Café
Filosófico en Vélez-Málaga 6.9
15
de mayo de 2015, Centro de Arte Contemporáneo, 17:30 horas.
“No pueden [ustedes]
conectar los puntos mirando hacia el futuro; solamente pueden conectarlos
mirando hacia el pasado. Por lo tanto, tienen que confiar en que los puntos de
alguna manera se conectarán en su futuro. Tienen que confiar en algo — su
instinto, su destino, su vida, su karma, lo que sea—. Esta perspectiva nunca me
ha decepcionado y ha marcado la diferencia en mi vida” (Steve Jobs, Discurso
durante la ceremonia de graduación de la Universidad de Stanford, 2005).
“Cuando yo
voy permitiéndome sentir todo, sin reaccionar agresivamente, sin huir, entonces
llega un momento en que, después de pasarlo mal y permitir que este pasarlo mal
lo viva abiertamente, con sinceridad, a fondo, curiosamente desaparece el
malestar” (Antonio Blay, Ser).
Centro de Arte Contemporáneo - Vélez-Málaga |
Cada encuentro filosófico es singular, como cada momento de
nuestra vida. En este día, la novedad estaba clara: realizábamos por primera
vez nuestro café filosófico en el Centro de Arte contemporáneo (CAC) de
Vélez-Málaga. Vaya por delante, antes de nada, el agradecimiento de todos los
que estuvieron allí presentes. Un florido patio nos acogió apaciblemente, donde
la discusión fue mostrándose tímida unas veces y enardecida otras.
Sabiéndolo o sin saberlo, todos buscamos nuestra propia
autorrealización —llámale de otro modo, si lo necesitas—. Pero, una condición
de suma importancia para esta finalidad sería que no te quedaran demasiados deberes
pendientes, que los conflictos —contigo, con los demás— que la vida te ha ido
presentando, los hayas podido ir liquidando de la mejor manera posible. Que no se
vayan acumulando muchos residuos ahí guardados, en la penumbra inconsciente de
la trastienda de tu vivir de cada día. Por otro lado, ¿está clarificado en ti
el propósito de tu vida? Si no, no vivirías bien. Preocupaba esto a los participantes
de aquella tarde tranquila de primavera, sin terral y a resguardo de los malos
vientos.
Y comoquiera que estábamos en un centro de arte, y
además, de arte contemporáneo, el moderador tuvo a bien iniciar la sesión —después
de haber leído un texto referido a la anterior— con el siguiente interrogante: ¿Cuándo
he sentido yo la belleza últimamente? Y actualizaron allí los participantes
sus respectivas experiencias estéticas. Y dijeron que ahora mismo, oyendo a los
pájaros mientras volaban; y dijeron que contemplando la inocente belleza de las
flores que ella misma cuidaba; y dijeron que la belleza está en el ambiente que
se crea con pequeñas cosas de la vida; y recordaron la belleza sentida, por
ejemplo, asombrándose de la furia iracunda del mar contra un acantilado norteño;
cuando visionaba una película “redonda”; mientras paseaba a la orilla del mar;
es maravilloso cuando la gente es capaz de tomar decisiones auténticas que
proceden de su interior; y cuando la vida le sorprende con gestos, como la risa
de su madre enferma, ¡cómo la disfrutaba!; sin embargo, la belleza ya la tienes
dentro, está en ti; y está en todos los sitios, pero la apreciarás en la medida
en que tú estás allí para apreciarla, tendrás que prestar mucha atención.
Y después, se preguntaron por el PROPÓSITO de estar aquí en
este mundo — antes que por el desarrollo de las capacidades humanas o la conmemoración
del 15M y su significado—. Pero, comencemos por el principio: ¿Hay un propósito
en la vida? Y además, ¿de qué hablamos? ¿Qué significa la palabra “propósito”? De
un modo titubeante, acudimos los allí presentes a la etimología: pro / positum,
que en latín viene a querer decir “poner algo hacia adelante”, es decir,
“proponerse algo”, con su dimensión de futuro ineludible. Tener un propósito
podría indicar una meta, una finalidad. ¿Un sentido? ¿Es lo mismo sentido que
finalidad o meta? Estas distinciones terminológicas mantuvieron perplejos a los
participantes durante algunos instantes. Y mereció la pena, porque si no
tenemos claro qué es un propósito, malamente podríamos tener claro nuestro
propósito, ni tampoco el propósito de la vida. Afectaba a la cuestión misma que
se discutía.
