Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

sábado, 6 de julio de 2024

¿Cómo convertir el miedo en nuestro aliado?

Medusa, Caravaggio

Sobre el miedo

Diálogo filosófico on line 2.1

25 de junio de 2024, portal Filósofos Asesores, 18:30 horas


Todo lo que yo veo en el mundo exterior, todo el valor que yo descubro en lo exterior, sean personas, sea en la naturaleza, sea en situaciones, es un valor que yo le veo, que yo le reconozco, que yo le descubro. ¿Por qué le reconozco este valor, por qué lo vivo con esa fuerza? Porque esa fuerza y ese valor que yo vivo en el no-yo son una fuerza y un valor que, de algún modo, están en mí.

Antonio Blay, Personalidad y niveles superiores de conciencia


Por ejemplo, uno tiene miedo de la soledad, miedo del dolor y de la angustia. Ese miedo seguramente existe porque uno nunca ha considerado realmente la soledad, nunca ha estado en completa comunión con ella. En cuanto uno se abre completamente a la realidad de la soledad puede comprender lo que es; pero uno tiene una idea, una opinión acerca de ella, basada en un conocimiento previo; y es esa idea, esa opinión, ese conocimiento previo acerca del hecho, lo que crea el miedo.

Jiddu Krishnamurti, La libertad primera y última


¿Cuál es la naturaleza del miedo?

Cuatro años después de aquellos meses de confinamiento forzado, que acabó en el mes de junio de 2020, estamos aquí (aunque no se sabe bien dónde es aquí) reunidos, de nuevo, a través de una plataforma virtual. Esto hace posible que personas diversas, de lugares distantes, puedan verse las caras al menos y dialogar (aunque, nunca sea lo mismo que presencialmente). Las compañeras y los compañeros del portal de Internet Filósofos Asesores habían organizado este encuentro a distancia, dentro de un ciclo llamado “Confluencias filosóficas”. Y habíamos coincidido una veintena de personas interesadas en la práctica de la filosofía: una parte, miembros formados en la Escuela de Filosofía Sapiencial (EFS) y otra parte, público en general. Dado este contexto, el animador del encuentro piensa en una sesión mixta, en donde el diálogo filosófico tenga lugar y desarrollo, aderezada con rápidas indicaciones metodológicas. Diálogo y meta-diálogo. A ver lo que podía dar de sí. Pero, sobre todo, para echar un buen rato juntos. Agradable, natural, dinámico. Por ello, se decide no grabar la sesión, preservando su carácter precioso y único, su realidad. La idea era ofrecer una muestra de lo que puede ser un encuentro de este tipo, por su propia naturaleza siempre vivo, y diferente, en cada ocasión.

¿Y para qué estábamos allí? Para dialogar filosóficamente. Un diálogo no se confunde con un debate (no se viene a ganar nada), una tertulia (superponer opiniones) o una conversación (intercambiar anécdotas o experiencias). Por supuesto, tampoco se confunde con la asimetría propia de una charla o una conferencia. Dialogar es colaborar, investigar juntos en una misma dirección, la pregunta que nos hagamos ese día. Algo raro en estos tiempos. Y si dialogamos, además, filosóficamente, entonces tratamos de ahondar en las cuestiones y de conocernos mejor a nosotros mismos. En nuestro caso, el diálogo completo se construye in situ entre los participantes, desde el planteamiento del tema y la pregunta sobre el tema (de este modo, nadie trae una respuesta fabricada de antemano, ni tiene que defender nada) hasta el desarrollo mismo del diálogo. La función del filósofo práctico que dirige la sesión es precisamente la de ser un animador, facilitador o moderador del encuentro, con diferente intensidad según lo requiera cada momento. Por supuesto, la figura de Sócrates es el modelo a seguir, lo que puede intuirse de su trabajo a través de los textos que nos ha legado la tradición. Y cuando el diálogo cubre una mínima satisfacción de la pregunta (o preguntas) que se han planteado al comienzo del mismo, cuando los participantes acceden a alguna playa tranquila o a un claro del bosque (María Zambrano), se da por finalizada la reunión. Esta modalidad grupal de la llamada Práctica filosófica (o Filosofía practicada, para nosotros), que son los diálogos filosóficos o cafés filosóficos, según el contexto, tiene además un origen más cercano en los encuentros que empezó a organizar el filósofo francés Marc Sautet en el Café des Phares de la Plaza de la Bastilla de París en 1992, y que continúa funcionando en la actualidad, que sepamos.

Las reglas del encuentro son muy sencillas: escuchar al otro y esperar mi turno de palabra. Lo primero implica ponerme yo a un lado y abrirme a la persona que está hablando, a la situación y a su desarrollo; y lo segundo, pensar antes de hablar, qué quiero decir y de qué modo puede contribuir a la indagación que se está llevando a cabo entre todos. En el caso de una reunión on line, como aquella tarde, por supuesto, cerrar los micrófonos y realizar intervenciones especialmente breves. Pero, sobre todo, dejarse llevar, sumergirse en el diálogo, conectar con uno mismo y desde ese fondo conectar con los demás y con la situación. Un auténtico diálogo te transforma en alguna parte de ti, o te pone en la vía de la transformación personal, como cuentan que sucedía con aquellos que entraban en contacto con Sócrates y sus preguntas (un verdadero basános o “piedra de toque”). En esta modalidad de la filosofía practicada, la transformación de los participantes comienza por el ambiente que se genera en seno el grupo; algo que ha de cuidar con esmero el moderador del encuentro.

