Sobre
mi autonomía al vivir
Café
Filosófico en Vélez-Málaga 10.8
17
de mayo de 2019, cafetería Bentomiz, 17:30 horas
Sin duda, a lo
largo de cada día gozamos de momentos unos más lúcidos que
otros... Cada uno de nosotros aprecia, a lo largo de su diario vivir,
ese momento en que todo es más suave y permeable, las decisiones son
más fáciles, cuando el problema del día anterior deja de ser
problema... Tan sólo se requiere estar atento y no dejarlo pasar,
sus claridades y sus aportaciones... Hay a quien le viene al
despertarse, o al acostarse, después de una comida, de madrugada, de
un modo más o menos súbito... Pero siempre, a decir de los
participantes, se da una desconexión, un aislamiento, un paréntesis
respecto a la actividad cotidiana, cuando es posible una descarga del
exterior y una penetración más en lo hondo de uno mismo. Esta
lucidez que necesitamos y que nos hace más plenamente seres humanos
está ahí siempre, pero no siempre con nosotros... Así que es
preciso estar atentos a nosotros mismos, muy conscientemente... Y
este principio del Café filosófico del mes de mayo entrelazó sus
manos con el final. Ya veréis, ahora.
¿Hasta qué
punto mi vida es mía? Porque la experiencia suele ser la
contraria, que yo ya no sé si soy yo, de tanto que me rodea y me
atenaza. La sociedad, la cultura, la biología, el tiempo... ¿Hasta
qué punto es mío lo que digo, lo que hago, lo que pienso, lo que
siento? ¿Yo soy yo? Y el grupo se adentró en una de las paradojas
que peor se lleva cuando vivimos en este mundo humano nuestro. ¿Pero
tan mío? La salida a esta extrañeza –nuestra mirada de soslayo,
pues me creo y no me creo que mi vida sea mía– puede venir de la
mano, como en otras ocasiones ha venido, de la distinción estoica de
Epicteto: aclararnos acerca de lo que depende y lo que no depende
de nosotros. Pero ahí sigue habiendo una dificultad en la
práctica, una corriente de inseguridad arrastrándose por el fondo
del río que nos lleva. Un obstáculo que los participantes
comprendían muy claramente: ¿cómo sé yo que algo depende de mí,
que algo que no depende de mí, efectivamente no depende de mí?
Fenomenológicamente, esto es un problema inmenso. Puede que no sea
una dificultad en el ámbito de la necesidad lógica o metafísica,
pero, ¿y en el ámbito de la contingencia, en que se desarrolla la
vida humana, que puede ser y puede no ser?
Se sucedían los
vaivenes... Somos y no somos... Podemos y no podemos... Hasta el
momento en que un participante nos regaló un momento de lucidez, a
raíz de su experiencia vital. ¿Cuándo pudo, él mismo, salir de su
precaria situación personal? Cuando fue consciente... Y este “ser
consciente” fue rápidamente puesto a prueba por los asistentes...
Ejemplos y muy pocos contraejemplos... Porque, incluso, si yo elijo
ser inconsciente, esto lo hago conscientemente... ¿Es posible
salir de este bucle de la consciencia, de la autoconciencia? Es muy
posible que no, pues radica en lo propio del ser humano, nuestra
cualidad más humana. De ahí le viene su tremenda potencia al Cógito
cartesiano: mientras soy consciente, no puedo dejar de ser...,
algo que es, consciente de sí. De modo que si te empantana
la duda, en este caso, sobre si tu vida es tuya o no lo es, “pásalo
por ti”. Hagas lo que vayas a hacer o lo que tengas que hacer,
decir, pensar..., pásalo por ti. ¿Has tomado conciencia, has
puesto consciencia en ello? Puede que no venga de ti, el origen de lo
que haces, dices, piensas..., pero si conscientemente tú lo haces
tuyo, vendrá de ti, como acción, dicción o pensamiento propio. Si
de suyo es asumido como tuyo, ya no hay paradoja, ni dificultad, ni
angustia... Yo conscientemente decido si sigo o me paro, si acuerdo o
desacuerdo...
Sí, claro, pero, y
en esto, ¿no puedo engañarme también, pensando que soy consciente
y no lo soy? Muchas veces me ha pasado que así me lo parecía y así
me desperté..., un sueño autocomplaciente... un pobre ingenuo... Y
aquí hay que pararse a reflexionar muy tranquilamente, y muy lúcida
la mente: una cosa es segura, ahora soy más consciente que antes.
Puedo verlo en negativo, y concluir que nunca puedo estar seguro del
todo. Puedo verlo en positivo: cada vez soy más capaz de vivir
conscientemente. ¿Y si hubiera que hablar de una evolución de la
conciencia? Grados sucesivos de consciencia. Niveles de conciencia
cada vez más lúcidos, más maduros. Es decir, que puedo desarrollar
mi capacidad de ser consciente. ¿Y cómo se desarrollaría? Siendo
más y más consciente. Practicándolo. Tratando de ser lo más
consciente de que sea capaz en cada acto de ver, sentir, pensar...
Siendo consciente se es uno mismo cada vez más consciente. Y luego,
vuelve la vista atrás... ¿Eres más consciente? Sin duda, pues te
das cuenta. Pues bien, si yo soy más consciente, en la misma medida,
soy más libre y estoy más disponible para el mundo y para mí
mismo, para no perderme nada, para desplegar todas mis posibilidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario