Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

sábado, 21 de enero de 2023

¿Por qué importan las emociones?


Sobre las emociones

Café Filosófico en Castro del Río 6.3

13 de enero de 2023, Peña Flamenca Castreña, 18:00 horas


Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno; con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.

Aristóteles


Comenzamos el año nuevo con las ideas muy claras. Las emociones. ¡Queremos dialogar sobre las emociones! Y es que, no en vano, había quedado pendiente de encuentros anteriores. Una necesidad aún no cubierta que quería verse satisfecha. Era el día de las emociones. El origen de nuestra situación arraigada en el mundo y de nuestros sinsabores, cuando las emociones se emancipan de nosotros y juegan su propio partido en la vida. Como nos recuerda Daniel Goleman, en su conocido ensayo Inteligencia emocional, detrás de todos los conflictos o problemas de nuestra sociedad está el deficitario manejo de nuestras emociones. Así que nuestro café filosófico no podía pasar por alto su importancia. Y allí estábamos, en la Peña Flamenca de Castro del Río, dispuestos a lo que sea. Era el día en el que a nuestra reunión seguía una Asamblea General de Socios.

Tomamos como inicio de diálogo otro de los elementos primarios que, según los antiguos griegos, componían todos los seres, con la intervención de alguna fuerza: tierra, agua, aire y fuego. En otra ocasión fue el agua. Ahora sería la tierra. ¿Qué evoca en ti la palabra “tierra”? Y de este modo abrieron boca los participantes... La tierra es pertenencia, vida originaria, raíz, naturaleza, fundamento, sostén, creación, génesis, paz, libertad, inmensidad, muerte, organismo, madre. Cada evocación iniciaba un poema sobre la tierra.

Una vez tomada conciencia de la temática del día, las emociones coparon el resto de nuestro tiempo. Y esto es lo que nos interesaba sobre las emociones: ¿Qué son las emociones? ¿Todas las emociones son igual de importantes? ¿Cómo nos afectan? ¿Ocultamos nuestras emociones? Éste era el rango de interés del grupo. Y comenzamos por la definición, que juntos no costó mucho trabajo: una emoción es la respuesta (intensa y pasajera) de nuestro organismo a un estímulo exterior o interior, que se siente y permite adaptarnos al mundo, según cada sujeto; por lo tanto, pueden darse distintos estilos emocionales, que evolucionan de un modo propio según el contexto social o cultural. ¿Qué os parece? ¿Afinaron nuestros participantes? Si miras un diccionario, no lo mejora.

A continuación queríamos saber si todas la emociones son importantes, o algunas pueden ser más prescindibles. Y el grupo muestra cómo dicha pregunta carece de relevancia, pues si están, son. Es cierto que podemos ser más o menos conscientes de unas u otras en un momento dado, pero, si prestamos atención, ¡todas son importantes! Esto puede llegar a ser un trabajo personal de gran trascendencia, pues la ausencia de consciencia, la falta de atención, nos lleva al descontrol de las emociones. Todas son importantes. Por lo tanto, no hay unas emociones positivas y otras negativas. Todas son positivas. Si están, son. Otra cosa es que nos agraden más o menos, o lo pasemos peor cuando nos vienen. Pero todas tienen una función natural que cumplir en nuestra vida.

Suelen citarse estas seis emociones más básicas: alegría, tristeza, miedo, rabia, asco, sorpresa. Y analizaron el miedo, para poder comprobar la anterior hipótesis de que todas las emociones son necesarias, y por ello importantes. El miedo nos salva, nos pone en alerta y permite sacar las fuerzas necesarias para evitar un peligro. Todas las emociones estarían ordenadas a la supervivencia del individuo. Para poder comprender esto en su justo sentido, el grupo necesitó distinguir entre un miedo natural y el miedo pensado, añadido por nuestra mente, según sus deseos o temores construidos a lo largo de su periplo vital. Este miedo pensado es el que es evitable, el que es prescindible, el que no es importante de por sí, sino que su importancia está fabricada por nosotros. Y lo mismo sucede con las demás emociones. Todas son imprescindibles; otra cosa es cómo las vivamos. Trata tú, ahora, de apreciarlo en el caso de las demás emociones. El problema no es la emoción, sino mi relación con ella, mi interpretación condicionada; no la sensación objetiva, pura de la emoción. Toda emoción sólo busca ser vivida. Y nuestro destino como sujetos es darle cauce. De lo contrario, quedará ahí, reprimida, pendiente de ser vivida... y volverá a nosotros una y otra vez. Hasta que la vivamos a fondo. Entonces nos dejará tranquilos y en paz. Pruébalo. Una sugerencia para el caso de la tristeza: la película de animación Del revés (inside out). La tristeza salvó a Riley Andersen, la niña protagonista.

Esta discusión sobre la emoción pensada nos llevó a una derrotero muy suculento: las emociones y el tiempo. Una emoción se siente en presente. Incluso si su origen es el pasado, incluso si su origen es la proyección de un deseo hacia el futuro. Lo que se siente, se siente aquí y ahora. Siempre. Y entonces vieron muy claro el problema: si una emoción se vive en función del pasado o del futuro, se carga mentalmente y se vuelve problemática. Y hay que luchar con ella. ¿Esto quiere decir que el pasado y el futuro no son importantes? En absoluto. Si algo distingue a la especie humana es su capacidad de recordar y de aprender de lo que le ha pasado; así como su capacidad para planificar su vida proyectándola en el futuro (“la vida es proyecto”, han dicho algunos pensadores contemporáneos). Éste es nuestro punto fuerte... y también nuestra cruz, si entorpecemos el presente, con nuestros deseos y temores interpretados. Y esto es todo un trabajo personal, una práctica, un desarrollo. Algunos llaman a esto el desarrollo de la inteligencia emocional. Pues, adelante. Nos hace mucha falta. Y la escuela no se ha enterado todavía.


 

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