Para contribuir a la generación de este contexto agradable, participativo, espontáneo, creativo, el moderador del encuentro suele plantear una pregunta inicial de auto-reflexión o auto-conocimiento. Esto permite que los asistentes se presenten por su nombre (no interesa la profesión o los intereses de cada uno, pues se viene a filosofar como personas), se sientan más cómodos y se rompa el hielo de la resistencia a la participación. Aquella tarde la pregunta fue la siguiente: ¿qué cualidad admiras en otros? Nos referíamos a cualidades internas, no ser más altos o más guapos o más fuertes físicamente. Por ejemplo, puedo admirar la seguridad de una persona en una situación dada, su inteligencia, o puedo admirar la fidelidad de mi perro o la fuerza y la belleza de una cascada de agua. Este fenómeno de la admiración (ahí nace también la inquietud filosófica, de la admiración entendida como asombro) merece un capítulo aparte, y por ello ha sido objeto algunos talleres de filosofía impartidos en otras ocasiones por el animador del encuentro. La conciencia de su importancia, para poder re-integrar el no-yo en el yo, lo que hemos puesto fuera de nosotros, le viene de las enseñanzas de Antonio Blay. De manera que así lo propuso a los presentes. Y cuidado, que no nos referimos al objeto de la admiración (en el sentido, que hablamos, de lo digno de estima), sino a la cualidad interna que uno percibe en el objeto. Pues bien, estas cualidades fueron las que salieron a la luz: la honestidad, la bondad consciente, la valentía, el coraje juntos, la seguridad en las decisiones, la alegría de vivir, la mansedumbre, el buen humor, la capacidad de no juzgar, la sencillez, la escucha, la humildad, la calidad humana, la gratuidad de los actos que se hacen, la serenidad, la libertad para expresar lo que uno es o siente, la autenticidad, la confianza en la vida, la capacidad de acompañamiento, la presencia. De este ejercicio filosófico, se desprenden dos consecuencias básicas: a) las cualidades que yo admiro fuera de mí, están en mí, de algún modo, en algún grado, de lo contrario no podría llegar a admirarlas, o incluso apreciarlas; no están en mí, por eso las admiro, pero no podría admirarlas si no estuviera en mí su germen; b) la reintegración de la cualidad admirada en mí puede ejercitarse, y con ello, el desarrollo de dicha cualidad; Antonio Blay ofrece prácticas concretas para este fin: básicamente, cuando yo esté en presencia de la cualidad, he de abrirme completamente a ella, muy conscientemente, pero sin dejar de sentirme a mí mismo, muy conscientemente; en un momento dado, notaré quizá una especie de escalofrío... cuando la cualidad, que ya estaba en mí potencialmente, se actualiza.

A continuación, nos adentramos en lo que era propiamente el diálogo filosófico; salieron algunos temas de interés (o inquietud o preocupación, o simplemente curiosidad): la hipocresía, el amor incondicional, nuestras cualidades esenciales, el miedo, el individualismo, las apariencias. Como ya sabes, querido lector o lectora, fue la temática del miedo la que estaba allí, aquella tarde flotando en el ambiente. Pero el miedo, como cualquier otra cuestión o temática, es demasiado amplia y nos perderíamos. Por eso, la práctica socrática nos orienta de nuevo: necesitamos una pregunta relevante, prometedora, fructífera, que organice el diálogo, lo mismo que el dardo lanzado sobre una barrica abre una brecha, y hace posible que una parte de su jugo interior pueda destilarse. Nuestro plan de trabajo conjunto, aquella tarde, quedaba trazado a partir de las siguientes preguntas (veríamos hasta dónde nos llevaban), por este orden: ¿Qué es el miedo? ¿Por qué tenemos miedo? ¿Se utiliza el miedo para dominar a otros? Esta última cuestión no dio tiempo a tratarla. Sí, las anteriores, hasta donde pudimos, dado el tiempo del que disponíamos.

¿Qué es el miedo? ¿Cuál es su esencia o naturaleza? Y comenzaron a desgranarse algunos rasgos, que se consideraron esenciales, del miedo, con un resultado curioso que veremos a continuación: el miedo es una emoción que te incapacita, te paraliza ante una situación de peligro, pero también te moviliza, te estimula; el miedo te produce sufrimiento, temes perder lo que tienes, temes a lo desconocido, incluso llegas a tener miedo a tener miedo, pero a la vez, se trata de una emoción natural que te salva en algunas ocasiones y te ayuda a sobrevivir. Esta ambivalencia del miedo iba produciendo una perplejidad creciente en los asistentes, de manera que el moderador tuvo que preguntar: ¿cuándo, en qué momento, de qué manera, el miedo se convierte en sufrimiento, siendo como es una emoción natural? Y dijeron ellas y ellos que el sufrimiento va de la mano de nuestra mente: no es la cosa o situación lo que nos da miedo, muchas veces, sino nuestra idea de la cosa o situación (esto ya lo apuntaba el viejo Epicteto, referido a cualquier tipo de sufrimiento). Un añadido mental que interpreta la realidad de acuerdo a nuestras experiencias pasadas, nuestras respuestas habituales o reacciones aprendidas en relación a lo que nos va pasando en la vida. Así, estuvieron de acuerdo en que el sufrimiento provocado por el miedo es cosa del sujeto más que del objeto.

