Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

domingo, 28 de noviembre de 2021

Sobre la felicidad

Café Filosófico en Castro del Río 5.1

27 de noviembre de 2021, Biblioteca Municipal, 19:00 horas


Que el hombre no se deje corromper ni dominar por las cosas exteriores y sólo sea admirador de sí mismo: que confíe en la fuerza de su espíritu y esté preparado para los cambios de la fortuna, que sea artífice de su propia vida.

Lucio Anneo Séneca


¿Qué es la felicidad?

Han pasado ya diez años. Algunos participantes son testigos. Y pudiera ser que sus motivaciones, para acudir a un encuentro filosófico como este, hubieran cambiado. No todas las generaciones pasan por una pandemia. Por eso, nos preguntamos: ¿qué espero yo de la filosofía?, al comienzo de esta segunda etapa de los Cafés filosóficos en Castro del Río (ampliada a otras prácticas filosóficas). Las respuestas no sorprenden a este relator. Seguimos siendo en el fondo los mismos. Y los participantes tienen la valentía de querer ser receptivos y someter a juicio sus ideas y creencias, volver a saborear lo que ya han saboreado, porque siempre es nuevo, la valentía de exponerse, liberarse, escuchar, la valentía de atreverse a pensar de otro modo y dar lo que me ha sido dado. No es tan frecuente... Por eso acudimos a esta llamada de la filosofía y quedamos tan agradecidos al Ayuntamiento de nuestro pueblo (en la persona de Salvador Millán), porque haya querido situar a la filosofía en el corazón de la cultura del lugar.

Debía flotar en el ambiente de la reunión la sempiterna búsqueda de la Felicidad. Fue la temática más votada. ¿Está la felicidad ligada al conocimiento, tener más y más, alcanzar mejores resultados? ¿La felicidad se confunde con la alegría? Y para comenzar bien el diálogo, ¿sería mejor hacerlo por estas formas de la felicidad o es preferible partir de una definición de lo que es la felicidad? ¿Proceder de un modo inductivo (de lo particular a lo general), o bien, ir desde lo general hasta lo particular, el modo deductivo de razonamiento? Decidimos ahondar en la esencia de la felicidad para luego tratar de responder a las anteriores cuestiones sobre la felicidad. Así pues, se preguntó el grupo: ¿qué es la felicidad? ¿En qué consiste, de qué esta hecha la felicidad? Y no es la alegría, el estar contentos... Aquí se detuvo un rato la discusión. Porque la alegría es pasajera y la felicidad permanece en nosotros. Al principio, nos perdimos un poco en los nombres, o eso parecía. En realidad, la participante que se empeñaba en darle la vuelta a lo que se había dicho, quería recordarnos que la felicidad nunca es definitiva, que nunca se alcanza del todo. Ir al fondo de su réplica nos permitió profundizar en nuestra búsqueda. Para eso es la filosofía y no para pensar lo ya pensado. Óscar Brenifier (un filósofo práctico francés), incluso, iría más lejos: la filosofía nos ayuda a pensar lo impensable.

Acabada la discusión, ya sabíamos algo: que no es lo mismo la emoción que el sentimiento, que la felicidad, aunque nunca es completa, no es un simple estado de ánimo pasajero. El grupo no necesita ir a Wikipedia, porque ha vivido y ya sabe. Sócrates tenía razón: lo esencial está en nosotros, solamente hace falta recordarlo, sacarlo a la luz (y es lo que trata de hacer este encuentro filosófico, socrático hasta la médula). La felicidad es un sentimiento interior de plenitud, bien-estar, de auto-satisfacción; una “bombilla encendida” –ilustra una participante– que no se apaga nunca del todo y así se siente. Además, resiste los vaivenes de lo que sucede, porque lo importante no es lo que te pasa, sino cómo te tomas eso que te pasa, tu respuesta, tu actitud ante ello (esto sí que depende siempre de ti, nos recuerda Epicteto). Así que la felicidad también es una actitud, que sale de dentro, una mirada, desde donde se mira y se entiende y se reconoce. Tan sólo requiere su desarrollo. Es una capacidad, una potencia que necesita ser actualizada, como diría el viejo Aristóteles. Por eso, tantas veces, necesitamos un trabajo, un entrenamiento, el cultivo de lo interior. Y puede hacerse, a través de la filosofía practicada como un modo de vivir mejor (Pierre Hadot).