—Mi experiencia como enfermero me dice que el sentido de la
vida está muy ligado al sentido de tu vida, necesita ser integrado con el
propósito de tu propia vida.
—Pudiera ser que, si preguntamos el para qué del
propósito de la vida, entonces hablemos de una meta, y que si preguntamos el
porqué, estaríamos hablando del sentido de la vida.
—Puede ser. Y entonces, la meta puede ser algo más interno
de la persona y el sentido algo más externo, más allá de nosotros, que me integra
en algo más allá de mí mismo.
—Yo, mi finalidad no la veo, la voy descubriendo, la iré
descubriendo en todo caso.
—Pero está ahí. Ocurre como cuando entras en una habitación
a oscuras, todo ya está ahí, solamente hacía falta que estuviera iluminado.
—¡Muy interesante! Otro ejemplo cotidiano puede ser cuando
vamos circulando con niebla, que creemos no ver nada hasta que al irnos
acercando todo se va clarificando. Pues igual con la finalidad de nuestra vida.
—Y muchas veces el sentido lo vas descubriendo hacia
atrás…
Este último comentario encendió rápidamente una mecha entre
los participantes: ¿Y si voy siguiendo una meta, una finalidad, un propósito, y
esto es hacia adelante, pero el sentido lo descubro hacia atrás, girándome y
volviendo la vista hacia atrás, hacia lo vivido? Antes no lo veía y ahora ya lo
veo, todo tiene sentido. Perseguía una meta, intuía lo que tenía que
hacer, lo que tenía que buscar, lo había anticipado y cuando ya lo he realizado
descubro todo su valor, toda su plenitud, un sentido completo. Sin embargo, en
este punto emerge una cuestión crítica. Necesario. ¿Y si dicha vuelta hacia
atrás no es otra cosa que una justificación, una excusa para autojustificarte?
—Una justificación sí, una excusa, no. No es lo mismo.
—De todos modos, será muy conveniente observar esto con
atención, tener cuidado con esto, esclarecerlo en tu vida. Tratar de no
autoengañarse.
De hecho muchas terapias psicológicas —señala el moderador—
ya trabajan con esta premisa: volver consciente lo inconsciente. Si lo
que está inconsciente en ti, tomas conciencia de ello, el condicionamiento
inconsciente se desactiva y te libera de sus automatismos, que te llevan a veces
a sufrir más de la cuenta.
—Sí, y todos aquellos asuntos que son desagradables y que
tendemos a reprimir, son necesarios para poder integrarlos y clarificar nuestro
propósito. Son parte de la vida.
—Son una oportunidad.
Efectivamente, porque si logras integrar todos estos
aspectos de ti, obtendrás un “yo más integrado”, estado de conciencia en el que
pudiera ser que el sentido, tu propósito en la vida, quedara mejor despejado.
Pudiera ser más transparente para ti. Pero mientras mantengas deberes
pendientes contigo mismo y no entiendas los conflictos como oportunidades
de aprendizaje que nos presenta la vida, tu propósito se te escapará entre los
dedos. Tu autorrealización está en juego con ello, pues si no hay luz dentro de
ti, tu propósito puede quedarse mientras tanto a oscuras. Ellos extrajeron esto
para ti. Aprovéchalo.
Satisfecha, al parecer, esta inquietud, el grupo se
precipitaba hacia un lugar diferente. O quizás, no tanto. Fue necesario. Entre
ellos, apareció la inquietud con la muerte, aprovechando que estaba
presente una persona cuyo trabajo le acerca diariamente a esta realidad.
—Según tu experiencia, ¿todo el mundo muere lo mismo? ¿O
algunos mueren mejor que otros, más a gusto o más a disgusto?
—El problema no está tanto en los que se van, sino en los
que se quedan. Los familiares de la persona moribunda que no lo dejan
expresarse. No lo escuchan. Piensan más bien en sí mismos. No soportan el dolor
y prefieren darle medicamentos paliativos.
—Sí, en Occidente no llevamos bien la muerte. La queremos
dejar de lado y no mirarla de frente.
—Hay un cuento oriental que expresa bien la idea de la
muerte como algo natural: “La semilla de mostaza”. —Y lo contó para todos.
—Pues yo no me resisto a regalaros la definición que han
dado de la muerte, durante un reciente taller de filosofía en el CEIP El
Romeral, unos niños y niñas de 11 años. ¿Qué es el morir?: “Cuando algo o alguien cambia de algún
modo, es decir, es el final de una etapa, pero puede comenzar otra”.
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