Entonces, ¿cómo hacer para que el miedo sea nuestro amigo o aliado, más que nuestro enemigo o una fuente de sufrimiento? De esto trató el grupo en los minutos finales del encuentro, que el moderador no quiso alargar en exceso. Y así, te ofrecen algunas pautas a seguir con nuestros miedos, que puede que sean de utilidad: a tu miedo, de origen exterior o interior, obsérvalo, acompáñalo, abrázalo, conscientemente, en plena comunión con él, como aconseja el sabio Krishnamurti; déjale que se exprese, porque seguramente está poniendo delante de ti una limitación o carencia de alguna cualidad que necesitas desarrollar, es decir, que puede enseñarte mucho sobre ti; acepta la realidad que hay detrás del miedo, que te da tanto miedo, mira su realidad como realidad, sin más añadidos, quizás no sea tan pavorosa como te figurabas; sustituye el miedo por el conocimiento de lo que te da miedo, quizás sea algo más familiar y cercano a ti, más humano de lo que pensabas; visualiza lo peor que puede pasarte en relación con ese miedo... ¿y qué pasaría si lo que temes se materializara?, ¿dejarías por eso de ser tú?, ¿el mundo se desmoronaría?, ¿podría la vida abrirte otros caminos?, ¿no podría ser para bien, a la larga?, piensa las veces en que te ha ocurrido algo así... ¡y aquí estás! Lo cierto es que son dos los motores que mueven nuestra existencia cotidiana: el deseo y el temor. Uno nos arrastra hacia adelante; el otro tira de nosotros hacia atrás. Los sabios de todos los tiempos nos piden que aprendamos a manejarlos, y que, ya que son nuestros y forman parte de nuestra humana condición, trabajemos con ellos, a partir de ellos, sin huidas ni recelos, sin dejarnos atrapar tampoco, con conciencia de ellos, de manera que nos permitan vivir en profundidad, más vivos y conectados con la vida. Vale.

lunes, 24 de junio de 2024

¿Cómo puede la víctima convertirse en verdugo?


Berto Martínez Tello, óleo sobre tela, 190x170, 2024.

Sobre verdugos y víctimas

Café Filosófico en Castro del Río 7.6

10 de mayo de 2024, Peña Flamenca Castreña, 18:00 horas


En qué condiciones se inventó el hombre esos juicios de valor que son las palabras “bueno” y “malvado”?, ¿y qué valor tienen ellos mismos? ¿Han frenado o han estimulado hasta ahora el desarrollo humano? ¿Son un signo de indigencia, de empobrecimiento, de degeneración de la vida?¿O, por el contrario, en ellos se manifiesta la plenitud, la fuerza, la voluntad de la vida, su valor, su confianza, su futuro?

Friedrich Nietzsche


¿Cómo puede la víctima convertirse en verdugo?

«Si tú te miras, ¿qué queda?». Con este verso finaliza el conocido poema de María Zambrano “El agua ensimismada”. Si tú te miras, desde una mirada franca, limpia, a la escucha de tu ser, qué ves, qué eres, en el fondo de ti mismo. Esto propuso el animador del encuentro filosófico. Y para ello, como trabajo previo, dirigió una breve meditación. Para estar con uno mismo, e ir dejando de lado las sensaciones, las emociones, los pensamientos del momento, a ver qué queda todavía en nosotros, y si eso podemos ser nosotros. Posiblemente permanecerán otras sensaciones, emociones o pensamientos más puros, y habría que seguir ahí, en silencio, a la escucha, atentos, muy atentos, porque eso no somos nosotros (“neti, neti”, no eso, no eso, que decían los sabios orientales de la “no-dualidad”). Estar ahí, hasta toparnos con el sujeto de tales sensaciones, emociones o pensamientos últimos, quien soy yo.

A continuación, el grupo tuvo mucho cuidado para encontrar el tema del diálogo aquella tarde. La actual guerra de Gaza acaparaba la preocupación de los allí reunidos, en la Peña flamenca castreña. Para ponernos todos en situación, se recuerdan algunos de los episodios antecedentes del ya viejo, enquistado y trágico “conflicto” palestino-israelí. Así, los participantes contarían con la misma información de partida. Pero, dado que estamos construyendo un diálogo filosófico, no podemos quedarnos en ese territorio de los acontecimientos históricos, con su barbarie actual. Esto era el telón de fondo. A nosotros nos interesaba la indagación filosófica que nos podía suscitar. Para saber mejor, para ir más lejos, ahondar. Y de las posibles preguntas que podíamos hacernos, fue ésta la que demostró un mayor interés: ¿cómo la víctima puede convertirse en verdugo? En tantas ocasiones, como sucede... En tantos casos de violencia de unos seres humanos sobre otros: abusadores, tiranos, acosadores, maltratadores, discriminadores, explotadores... En tantos casos, si escarbamos un poco, descubrimos que, en ocasiones, primero fueron víctimas y luego mudaron sus acciones y la actitud a verdugos. Esto contiene un enigma. Tratemos de encontrar alguna clave juntos, con los participantes.

Después de proponer explicaciones varias (o mejor dicho, gracias a ellas), el grupo formuló esta hipótesis, en forma de pregunta: ¿alguien que realmente se siente fuerte necesita demostrarlo? Quien necesita demostrar su fuerza, quizás en el fondo se siente débil... Esto situaba la problemática, y el tema de fondo, en un lugar nuevo, no sabíamos todavía si prometedor. Los participantes veían muy claro que aquella persona que necesita demostrar que es más que otra, con esto muestra una debilidad, en alguna parte de su personalidad. Y así trata de compensarlo. Un sentimiento de carencia, de vacío, de miedo, de no ser, de falta de plenitud, se instala en ella y ha de encontrarle un sentido, ha de comprender por qué se siente tan mal. Es posible que dicho estado interior haya sido adquirido, que esté influido por las circunstancias adversas de su vida, de su educación, pero el hecho sería que se instala en la persona. La cuestión es que se siente amenazada, en peligro su propio ser. ¿Cómo salir de ahí? Esta angustia vital... no ser, no valer, esta soledad, podría adoptar distintas salidas o reacciones. La persona puede volverse sumisa o rebelde, o puede tender a aislarse. Pero todas son posiciones reactivas. No actuamos conscientemente, siendo nosotros mismos, sino que saltamos como resortes, hacia dentro, hacia fuera o nos apartamos de la dinámica social habitual. Esto lo vieron muy claro, ellos y ellas, sin tener que recurrir al sabio Antonio Blay, que lo analiza detalladamente. Así, afirma que «realizarse es descubrir lo que uno es detrás del error en que uno vive, y si uno no descubre el error no puede vivir la verdad de sí mismo (…) La verdad salta a la vista por ella misma cuando quito los obstáculos que la cubren y los obstáculos que la cubren son todas mis creencias y todos mis miedos y mis deseos, toda esa superestructura que se ha ido poniendo» (Ser. Curso de psicología de la autorrealización).

