de filosofía, a continuación, por grupos, propondrían
a todos los participantes, para su discusión y progresiva
depuración, una definición provisional. Pero no era el contexto,
así que se esbozaron algunas posibles nociones de adicción y se
siguió adelante, tras las causas u origen de la misma.
La presión social,
las heridas, el sistema económico que nos empuja a ello (no hay nada
más rentable que consumidores adictos...), una predisposición
genética, que no es lo mismo que una determinación necesaria de que
suceda siempre, un ambiente social precario, material o
espiritualmente (no es cuestión de ricos y pobres... incluso los
primeros tienen más medios para volverse adictos...), que se haya
convertido en el centro de gravedad de intereses comerciales o
políticos... Incluso el Estado participa, como cómplice y
propiciador, de esta orgía de la adicción, como modo de control
social y beneficio económico. ¿Se han fijado alguna vez en la
contradicción subyacente de los avisos de las cajetilas de tabaco?
¡Dice que puede matar, o cosas peores, y se sigue vendiendo... cada
vez más caro! En efecto, la adicción es el negocio redondo
de nuestro tiempo. Como cada uno es libre de consumir..., ¿o no?
¡Maldita y acrítica ideología individualista-liberal...! De todo
esto se habló, y la discusión se polarizó entre los que ponían el
énfasis en la predisposición individual (genética, psicológica,
personal) y los que defendían a ultranza el condicionamiento social,
económico, político o cultural. Pero como allí se va a discrepar
pero a colaborar, la indagación llevó a ver muy clara la
preeminencia de una interacción entre la predisposición y
estimulación, interna la primera y externa la segunda, ésta que
despierta la anterior, según cada caso.
Ahora ya sabes por
qué, por definición, no puede haber ninguna adicción buena o
defendible o aceptable. Por ejemplo, este relator es posible que se
haya vuelto adicto a estos cafés filosóficos, sin embargo, puede
desenvolverse en otros contextos, persigue otros intereses, su vida
personal, familiar, social, cultural y profesional se enriquece
constantemente con su celebración, no es un medio que se haya
convertido en un fin, no es un esclavo de los mismos (en cuanto
observe que no hay interés, no los celebrará), etc. Por lo tanto,
si es bueno, no puede ser una adicción, sino más bien una pasión,
y no una pasión que se padece, pasivamente, sino activa y muy
conscientemente... como son las verdaderas pasiones. Gracias!
APÉNDICE:
Algunas entradas
para un inacabado catálogo de nuevas adicciones
Internet:
medio de vivir otra vida, sin moverte de casa, sin tocar ni oler
nada. Sólo viendo y oyendo. Tantas maravillas ha escuchado de este
medio el sujeto, que relaja su capacidad crítica y se vuelve tan
inocente que olvida que, en el mundo paralelo en que se introduce,
sólo rigen limitaciones técnicas. El sujeto adicto, tanto se
acostumbra a moverse en este “universo virtual” que, mientras
navega por él, llega a apreciar sus grandes ventajas: tiene pleno
dominio de “su mundo” con un simple “clic”, tiene libertad de
“movimiento”, puede ocultar su identidad y así hacer lo que
siempre quiso hacer y no fue capaz de hacer, puede, en fin, perderse
en él y perder de vista todo lo que no le gusta. El mundo se puede
estar hundiendo a su alrededor, y con él su propio mundo, pero le da
igual, porque él, en realidad, pertenece a otro mundo.
Teléfono
móvil:
medio para comunicarse con movilidad. Debido principalmente al
proceso comercial de búsqueda y mantenimiento de clientes, la
continua adición de más y más utilidades, lo vuelve necesario,
adictivo para el sujeto, que ya no puede vivir sin él. El sujeto
siente que tiene el mundo en su mano, y como tal cetro le da tanto
poder, ocupa el centro de su vida, acondicionándose secciones de la
vida privada o social para que el móvil sea utilizable. Cree que
tiene un móvil, pero el móvil le tiene a él. Un “silogismo”
habitual del teléfono móvil: “la vida es móvil, móvil es
vodafone, por tanto, la vida es vodafone”.
Videojuego:
medio de aislarse del mundo real, mediante el cual el sujeto adicto
cree divertirse y pasar un rato. Cuando solamente se divierte jugando
a él, ya no se divierte con él. Los efectos de esta adicción son,
así, desastrosos para el sujeto y los que le rodean. Se vuelve
agresivo, porque sabe que hay otras cosas en la vida, que hay otros
“juegos” vitales, pero no es capaz de pasarlo bien de otra
manera. En el mejor de los casos, buscará “eternamente” nuevos
videojuegos hasta que, de tantas horas de entrenamiento, vayan
quedando obsoletos y, entonces, busque siempre, desesperadamente,
otro más “divertido”. Una vez alcanzada esta situación ideal
para el fabricante y el promotor de videojuegos, el negocio ya es
imparable, está en marcha y bien consolidado que está.