A veces se oye que la gente prefiere no pensar, o se oye que a algunos nos les interesa que la gente piense. Y, a veces, se juntan las dos cosas. Pero es el sistema social en que vive la gente el que los aleja del pensamiento. Las personas, como tú y yo, estamos siempre pensando. No dejamos de pensar. Claro, está el pensamiento mecánico, el pensamiento inconsciente, el pensamiento confuso, el pensamiento obsesivo y está el pensar por pensar. Pero es el pensamiento autónomo, crítico, reflexivo, radical, creativo, iluminador, el que no interesa, al parecer, a algunos. La filosofía no está de moda, pero se va a poner de moda. Pues su materia sigue siendo muy viva: pensar el pensamiento, para ser más conscientes, más libres, vivir con mayor autenticidad, mejor con nosotros mismos y con los demás, para colaborar a que un mundo mejor sea posible. La filosofía siempre ha tratado de eso, ¿no lo sabías? No te culpo.
La misma filosofía académica hace ya mucho que se ha desviado de la propia finalidad filosófica. Se ha olvidado a menudo que la filosofía siempre ha sido un modo de vivir (Pierre Hadot) no un conjunto repleto de abstracciones eruditas para especialistas. Lee los primeros Diálogosde Platón, el Manual de Epicteto o la Carta a Meneceo de Epicuro, o lee a Nietzsche y lo podrás comprobar in situ. Allí, filosofar es vivir. De ahí que desde no hace mucho haya comenzado a reivindicarse que la filosofía es ante todo aprender a filosofar (Kant), que es tanto como aprender a pensar para vivir mejor, que es una actividad, una práctica. El movimiento internacional de Práctica filosófica posee ya un largo recorrido. Y una de sus modalidades —la más popular— es el café filosófico. Pero hay otras maneras de convertir a la filosofía en algo práctico —además del “laboratorio de ideas” propio del filósofo profesional— y cercano a la vida que todos vivimos en un mundo y una época como la nuestra. Aquí tienes un muestrario sucinto:
El diálogo socrático: donde un grupo reducido de personas se reúne durante varias sesiones para indagar juntos, aclararse y hallar la definición de un concepto central en nuestras vidas, a partir de las propias experiencias vividas de los participantes.
El taller de filosofía: en un contexto algo más escolar, los participantes construyen el pensamiento y el conocimiento por ellos mismos, a través de sus propias preguntas o las del animador de las sesiones. Una revolución en la manera de impartir filosofía, pero apta para cualquier otra disciplina o materia.
La consulta filosófica: la filosofía recupera su antigua dimensión terapéutica mediante un trabajo de asesoramiento u orientación a personas, grupos, organizaciones o instituciones públicas o privadas. Una nueva profesión liberal que no hay que confundir con el Coaching, pues aquí la filosofía no es instrumentalizada, puesta simplemente al servicio de unos objetivos determinados.
El café filosófico: la filosofía sale a la plaza pública para ofrecer un espacio de diálogo filosófico a personas de distintas edades e intereses, que coordinan su pensamiento sobre alguna preocupación o inquietud, dirigidos por un filósofo práctico.
La filosofía no está de moda, pero se va a poner de moda.
Publicado en Queaprendemoshoy
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