Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

miércoles, 7 de diciembre de 2022

¿Qué es el cambio de visión?


Sobre el cambio de mente

Café Filosófico en Torre del Mar 2.2

24 de noviembre de 2022, Taberna El Oasis, 18:00 horas


El discípulo pregunta:

¿Qué es la verdad?

La vida de cada día.

Y sin comprender el discípulo agrega:

En la vida de cada día sólo se aprecia esto: la vida vulgar y corriente de cada día, pero la verdad no se ve por ningún lado.

Ahí está la diferencia —explica el maestro—, en que unos la ven y otros no.


¿Qué es el cambio de visión?

En algunas ocasiones, si estamos atentos, algo ha venido a nosotros, una luz, una claridad, una lucidez, una iluminación, un cambio súbito en nuestra mente, un cambio de visión, un despertar, de algo o hacia algo, que transformó significativamente nuestras vidas y a nosotros mismos, en primer lugar. No. Seguro que sí. Repasa con cuidado tu vida y los momentos más cruciales que se han dado en ella. Esto puede relacionarse con lo que se denomina, en otros contextos, awareness, una conciencia clara de una situación compleja, que te permite tomar buenas decisiones. O también, algo de lo que está detrás del término insight: un cambio súbito de la percepción de un objeto o una comprensión nueva del todo de una situación. De todo esto, o como lo llamaron los participantes de este Café filosófico en El Oasis de Torre del Mar, del “clic mental”, trataron aquella tarde. Porque se trata de una misma experiencia, solamente cambia el contexto, las consecuencias o el grado en que aparece la misma. Así, los orientales hablan de nirvana o satori o samadhi, un despertar espiritual. En fin, este relator te invita a seguir a los participantes en sus evoluciones y revoluciones mentales.

Es posible que todo nos afecte, de un modo un otro, pero es importante que nos afecte creativamente y no de un modo limitante o coercitivo. De manera que es posible que los participantes, que quisieron dialogar sobre el cambio de mente, llegaran a ello, sin darse cuenta, tras la pregunta inicial que lanzó al grupo el conductor del encuentro: menciona una ocasión en que te has sentido muy presente, muy vivo, muy viva, muy consciente, tú misma, tú mismo; y, brevemente, dinos qué sentiste, cuál fue tu experiencia; “Cuando yo... me sentí...”. Superé mi adicción, cuando fui capaz de ver mi realidad, que yo no vivía, pues vivía auto-destructivamente, vi que yo era capaz y válido para vivir; en mi caso, pude hacer frente a una autoridad que me explotaba y trataba injustamente, tomé conciencia de la injusticia; ante la enfermedad terminal de mi hijo, supe que tenía que hacer algo, más allá de la pasividad que me rodeaba; cuando me encuentro en medio de la naturaleza, respiro de verdad; conseguí sacar las oposiciones y fui consciente de todo lo que me quedaba por delante; nació mi hijo y revolucionó mi vida, con sensaciones mezcladas de todo tipo, quedó la sensación de una profunda responsabilidad; me trasladé a mi primera vivienda propia y me sentía la reina del mundo; en otra ocasión casi me ahogo, y la vida, mi vida, sentí cómo estaba en juego; yo comprendí la importancia de saber olvidar, y me di cuenta de que era capaz de hacerlo, conscientemente; tuve el corazón de una persona en mi mano (literalmente), tuve que hacerlo y lo hice, tenía miedo, pero era responsable de una vida; logré mi sueño de ver a Paul McCartney, me sentí en ese momento una persona realizada; a través de un sueño que tuve, comprendí que no hay cosa más horrible que matar a otro ser humano; con la música es como consigo una mayor conexión con el momento presente; me rompí el brazo y comprendí lo que significa el hecho de ser dependiente; cobré mi primer sueldo y esto supuso para mí un paso adelante y seguro en mi vida; no puedo expresar tanta gratitud hacia mis padres, que “me esperaron” para morirse; la superación de un cáncer me llevó a querer vivir día a día, en paz; empezar a trabajar fuera de casa, para mí supuso una liberación; un concierto de música clásica fue tan especial que algo surgió en mí, como si la música tocara algo en mi cerebro; cuando viví mi primer enamoramiento, me sentía volar.

Y entramos de lleno en el diálogo filosófico... El cambio de mente o de visión, ¿cómo, cuándo, se produce? Ellos y ellas se preguntaban por la situación y por las causas de esta súbita comprensión del hecho de existir, a la que algunas veces accedemos. Y tenían muy claro que unas determinadas circunstancias del ambiente lo propician más fácilmente, pero también se daban perfecta cuenta de que no puede faltar una determinada actitud, una forma de responder muy consciente, estando muy presentes en lo que hay. De modo que el siguiente paso en el diálogo se encaminó a la búsqueda de lo común en todas esas experiencias; qué suele estar presente. Y hablan del dolor como vehículo de cambio; en el dolor también hay belleza y, además, el dolor es solidario, apostilla una participante; y es una oportunidad, si se vive a fondo, pero no hay que confundirlo con el sufrimiento (que es evitable, pues siempre es un añadido mental nuestro). En este cambio de mente, de pronto se descubre la interrelación de las cosas aparentemente diferentes, que aparecían inicialmente como diferentes, una luz que aparece que lo conecta todo. Las emociones intensas, muy profundas, también pueden producir este tipo de experiencias alumbradoras. Un estado de conciencia sin afán de control, en que algo fluye a través de ti y tú lo dejas fluir, favorece también este tipo de experiencias. Y la apertura y la aceptación y la predisposición, todas estas son buenas actitudes que propician un cambio de mente. Sin esta actitud correcta (algo que va mucho más allá de la aptitud), no son posibles estos cambios de visión radicales. Así lo dijeron, y en ello estuvieron de acuerdo. Pero, si nos fijamos bien, lo común a todas estas formas de actitud, sería la consciencia de sí y de lo que está sucediendo, de un modo simultaneo. Miradlo.

Una pregunta del conductor del encuentro revoluciona el estado de conciencia alcanzado hasta ese momento: muy bien, supongamos que ya hemos experimentado este cambio de visión, esta nueva comprensión, y hemos despertado de “nuestro sueño”, de nuestra “hipnosis anterior”, ¿ya está, por eso funcionaremos mejor? ¿No es necesario un proceso de integración de la visión en nuestras vidas? De hecho, por hábito, por costumbre, por miedo, por comodidad, permanecerán durante tiempo inercias, condicionamientos, muchas veces de un modo inconsciente, nuestras tendencias, nuestros estilos, nuestras respuestas o reacciones anteriores, ensayadas tantas veces... Es preciso que seamos conscientes de la necesidad de integrar la nueva visión, el despertar al que hayamos accedido, en nuestro decir, en nuestro hacer, en nuestras relaciones, mientras nos atamos los zapatos, mientras paseamos, mientras escuchamos, mientras miramos... Acompañar nuestra visión, cuidarla, como un pastor cuida de su rebaño, seguir atentos, continuar trabajando con nosotros mismos, y cuando caigamos y erremos y volvamos de nuevo hacia atrás, a senderos trillados, a los sinsabores consabidos, que seamos capaces de mostrar compasión con nosotros mismos, comprensión, amor. No salva solamente el cambio de visión. Y el tiempo está siempre implicado, tiempo para integrar, tiempo para desarrollar, tiempo para reconciliarnos con nosotros mismos y con los demás. Así lo han mostrado los sabios que en este mundo han sido.




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