Pero sí recurrieron a Nietzsche, que fue citado en la reunión. Recordemos que para este pensador, habitualmente muy lúcido, en el ser humano aparecen dos actitudes básicas ante el hecho (trágico, más allá del pesimismo y del optimismo) de existir: afirmar la vida con todo lo que conlleva, o bien, negar la vida, no aceptarla, por eso mismo. Esta segunda actitud es de tipo reactivo, en el sentido que decíamos. Y así, hablaba de la aparición histórica de dos clases de moral, en función de estas actitudes, activa o reactiva, respectivamente: “moral de señores” y “moral de esclavos”. Una moral (o conjunto de normas y valores), esta última, basada en el resentimiento (o “espíritu de la venganza”) hacia sí mismo, hacia los demás, hacia la vida misma. En el interior de estas actitudes, diríamos (y ellos y ellas lo dijeron así, a través del diálogo), está instalada la idea de confianza o desconfianza en el fondo de uno mismo, de los seres y de la vida misma.

Esto supone un alejamiento, o una desconexión, de dicho fondo, que siempre es positivo y pleno y completo; y como la persona se siente separado de su propio fondo más íntimo, busca como puede su modo propio de salir de ahí, con el menor daño posible, de ese vacío existencial. Porque en ese fondo, situados ahí, viviendo desde ahí, no hay sufrimiento (precisamente, es lo que vislumbraron los participantes con el ejercicio inicial del encuentro, recordemos: lo que queda, cuando quitamos esas capas emocionales, mentales o sensoriales que nos arrastran en la vida cotidiana). Esto que nos impulsa a vivir positivamente es lo que llamó Spinoza (que también es traído a la reunión) “conatus”: «cuanto más se esfuerza cada cual en buscar su utilidad, esto es, en conservar su ser, y cuanto más lo consigue, tanto más dotado de virtud está; y al contrario, en tanto que descuida la conservación de su utilidad –esto es, de su ser–, en esa medida es impotente» (Ética demostrada según el orden geométrico). Este impulso vital, diríamos, es como la fuerza de un motor de explosión, que produce el movimiento, y si el engranaje depara una marcha atrás, el vehículo avanza hacia atrás (en el caso de nuestra discusión, reactivamente); y si el engranaje organiza una marcha adelante, el vehículo lo hace hacia adelante (activamente). El impulso vital o energía siempre está presente, pero nuestras experiencias y sus envoltorios mentales nos llevan a poder vivir con más plenitud, o bien, que la vida se nos aparezca como algo insoportable.

¿Podemos comprender ahora, algo mejor, por qué algunos seres humanos necesitan demostrar que son superiores a otros seres humanos o no humanos? ¿Por qué los verdugos, tantas veces? ¿Por qué, en ocasiones, las víctimas que se convierten en verdugos? Eso espera este grupo de personas, que se reunieron aquella tarde para entender mejor qué está pasando en oriente próximo... y en tantos otros contextos, en donde los seres humanos (demasiado humanos, que diría Nietzsche) tratan de salir desesperadamente de su situación vital interna, de miedo, de angustia o de deseo, con tanta violencia como exhiben y tanto sufrimiento como infligen, a generaciones enteras de grupos o personas. En fin, salud y vida, pero vivida con autenticidad.

miércoles, 19 de junio de 2024

ODA A LA LUZ DE ACEQUIAS Y TINAOS



-Libro poético-pictórico

-Editorial Dos Aguas (Instinción, Almería)

-Publicado en Mayo 2024

-120 páginas a color, que incluyen 48 pinturas y 38 poemas, relacionados entre sí

-Finalidad solidaria (los beneficios íntegros de la presente edición irán destinados a la Comunidad de Regantes de la Acequia de Los Lugares: Capileira, Bubión y Pampaneira)

-Para conseguir el libro y colaborar: asistir a las presentaciones, Art Studio en Capileira, o bien, en la dirección: info@editorialdosaguas.com

-Prólogo de José María Martín Civantos, profesor titular del Departamento de Historia Medieval y de Ciencias y Técnicas Historiográficas de la Universidad de Granada, Coordinador del proyecto MEMOLab (Laboratorio de Arqueología Biocultural), de estudio y apoyo a las Comunidades de regantes.

-Contraportada:

¿Qué se puede pintar o escribir de estas tierras altas de La Alpujarra? ¿Qué formas pueden dibujar la pluma y el pincel? ¿Pueden recoger su luz trenzada en senderos y tinaos? ¿Seguir el curso de las acequias hasta los pueblos, como los niños el rastro de las hormigas? ¿Entregarse al misterio detrás de cada esquina o desnivel? ¿Dialogar con el entorno y sus gentes, y sin prisas, detenerse, demorarse? En este libro singular, un maridaje poético-pictórico, los autores vuelcan en cada página sus vivencias únicas de esta tierra, hecha de pizarra y de nubes. En él se pinta y se escribe a su luz y desde su luz.

-Una muestra de poemas-écfrasis, incluidos en el libro:

Fuente del carril con amarillo. Dibujo a tinta con amarillo. 50x70. 2020.

