Dicen que hay personas
“tóxicas”, o incluso con mayor precisión, ambientes familiares,
laborales, sociales, que son “tóxicos”. En ocasiones podemos
obviarlos. Pero, ¿qué sucede cuando no podemos, cuando hemos de
convivir necesariamente en medio de este tipo de ambientes? Dijeron
nuestros participantes que esta situación humana se da cuando nos
sentimos limitados para poder crecer, para ser nosotros mismos, y
sentimos daño e impotencia. Tú lo habrás vivido alguna vez... Lo
que no sé, es si te habrás planteado por qué desprenden toxicidad
algunos ambientes, por qué algunas personas se nos muestran tóxicas.
¿Qué les pasa? Quizás sólo son como tú y yo, pero que la manera
de dar salida personal a sus propias carencias produce estos efectos
en los demás... Quizás cabría comprender –desde sí mismos– a
estas personas, que percibimos como tóxicas. Te lo habrías
planteado, si hubieras asistido a nuestro café filosófico. Y, en
ese caso, ¿qué hacer, cómo proceder, si nos toca el estar
sumergidos en un ambiente de este tipo? Algunas respuestas, las
podrás encontrar en el relato seguido de lo que allí aconteció
aquella tarde, en la Cafetería Bentomiz de Vélez-Málaga. Por si
acaso no pudiste asistir...

Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel
martes, 25 de septiembre de 2018
lunes, 24 de septiembre de 2018
La manipulación social
¿Por qué hay
tanta manipulación en nuestras sociedades? ¿A quién beneficia?
¿Cómo me afecta? ¿Cómo podemos escaparnos, qué podemos hacer,
ante tales manipulaciones? Si el hecho de que exista manipulación en
un ámbito determinado supone una estrategia manipuladora, que
oculta, tergiversa, engaña y demuestra mala fe, con la finalidad de
satisfacer unos intereses concretos -individuales o corporativos-,
insanos, dañinos para la persona o para el bien común, entonces, no
nos queda otra que prepararnos para disponer un criterio propio y
consciente. Cuando somos menores de edad, no podemos, pero cuando ya
poseemos nuestras capacidades mentales desarrolladas, no tenemos
excusa para seguir siendo “menores de edad”, para dejarnos
conducir pasiva y acríticamente. No tenemos excusa –salvo las
malas excusas de la pereza y la cobardía– para no ser “mayores
de edad” (Kant), y pensar y actuar por nosotros mismos. Que haya
manipulación social, educativa, cultural, económica... no depende
de nosotros, está ahí, pero que seamos víctimas propiciatorias,
¡sí que depende de nosotros mismos! Esto te diría Epicteto, y lo
habrías oído de los participantes en el Café filosófico de
febrero. Este grito: ¡sé consciente de ti mismo y desarrolla todas
tus cualidades! Es el mejor antídoto.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)