La felicidad, también, está hecha de compasión, se dijo esa tarde. Pero no la compasión de origen judeo-cristiano, pena con ínfulas de superioridad, sino la compasión entre iguales (“sentir con otros”). Aunque, el verdadero amor a los demás no es posible, si no se arraiga en el amor a uno mismo, el valor de uno mismo. Otro componente fundamental para sentirse uno de veras feliz es la aceptación: una felicidad que no se base en lo que hay, no tendrá futuro, serán tantas las grietas que caerá por el suelo desarmada. Y son tantos los ejemplos que conocemos... Así, el estado de duelo no es otra cosa que el proceso de aceptación de una pérdida. Y no disponemos de algo así como unas “gafas de la felicidad”. Es posible para los estados de ánimo, pero no para la felicidad. He ahí la confusión actual y la carrera desesperada por cambiar de gafas a toda costa, cuando ya no se ve bien con ellas. Muchas veces, al rato.

Pero, ¿cómo va a ser eso? ¡La felicidad también decae!, protesta una parte nosotros. Otra parte de nosotros, sin embargo, lo ve muy claro: hay algo interior, profundo, que se mantiene. Lo confirma un participante con su propia experiencia personal: la muerte de mi padre no me supuso infelicidad, él sigue en mí de otro modo; pensar en él me hace sentir pleno. Todos podemos intuir esto, si es que no lo hemos vivido todavía. Es así, es posible. El moderador del encuentro introduce una imagen que podría ayudar, quizás, a deshacer la perplejidad suscitada: la felicidad es la linea recta de un cuaderno sobre la que pueden escribirse palabras y frases con letras altas o bajas, que serían las fluctuaciones de nuestra propia vida: las frustraciones, los fracasos, los errores, los conflictos, las malas rachas... De manera que lo que se va escribiendo sobre esa línea básica no se aleja en exceso de ella. Sería como un tono general sostenido, a pesar de los altibajos de la vida.

Finaliza el encuentro filosófico con un repaso de lo hallado, y viendo cómo pueden afrontarse –ahora sí– las inquietudes iniciales: la felicidad no consiste en saber más y más, acumular más y más conocimientos, ni poseer más y más cosas, no es la alegría fluctuante, que es una emoción, no es el resultado o la meta y, menos todavía, la acumulación de resultados satisfactorios o beneficiosos, sino que es el camino o proceso mismo del vivir lo que importa. Como decía nuestro Séneca, no es el vivir mucho lo que cuenta, sino cómo se vive. ¡Cuánto aprendemos de las tradiciones sapienciales que han llegado hasta nosotros! Aunque soterradas bajo la dura costra de la modernidad tecnológica y consumista, la ansiedad y la inmediatez. Tanto en oriente como en occidente lo sabían: no es tener, sino SER, desarrollando todas nuestras cualidades esenciales: el amor, la felicidad, la inteligencia, la voluntad, el bien, la belleza. Pero esto ya quedaría para nuestros Talleres de filosofía, si acaso. ¡Mucha salud y felicidad!


4 comentarios:

  1. Un verdadero placer asistir a estas charlas. Un abrazo y gracias por la iniciativa.

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    1. Y para mí lo es organizarlo... y poder filosofar juntos! Un fuerte abrazo!

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  2. Poder leer esto es también felicidad!ya me había avisado un "contertulio" que el resumen de esa tarde estaba genial ,gracias Antonio y gracias a mis compañeros por compartir pensamientos!

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    1. Todo el contenido es vuestro... yo sólo puse la ocasión. Seguiremos compartiendo vida... Un abrazo!

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