La fuente del carril

     i

          dibuja berto la fuente del carril

la reúne con su lápiz

igual que el agua acunada por las manos

igual que un niño despertara

en diógenes el cínico su naturalidad

recoge los dos chorros desiguales

y los vierte como reflejos penumbras

del fondo de la pileta

dibuja la piedra de esta tierra

que el cemento abufanda

grisáceo blanco


    ii


          pinta berto la fuente del carril

pinta su luz

de un sol amarillo el resplandor

de la fuente de la fuente

la esencia la entraña el quebranto

de la tierra de lascas de pizarra

por las cuevas interiores y venosas

serpentean las surgencias

          la vida de estos pueblos

sin la fuente de las fuentes

no habría musgo ni helechos

ni norte del sur


Tinao en rojos. Pintura sintética sobre tela. 200x160. 2023.

los tinaos

  

  i


el paseo por los tinaos

resulta siempre inacabado

un día a una hora sobrevuela un ocre rojo

por la calle cubierta y pinta de flores y de plantas

el espacio profundo interior

no es la luz del día sino que es un ojo puesto

en las paredes colgadas de cintas y de pilistras

en las macetas de geranios

debajo de los tablones asimétricos

un ojo de dios triángulo

rectángulo celeste traslúcido invisible

que señala las regularidades

irrestrictas de la tradición


Tinao 1. Óleo y spray sobre papel montado en madera. 115x90. 2020.

    ii


otro día

dos de las esquinas se han teñido

del color del lapislázuli

en el suelo se deshace un resto

de paralelogramo rosa

y una herida sangra esbozando un dibujo coloreado

          leve ángulo derramado por la pared

el techo pétreo y contrastado

las vigas y alfajías soportan el peso de los terraos

guardan como en un cofre olvidado

el tenue espacio contenido

matizado de grises

con la fuerza de una intensa

paleta de colores


Tinao 4. Óleo sobre papel. 125x125. 2023.

    iii


son los tinaos mausoleo

que se atraviesa

poder entrar y poder salir

un entrenamiento para la existencia

          el dolor es un túnel

hay salida nos recuerda el poeta

josep maría rodríguez

          pinta berto esta magnífica

abertura en el tiempo

con sugerencias de cal y sombras

con un farol de luz innecesaria

en este espacio desvelado

pasaje sin duración


Tinao en ocres y blancos. Óleo sobre manera. 75x46. 2023.

    iv


pintan juntos

el azul del cielo con el ocre de los peldaños

que da paso a otro de los tinaos

          la razón no puede decir nada

por encima de la techumbre

asoma lo celeste con nubes desmigadas

por debajo de la baranda

reina un sol que se derrama lento

tramo a tramo pared con pared

un ambiente dorado y cálido

que sentimos

cuando lo pinta berto


Sierra de Lújar 1. Óleo sobre madera. 125x125. 2022.

barranco del poqueira


como otras veces

la escuela no da en la vida

y tenemos que continuar

nuestra formación

lo sintió garcía márquez

y nosotros

que ahora nos hallamos

en un continente

que no es ninguno

de los cinco continentes:

sirve de molde a la niebla

de cauce al glaciar que remonta

las laderas empinadas

que pinta berto

insinuando arbolado y quebrasías

con chorreones verdes

          la sierra de lújar cuida

noche y día que ninguno de los colores

las formas los seres contenidos

se desagüen en el mar


Tinao en sobra y luz. Óleo sobre tela. 100x81. 2020.


no acaba el día


con el atardecer

en el barranco

no se acaba el día

al ponerse el sol

en las alturas

           prima una luz

lechosa y mate

sin el foco irredento

de la tierra

          los habitantes

aún disfrutan

de una alta lucidez

sin almenara

en la bóveda celeste

dentro

de ellos mismos


Los últimos días de edén


MEDICINE MAN

Los últimos días de Edén (“Medicine man”, 1992), ha sido la última película de este ciclo de Cine y Pensamiento, organizado por el Área de cultura del Ayuntamiento de Vélez-Málaga, con la colaboración del Centro de Arte Contemporáneo y la Fundación María Zambrano. Un ciclo muy atractivo, dado el interés suscitado entre el público de la comarca de la Axarquía. En esta ocasión, esta película, ha resultado algo más ligera que las anteriores, pero no por ello exenta de cuestiones relevantes, dignas de nuestra atención y diálogo, quizás, no tratadas en el film con demasiada profundidad. Transcurre la acción en el corazón del Amazonas, en peligro desde hace mucho, debido a las acciones extractivas (mejor dicho, depredadoras) humanas. Unos datos sucintos: según Greenpeace, desde 1970 se ha perdido una extensión de selva equivalente al territorio de Francia, y esta cifra no para de aumentar cada año, como un tumor maligno en este “pulmón del mundo”; alberga el 10 por ciento de la fauna y el 20 por ciento de la flora conocidas; pero, incluso, lo más grave es la cantidad de nuevas especies sin catalogar que podrían ayudar, siendo antropocéntricos, a salvar a la humanidad, ofreciéndole nuevas posibilidades de curas a enfermedades, como cuenta el argumento de la película. Se pierde mucho si se pierde una especie animal o vegetal; se pierde mucho si se pierde una cultura o una lengua: todo un modo de vida, una posibilidad de vivir de otra manera, como se discutió en el diálogo posterior al visionado de la película, y que referimos a continuación.

John Mctiernan (“La caza del octubre rojo”) dirige esta película, cuyo guión se debe a Tom Schulman (“El club de los poetas muertos”); Jerry Goldsmith puso la música, excelente; los personajes protagonistas fueron interpretados por Sean Connery y por Lorrain Bracco. Tres temáticas, con algunos subtemas, fueron propuestos al concurrido público de cara al diálogo posterior. Veamos:

Los riesgos del contagio biológico y cultural. Desde el punto de vista cultural, esto lo relacionan los antropólogos con los procesos de “aculturación”. Los grupos aborígenes corren este peligro, no sólo por la intromisión de modos culturales occidentales sino por el riesgo real (ya conocido históricamente) de contraer enfermedades mortales, traídas de fuera. Este peligro de la aculturación siempre está presente... y la misma película, al querer mostrarnos estos riesgos, también está contribuyendo a ello (esto no hay que desconocerlo). Además de esta posibilidad de destrucción de las culturas nativas, se nos plantea la paradoja del antropólogo: ¿cuando interactuamos con una realidad cualquiera, cultural en este caso, podemos conocerla tal como es?, ¿no la cambiamos al intentar investigarla? El Principio de incertidumbre de Heisemberg está siempre presente, en todos los órdenes.

