Sobre
la naturaleza humana
Café
Filosófico en Vélez-Málaga 10.7
05
de abril de 2019, cafetería Bentomiz, 17:30 horas
Una cuestión, que
resultó premonitoria, adelantó al grupo en el tratamiento acerca de
cómo somos, los seres humanos. Orteguiana, para más señas:
¿Qué circunstancia no elegida, dada, en mi vida la ha marcado
grandemente? Porque... recordad la necesidad de poner conciencia, es
decir, de ser más conscientes: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si
no la salvo a ella, no me salvo yo”. La necesidad de hacerme cargo
de dicha circunstancia, pues que me ha hecho en parte como soy y he
de ser consciente, al menos, de qué manera. Esto referido a mí o a
ti, pero referido a todos nosotros: ¿Cómo es la naturaleza humana,
cómo se gesta aquello que llegamos a ser? Y una pregunta más
general todavía, pero más ligada a un aspecto importante de
nosotros: ¿Existe la bondad o existe la maldad humana? Esto
quiso saber la participante más joven del encuentro, éste más
mermado en tamaño que otras veces.
El que no sabe
es como el que no ve, dice el sabio dicho popular. Y así podría
este relator resumiros, en pocas palabras, el encuentro. Pero tan
importante como el final es el camino que lleva al mismo. La
preparación lo es todo. No sólo en orgasmos. Tampoco hay buen parto
sin una completa gestación. Os contaré entonces algunos idus del
calendario conceptual de esta travesía por donde navegó el grupo.
– Nadie podría
decir de un bebé que es malvado, entonces, ¿qué le puede pasar más
adelante?
– No hay
robinsones puros. Somos seres sociales. No hay individuos,
sino comunidades. Y éstas presentan ideologías organizativas,
modelos que presionan...
– En realidad, en
la base de lo que discutimos está presente siempre el instinto de
conservación. Esto somos por naturaleza. Ni buenos ni malos. Es la
cultura dominante en cada momento la que articula dicho instinto
produciendo los desmanes, las crueldades, las barbaries... o lo
contrario.
– Nacemos
egocéntricos, el centro del mundo. Y eso es lo natural. Si el modelo
social no reprime sino que desarrolla, aflora la bondad humana. La
conciencia humana por naturaleza es bondad, amor, inteligencia. Sólo
la falta de conciencia produce lo opuesto.
Este nuevo foco,
con que observar la cuestión, ofrecía tanto potencial que logró
poner orden en todo lo que se había aportado con anterioridad. Y era
un foco socrático. Todo el bien es consciencia y la
inconsciencia produce el mal, alguna limitación o carencia, una
conciencia incompleta. La naturaleza humana no es buena ni mala. Cada
naturaleza en su nivel es como tiene que ser. Está bien. Sigue su
lógica, la que le es propia. Solamente desde un nivel superior de
desarrollo –en cuanto que supone el anterior, pero ve, y va, más
allá– podrá entenderse lo malo como malo. Pues en sí mismo no es
ni bueno no malo. Sólo desde una perspectiva evolutiva. Pongamos un
ejemplo típico: el terrorismo. Para el que practica el terror como
medio de lograr un objetivo, su acción guarda una lógica impecable.
Y no concebirá el daño causado como mal. Solamente cuando accede a
un nivel de comprensión superior –por ejemplo, al principio: el
fin no justifica los medios– llega a percibir el absurdo y el
terror de sus anteriores acciones.
Por consiguiente,
la clave está en ser capaz de ver, o no ser capaz de ver, en función
del nivel de desarrollo de la conciencia que se ha adquirido, al que
se ha accedido. Y entonces, ¿cómo lograr un mundo humano mejor,
también en sus relaciones con los demás seres del planeta?
Propiciando sociedades en donde sea posible el desarrollo personal
de los individuos que la componen. El desarrollo de sus capacidades,
de sus posibilidades, irá ligado al desarrollo de la conciencia
humana. Y con ello su capacidad para elegir el bien, como extensión
natural de nosotros mismos.
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