Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

miércoles, 5 de abril de 2023

¿Qué es saber escuchar?


Sobre la escucha

Café Filosófico en Castro del Río 6.5

10 de marzo de 2023, Peña Flamenca Castreña, 18:00 horas


El escuchar a alguien es el existencial estar abierto al otro, propio del Dasein [el ser humano: “ser-ahí”] en cuanto co-estar. El escuchar constituye incluso la primaria y auténtica apertura del Dasein a su poder-ser más propio, como un escuchar de la voz del amigo que todo Dasein lleva consigo. El Dasein escucha porque comprende.

Martin Heidegger, Ser y tiempo


¿Qué es saber escuchar?

Si un mundo mejor es posible, tendría que pasar por la escucha atenta entre los seres humanos y con otros seres no humanos. De lo contrario, no es extraño que nos vaya como nos va. La escucha es necesaria porque no abunda, por eso es tan importante. La actitud de escucha de lo otro (también en nosotros mismos) se nos presenta como una faceta fundamental del existir, de manera que escuchar a la persona que tenemos cerca (o lejos) sería un caso particular de la escucha del ser (Heidegger). Si bien, el ejercicio de esta escucha, amplia, irrestricta, desde arriba, puede comenzar a practicarse con lo que tenemos delante. Para escuchar el ser, atendamos al ente particular y concreto, aquí y ahora.

En conexión con la temática del taller del lunes siguiente (“Por qué surgen los conflictos entre las personas?”), el moderador del encuentro plantea una pregunta que ya le sonará al lector, si es asiduo: ¿cómo veo yo a los demás? El día anterior había sido planteada en Torre del Mar, y no hay duda de que aquí, en Castro del Río, siendo el momento y las personas diferentes, las respuestas también lo serán. Vamos a comprobarlo. En una sola palabra o expresión, los demás me suscitan fraternidad, amor, confianza inicial, esperanza, aprendizaje, que son durmientes, disfrute, diferencia, que son un reflejo de mí, amistad, oportunidad de aprender, empatía. Si ponemos a “los demás” en nuestra mente, todo eso se les vino a nuestros participantes. ¿Y a ti? Es importante que nos aclaremos sobre esta imagen que se ha formando en nosotros de los demás, pues contendrá muchos ingredientes de lo que creemos ser. Es cosa de que lo mires, y a ver qué descubres.

De manera que nuestros expertos en la escucha, aquella tarde, en que eligieron esta temática en lugar de la mentira y la empatía (aunque, sin duda, ésta última guarda relación con la escucha), nuestros expertos del día, decíamos, descubrieron juntos cuáles son los componentes fundamentales de la naturaleza del escuchar verdadero. De lo que digan se puede deducir, por consiguiente, lo que no es escuchar. Pues bien, saber escuchar incluye un sagrado respeto al otro, una reciprocidad ineludible, pero también haber aprendido a acallar la mente, procurar parar el tiempo, dar tiempo al otro, a la comunicación con el otro; y, cómo no, poner mucha atención, mostrar fehacientemente un interés por las cosas del otro, atender a sus necesidades, estar abiertos, estar ahí. Vaciar el vaso de tu mente, dijo uno de los participantes, que sea posible la emergencia de un vacío o silencio, que reine en el ambiente. Eugen Herrigel, en un librito más que recomendable (El zen en el arte del tiro con arco), a partir de su experiencia con un maestro japonés del kyudo, aprendió que, para acertar en el blanco, uno debía quitarse de en medio, la mente con sus pre-ocupaciones. Estar en lo que se está. Estar tan receptivo, tan abierto a lo que hay, que la flecha se dispare sola; en el momento oportuno, el disparo acontecerá como fruto maduro caído del árbol. Éste es fruto de la comunión con lo otro, el fruto de la escucha receptiva y a la vez activa.

Seguidamente, los participantes se plantearon cómo alcanzar dicho estado de escucha atenta o plena, y coincidieron en que necesita un entrenamiento, todo un aprendizaje. Pues la escucha es un arte, el arte de escuchar. En algunos contextos sociales es imprescindible el desarrollo de una buena escucha: cuando acompañamos a otras personas, cuando educamos en el contexto familiar o escolar, por ejemplo. Esto significa que antes de acometer alguna relación de ayuda o acompañamiento, es necesario haberse uno ejercitado en el arte de la escucha. Ahora entendemos lo que sucede, tantas veces, que nos movemos entre el consejo paternalista y la imposición autoritaria. Escuchar significa, antes que nada, dejar ser al otro, desarrollarse por sí mismo, sus propias cualidades o capacidades. Favorecer este desarrollo.

Finalmente, quisieron indagar, a propuesta de uno de los participantes, si se dan estilos diferentes en el modo de escuchar, cuando se trata de mujeres o de varones. Esto llevó un buen rato de discusión a los participantes y, cómo no, se vieron enredados en el esquema de lo innato o aprendido, lo biológico-genético o lo social-cultural. Pero ya sabemos cómo se sale de este callejón sin salida: lo que pudiera estar programado son tendencias (más o menos intensas) que puede ser siempre modificadas (en mayor o menor medida) por el ambiente y el aprendizaje. Dijeron que parece ser que las mujeres, en general, muestran una capacidad más desarrollada para el vínculo emocional y la apertura al otro, mientras que los varones es posible que muchas veces tiendan más a aconsejar y tratar de resolver, antes que atender a las necesidades del otro. Pero, ya decimos que esto son tendencias fruto de la interacción entre biología y ambiente (no sé bien lo que te dice tu experiencia). La cosa es que aquella tarde no hubo tiempo para más. Con todo, habían quedado satisfechos.



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