Los peligros de la sobre-explotación de los recursos desde intereses económicos (como las empresas multinacionales, madereras, farmacéuticas, en el caso de la película), que acaban primando sobre todo lo demás. Por ejemplo, no sólo se sobre-explota un territorio del Amazonas, sino que, para trasladar sus recursos al norte, hay que construir una carretera, con la consiguiente destrucción del hábitat. Expropiación y destrucción es lo que se le inflige, en un sólo paquete, a las comunidades locales de los lugares donde (por desgracia) existen recursos valiosos económicamente para otros que están lejos de allí. Y aquí surgió un subtema importante para la discusión: el diferente modo de proceder de la ciencia y del saber tradicional: eliminar posibilidades (Karl Popper) de una vez para siempre, si han sido refutadas, o bien, continuar probando, pues son muchos los factores que pueden influir de un modo imprevisto; diseccionar, penetrar, manipular, frente a observar, conservar, respetar; aislar factores, o bien, integrarlos y mirarlos como unidad orgánica. En la película aparece un momento curioso, en el que la doctora limpia las impurezas de un muestra de flores, eliminado también la posibilidad de una resolución satisfactoria del enigma del pico 37 en el espectómetro.

Finalmente, los asistentes dialogaron sobre la trascendencia de la diversidad biológica y cultural, que ya mencionábamos: ¿qué se pierde si desaparece una especie o una cultura o una lengua? Y ya lo dijimos, perdemos alimentos, curas, soluciones a momentos de crisis, aprendizajes... modos de vida. A partir de aquí surgió una bonita discusión sobre nuestro modelo de vida moderno y occidental (que se ha convertido, aparentemente, en el único válido). ¿Qué es progreso? ¿Nuestro modo de vivir es mejor que el modo de vida de una tribu aborigen? Seguro que si tú hubieras estado allí, hubieras tenido muchas cosas que decir. Solamente, un dato: esos pueblos llevan, sin apenas cambios en su modo de vida (comparados con la innovación constante, propia de nuestra cultura occidental) desde hace miles de años. Da que pensar... Veremos... nosotros. ¡Mucha salud y prudencia, que decían los clásicos! Y hasta la próxima ocasión... ¡Abrazos!

lunes, 10 de junio de 2024

LA SOGA


LA SOGA

Basada en una obra de teatro de Patrick Hamilton (1929), La soga (“Rope”, Alfred Hitchcock, 1948) fue una obra polémica en su momento, por las sutiles referencias al nazismo y a la homosexualidad, y también lo fue para los asistentes de esta sexta edición del ciclo Cine y Pensamiento, organizado por el Área de Cultura del Ayuntamiento de Vélez-Málaga, dada la animada discusión a que dio lugar... Toda obra de arte auténtica nos plantea verdaderas cuestiones que siempre nos atañen. Lo veremos ahora. Pero conviene reconocer de antemano dos peculiaridades de esta película: la primera, que toda la película está filmada en un falso plano-secuencia, dada la longitud de los rollos de la época, pero que en todo momento se nos aparece como si fuera verdadero, gracias a la pericia de su director; y la segunda, que se sabe desde el primer plano “quién ha matado a quien”, pero ello no le resta nada de intriga o de suspense. Esto era muy capaz de lograrlo Alfred Hitchcock, poniendo a su servicio la capacidad empática del observador. ¿Serán descubiertos los asesinos? ¿Abrirán de una vez el arcón donde se oculta el cadáver?

Pero a nosotros nos interesa descubrir las preguntas latentes, debajo de lo que estamos viendo, y poder filosofar sobre ellas, planteándolas de un modo consciente y lúcido. Desde las imágenes, a través de ellas... Uno de los protagonistas (interpretado por James Stuart) ha sido profesor (¡de filosofía!) de los ejecutores del crimen “perfecto”, que defendía “el asesinato como privilegio de unos pocos” y afirmaba aprobar el crimen, de una manera exageradamente irónica... Pero, claro, ¿era capaz su alumnado, todo su alumnado, de captar tal ironía y excentricidad crítica de tal método de enseñanza? Esto nos plantea el tema de la responsabilidad del educador, acerca de los contenidos y de los modos de transmitirlos. Además, ¿debe un profesor o maestro o educador, en general, mostrar sus propias creencias o su ideología a su alumnado? ¿Debe dar respuestas o hacer preguntas, hacer pensar? Fue uno de los objetos del diálogo de aquella tarde.

Relacionado con lo anterior, la película plantea una cuestión más profunda: las ideas son lo más peligroso. Los seres humanos actúan de acuerdo a sus ideas, lo que produce consecuencias en la práctica. De manera que si las ideas son inadecuadas, su puesta en acción puede llegar a ser dañina o peligrosa. Sabemos por experiencia histórica que cualquier actuación puede llegar a justificarse racionalmente... Por eso, el filósofo de la ciencia y de la política Karl Popper, insistía tanto en la necesidad de realizar constantemente un análisis crítico de nuestros pre-juicios. Según él, incluso ésa debería ser la función de la filosofía. Además, es muy importante saber que las ideas nunca mueren... y pueden reaparecer en cualquier tiempo o contexto. Todos podemos traer a la mente ejemplos actuales que nos preocupan. Y, por último, las son fácilmente manipulables o interpretables... una idea es una fina línea por la que es fácil despeñarse, y el filo de la navaja volverse funesto.

