Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

sábado, 24 de diciembre de 2022

¿Qué es ser uno mismo?

 

Sobre la posibilidad de ser uno mismo

Café Filosófico en Castro del Río 6.2

09 de diciembre de 2022, Peña Flamenca Castreña, 18:00 horas


El “ser-ahí”[el ser humano] se entiende siempre a sí mismo desde su existencia, desde una posibilidad de sí mismo, la de ser él mismo o no ser él mismo. (…) La existencia es decidida en cada caso por el respectivo “ser-ahí” bajo la forma de una aprehensión o de un descuidar.

Martin Heidegger


¿Qué es ser uno mismo?

“Sé tu mismo” reza uno de los eslóganes más escuchados en la actualidad. El marketing del “sé tu mismo”. ¿Y ya está? ¿Con eso podemos ser nosotros mismos y ser felices? Aparte de la falta de pudor de la mercadotecnia (o la autoayuda), que se sirve de cualquier valor que tenga vigencia (o seguidores), se está apropiando de nuestra inquietud más honda y sagrada, y luego lo confunde con una mercancía. “Serás tú mismo con esto que te ofrecemos o vendemos”. Pero no hay que desesperar. Para eso estamos en un café filosófico (el segundo de la temporada), para tratar de entender juntos la realidad. Y ver lo falso como falso. Estábamos tan a gusto en la sala de conciertos de la Peña Flamenca de Castro del Río, con la chimenea a punto (¡gracias, Carlos!), tan calentitos, que eso nos preparaba para cualquier discusión, cualquier ahondamiento en el ser. Ser o no ser nosotros mismos. Síguenos pues, si es tu deseo, por este sendero de la búsqueda de la autenticidad, que tantos filósofos han prescrito.

El agua nos dio una tregua y pudimos llegar, sin paragüas, al local de La Peña. ¡Qué lluvia tan bien venida y tan bien caída! ¡Cuánta falta nos hacía! Así que, ni corto ni perezoso, el conductor del encuentro filosófico se saltó la costumbre de proponer una pregunta inicial de autorreflexión y, simplemente, ofreció una palabra a los asistentes: “lluvia”. Sobre todo, después de estos últimos días, ¿qué significa para ti la lluvia? ¿Qué te evoca? Fijaos cómo es el moderador... porque, en todo lo que decimos o hacemos estamos nosotros siempre presentes; así que tampoco se salió tanto del guión habitual. En fin, no tiene remedio... Pues bien, estas fueron la evocaciones de la lluvia para los participantes: vida, algo muy deseado, una purificación, un bien necesario que no tiene precio, esperanza, sonido a veces molesto, vida en sentido ancestral y primario, conexión, alegría, una interferencia, sosiego, la ruptura de mis hábitos, una renovación del ciclo vital.

¿Qué es ser uno mismo? Era la pregunta que orientaría nuestra indagación. Pero, en realidad, queríamos descubrir cuándo somos nosotros mismos y cuando no lo somos. Queda claro que soy yo mismo cuando digo, pienso y actúo por mí mismo. Y eso conlleva una conexión con tu ser interno. Implica no conducirme bajo una máscara o una armadura, que me pongo para aislarme o defenderme (recuerda el maravilloso cuento largo El caballero de la Armadura oxidada, de Robert Fisher). Sin embargo, replica una participante: ser yo misma consiste tanto en aceptarme como soy como aceptar mis cambios, las evoluciones (o revoluciones) de mi vida. En este punto, fue necesario aclarar la diferencia entre evolución y desarrollo: lo segundo es mucho más que un cambio en la secuencia temporal, el desarrollo deriva de un origen, desde cual se van desplegando todas las posibilidades de un ser. El germen de esta idea brotaría más adelante, en el diálogo, con todo su esplendor (ya lo verás). Y siguieron los participantes con las condiciones para ser uno mismo: no puede falta la transparencia con uno mismo, ni la coherencia entre lo que digo o hago y lo que siento. Y, de nuevo surgió la discusión (para eso estábamos allí): ¿ser uno mismo significa no callarse, no pensar/hacer como los demás o ponerse en su contra? ¿Así soy más yo mismo? Dudoso. Estaría actuando/pensando por reacción a otra cosa u otro alguien y no por mí mismo. Yo puedo hacer o decir como otro o distinto a otro (esa no es la cuestión), pero siempre que sea yo mismo quien lo decide, autonomamente. Ser uno mismo no es una condición humana exterior sino interior. Es lo más opuesto que hay a ser una marioneta. Cuando reacciono, no soy yo mismo, no. No soy sujeto, sino objeto pues estoy siendo sujetado.