Esto lo sabía muy bien Friedrich Nietzsche. Pero también lo ha sufrido su filosofía: la mala interpretación de sus ideas. Cierta interpretación protofascista ha deformado en demasiadas ocasiones su obra, desde que su hermana se hizo cargo de su legado. Y esto lo recoge nuestra película. Ese tópico. Expresiones nietzscheanas como “más allá del bien y del mal”, “voluntad de poder”, “moral de esclavos y moral de señores” o su doctrina del hombre superior o “superhombre”, se ha tomado a veces como una excusa para justificar el dominio de unos seres humanos sobre otros, a través de un supuesto derecho de los más fuertes respecto a los más débiles. Precisamente, de esta manera defendían los asesinos en la película su crimen. Sin embargo, Nietzsche relacionaba la superioridad con una superioridad espiritual, afirmadora de la vida, con todo lo que ésta conlleva de placer o de sufrimiento. Una actitud trágica, muy consciente, de aceptación de lo que hay; amor fati, que decía. Sin embargo, y como ejemplo, es necesario saber, para interpretar adecuadamente sus doctrinas, que las figuras del artista creador y del niño son las que mejor representan aquella idea de un “hombre superior”, que es fiel a sí mismo y se ha emancipado del sentimiento aplastante de la culpa (que no es lo mismo que la responsabilidad).

Entonces, ¿quién es un ser superior? ¿Quién es el débil o encarna la debilidad humana? Así, el grupo de personas asistentes (bastante numeroso) que se quedaron a dialogar sobre las implicaciones filosóficas de la película, establecieron dos tipos o niveles de “superioridad”: una superioridad material o externa y una superioridad espiritual o interna. La primera, busca sentirse fuerte a través del dominio de los otros, a los que previamente ha de considerar débiles; una necesidad convertida en resentimiento. En el fondo, se siente débil, pero él no lo sabe o se oculta detrás de la fuerza o el sometimiento de los demás (o los que puede). Todos conocemos ejemplos de esta actitud, si lo miramos con atención: el tirano, el acosador, el maltratador, el explotador, el discriminador... que se ha investido a sí mismo de fuerza y de supuestas razones. El segundo tipo de superioridad, está basada en la nobleza o grandeza interior, en la autosatisfacción, en el autoconocimiento. Una autosuficiencia que no necesita ni depende de lo exterior. Ya es, y se siente, fuerte y seguro. Así es como lo blando vence a duro y lo flexible vence a lo rígido, dice el Tao. Esto nos lleva a tomar conciencia de que no sólo la víctima, sino también el verdugo, necesita ayuda (además, comprendemos mejor los casos en los que la víctima se ha convertido en verdugo). En fin, que nuestro profesor de filosofía (que también era humano, demasiado humano) comprendió lo que había hecho (o lo que había provocado), de una manera dramática en La soga. Salud y buenas ideas, y que también lo sean en la práctica.

martes, 4 de junio de 2024

¿Por qué nos sentimos tan aislados?


Sobre el aislamiento social

Café Filosófico en Torre del Mar 3.5

11 de abril de 2024, Taberna El Oasis, 18:00 horas

Los compromisos del tipo “hasta que la muerte los separe” se convierten en contratos “mientras estemos satisfechos”, contratos temporarios y transitorios por definición, por decisión y por el costo pragmático de su impacto y, por lo tanto, propensos a ser rotos unilateralmente y evitar el precio de intentar salvarlos, toda vez que una de las partes huele una oportunidad más ventajosa fuera de esa sociedad.

Zygmut Bauman, Modernidad líquida


¿Por qué nos sentimos tan aislados unos de otros?

¿Cómo es posible que los seres humanos nos lleguemos a sentir tan separados, como islas de un archipiélago aislados, si las islas están unidas por la base de roca en la tierra, si el mismo mar las baña y nos permite navegar entre ellas y reconocernos unos a otros? ¿Por qué? ¿Por qué? El asombro movilizó el discurrir de estos filósofos que no vienen a escuchar charlas ni a competir con las palabras, sino a filosofar. Con nuestra presencia mostramos que aquí, entre nosotros, lo que prima es la relación, la conexión, la pertenencia, el formar parte sin tener que desaparecer yo. Veamos, con ellos y ellas, la manera de resolver este embrollo... o quizás tendríamos que disolverlo (como preferiría Ludwig Wittgenstein), pues no deja de ser bastante irreal todo aquello que nos confunde. Somos islas no aisladas. Pero así somos los seres humanos: a menudo, necesitamos perdernos para poder encontrarnos.

Sucede con el problema que aquella tarde les ofuscaba a los participantes, pero sucede lo mismo con el fenómeno de la admiración por las cualidades internas de otras personas que no somos (aparentemente) nosotros, algunos personajes de ficción, o bien, ciertos fenómenos de la naturaleza que nos despiertan el asombro. Si yo siento admiración por la fuerza o la vitalidad o la inteligencia o la eficacia o la voluntad de alguna persona o personaje, si yo puedo sentirlo, si soy capaz de sentirlo, sin duda, ya lo poseo de algún modo, de lo contrario no podría sentirlo, ni siquiera apreciarlo. Ahora bien, es posible que necesite desarrollarlo un poco más, o lo que sea necesario, pero no puedo decir que no me pertenece, que está fuera de mí en otro. Pues bien, esta cuestión les planteó el animador del encuentro y esto fue lo que dijeron: ¿qué cualidad admiras? La generosidad, el rigor, la entrega, la serenidad, la fortaleza, la armonía, la capacidad de sonreír, el orden, la valentía, la capacidad de trabajo, la luminosidad, la fluidez mental, la apertura a los demás, la capacidad de superación, la empatía, la tolerancia, el respeto, la integridad, ser capaz de no ver la televisión, la amplitud de miras... ¿Y qué cualidad interna es la que tú, lector, admiras fuera de ti? Vale... pues ya sabes que ¡está en ti! Si no, ¿cómo podrías llegar a saber que eso es admirable para ti? Míralo.

Es cierto, nos sentimos muy aislados, tantas veces, en este mundo complejo e inabarcable, que parece que funciona sin nosotros, que no nos necesita para nada. ¿Por qué nos sentimos tan aislados? ¿Se trata de causas externas o de causas internas? Y, comenzamos la singladura. El individualismo, el culto al yo, que promueve este sistema capitalista que nos cerca; el exceso de conectividad, que se traduce en conexiones virtuales y no reales; las excesivas posibilidades de movilidad, o los excesivos cambios a los que están sometidas nuestras vidas; la competitividad excesiva, las prisas, la aceleración de nuestra vida social, el exceso de monólogos... en fin, todo esto excesivo. Y nos conduce a desarraigarnos, desanimarnos, frustrarnos, deprimirnos... Pero, ¿y si dejamos de considerar el exceso? Todos esos factores por sí mismos podrían conducirnos a la interacción y la comunicación, podrían incluso mejorarla, pero, en exceso, se vuelven nocivos y contraproducentes, van contra nosotros mismos... Puede uno sentirse individuo, sentirse conectado, con mucha capacidad de movilidad, aprender a ser eficaz, desarraigarse de ciertas tradiciones... y no por ello sentirse uno aislado, solo, separado, triste, angustiado. El grupo comenzaba a intuir por dónde buscar la respuesta. Pero hacía falta una mayor maduración del diálogo.

Señaló una de las participantes que Zygmut Bauman ha llegado a hablar de “amistades líquidas” o de “amor líquido”. En las sociedades contemporáneas todo se vuelve tan complicado, tan incontrolable, que mejor quedarse con las relaciones “mientras estemos satisfechos”. Pasaba con mayor frecuencia en las sociedades más urbanas, pero todo se va igualando en todos los contextos sociales... de una manera gradual. Esto concluyeron los participantes. Hoy se ha desdibujado la separación entre lo urbano y lo rural o tradicional... y el exceso de que hablábamos lo invade todo (lo tergiversa y acaba contaminando las relaciones humanas).

Pero, querían seguir indagando: es fundamental, dijeron, el factor personal en estas circunstancias adversas que tienden a arrastrarnos y a diluirnos. Nuestra actitud o respuesta. Porque sabemos, por experiencia, que podemos sentirnos aislados aunque no estemos materialmente solos. Podemos sentirnos solos, estemos o no estemos conectados a las redes sociales... y lo contrario, sentirnos bien con nosotros mismos y con nuestro entorno, en cualquier circunstancia. ¿De qué depende? Pues, de nuestra maduración personal (nuestra autonomía, autosuficiencia, seguridad, sentido propio, autoconocimiento, autorrealización, suficientemente desarrollados). ¡Y esto es lo que muchas veces nos falta!, afirman. Es posible que podamos formar parte, sin que tengamos que desaparecer o desdibujarnos nosotros, si estamos bien situados, en nuestra propia identidad o realidad, nuestra autoconciencia. La conexión con esto interior nuestro y su desarrollo, nos hace a prueba de bombas. Si estoy en mí y me reconozco, y vivo mi propio valor, con plenitud, será difícil que que yo me sienta solo, aislado, desarraigado... Y podré vivir mejor en este mundo de soledades abundantes. Se trata de sentirnos unidos interiormente con el resto de la humanidad. Lo demás... cae por su propio pie.

Entonces, ¿qué hay del amor? El amor es esa unidad que sentimos con todo lo demás. Pero, ¿podemos sentir el amor sin desarrollar la capacidad de amar? La esencia del amor es amar... a pesar de las circunstancias, sin tener que esperar nada, ni siquiera el ser correspondidos. Esto es lo que depende de nosotros. Si aprendemos a amar, a nosotros mismos, a los demás, a todos los seres que nos rodean, si aprendo a confiar en la vida (la vida en nosotros), nunca me sentiré aislado, separado, perdido... por mucho que se empeñen las circunstancias. El que lo ha probado, lo sabe.


sábado, 1 de junio de 2024

Oda a la Luz de Acequias y Tinaos


Libro poético-pictórico

Autores: Berto Martínez Tello y Antonio Sánchez Millán

Editorial Dos Aguas (Instinción, Almería)

Publicación: mayo 2024

120 páginas a color, que incluyen 48 pinturas y 38 poemas, relacionados entre sí

Finalidad solidaria (los beneficios íntegros de la presente edición irán destinados a la Comunidad de Regantes de la Acequia de Los Lugares: Capileira, Bubión y Pampaneira)

Prólogo: José María Martín Civantos, profesor titular del Departamento de Historia Medieval y de Ciencias y Técnicas Historiográficas de la Universidad de Granada, Coordinador del proyecto MEMOLab (Laboratorio de Arqueología Biocultural), de estudio y apoyo a las Comunidades de regantes.

Contraportada:

¿Qué se puede pintar, escribir, de estas tierras altas de La Alpujarra? ¿Qué formas pueden dibujar la pluma y el pincel? ¿Pueden recoger su luz trenzada en senderos y tinaos? ¿Seguir el curso de las acequias hasta los pueblos, como los niños el rastro de las hormigas? ¿Entregarse al misterio detrás de cada esquina o desnivel? ¿Dialogar con el entorno y sus gentes, y sin prisas, detenerse, demorarse? En este libro singular, un maridaje poético-pictórico, los autores vuelcan en cada página sus vivencias únicas de esta tierra, hecha de pizarra y de nubes. En él se pinta y se escribe a su luz y desde su luz.


Presentación en Capileira 17/05/2024