Pero claro, ¿y mis circunstancias? Es cierto, también están ahí, pero recuerda el grupo el dicho de Ortega y Gasset: “yo soy yo y mis circunstancias”; que me indica que no solamente yo, ni solamente mis circunstancias. ¡Yo ante mis circunstancias! Y la clave la descubrieron juntos: tomar conciencia, plenamente, de la situación. ¿Es todo esto utópico? ¿La utopía de creerse uno libre? Veamos. Para esclarecer la cuestión, uno de los participantes propone un excelente ejemplo de su cosecha: ¿podría llegar yo a esta reunión y sentarme en el suelo? Comenzarían las preguntas y los cuestionamientos del grupo respecto a lo que vas a hacer, es cierto. Eso es la presión social. Llevamos la sociedad entera dentro de la cabeza. No obstante, pensemos en la siguiente posibilidad: si yo consiguiera liberarme de la presión social que está en mi cabeza, que me viene por educación, por costumbre, por miedo, por comodidad, entonces podría ver por mí mismo y decidir sentarme en el suelo, si quiero, ¿por qué no? ¿Es posible que yo mismo me ponga mi propia traba, que yo sea mi autocensura? ¿Y cómo liberarme de lo que está en mi mente? Ya había respondido el grupo: siendo consciente de lo que está mi mente. Y te sentarías en el suelo... Y podrían pasar muchas cosas, nuevas. Aprendizajes. Para los demás también. Con tus razones, ¡hasta podríamos sentarnos los demás a tu lado! Quién sabe... lo que podría acontecer. Sería como saber que uno va a morirse: ¿seguiría las convenciones sociales o trataría de ser sí mismo?

A una de las participantes le interesaba saber si tal toma de conciencia sucede de modo natural, por sí sola, o el exterior le puede llevar a ello. El grupo le responde que unas veces es de un modo y otras de otro. Una crisis, una desgracia, un fracaso, pueden ayudar a despertarte. O la ayuda externa de alguien. Pero también puede suceder espontáneamente, si uno presta atención. Si uno está a la escucha de lo que nace en su interior, enuncia una de las participantes. Y esta fórmula es acogida por todos, inmediatamente. Escucha de lo que emerge dentro (physis, llamaron a esto que “emerge desde dentro” los antiguos filósofos griegos), si aprende a darle cauce y deja, o permite, que se exprese en nosotros, y en nuestra vida. Eso que nace dentro puede ser una inquietud, una demanda, una llamada o vocación, una inspiración, una creación. Sólo necesita ser acompañado por mi mente y mi corazón. Y esto se practica. Y esto se ejercita. Pon atención. El grupo concluye: si me voy dando cuenta de lo que pienso, digo, hago, siento y voy aprendiendo a distinguirlo de lo que me dicen u otros hacen, poco a poco, voy siendo más yo mismo; pero aún, todavía, si va uno tomando conciencia de lo que nace en cada instante en su interior, empujando, balbuciendo, queriendo expresarse, si le abro un cauce, ¿no seré más y mejor yo mismo? Adonde me lleve esto es una incógnita. No se puede saber de antemano a dónde me llevará. Por eso, ser uno mismo requiere valentía. Mucha valentía. Porque ser uno mismo es realizar su identidad profunda (y viceversa). Esto sí es seguro. Y eso, el marketing o la autoayuda ni lo roza.

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