Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

martes, 26 de abril de 2022

Sobre el odio

Ángel Caído (detalle) Alexandre Cabanel
 

Café Filosófico en Vélez-Málaga 12.7

22 de abril de 2022, El Pianista del Carmen, 18:00 horas

Sólo se está libre del miedo cuando la mente es capaz de considerar el hecho sin interpretarlo, sin ponerle un nombre, un rótulo. Esto es sumamente difícil, porque los sentimientos, las reacciones, las ansiedades que tenemos son prontamente identificadas por la mente y reciben un nombre.

                                            Krishnamurti

Nadie va a negar que hay mucho odio en el mundo que vivimos. Tal vez siempre lo ha habido. Pero vamos a tratar de ver por qué se odia. Vamos a indagar en su naturaleza íntima, de la mano de este grupo de personas que se reunieron para dialogar juntos, en la cafetería El Pianista del Carmen. Les inquietaba la doble moral, la deshonestidad, el miedo, el odio. Al elegir para aquella tarde la temática del odio, sin saberlo, también querían hablar del miedo. Porque el miedo incluye una gran dosis de ignorancia. Si tú quieres saber, acompáñanos en este viaje al espacio que crearon los participantes de este café filosófico.

No hemos dicho que se celebraba el día del nacimiento de nuestra querida María Zambrano, así que el animador de este encuentro tuvo a bien traerla aquella tarde. A través de una de sus frases que, precisamente, aparece como lema en el escenario del Centro de Estudios sobre el Exilio de Vélez-Málaga, perteneciente a su obra Persona y Democracia:

Si se hubiera de definir la democracia podría hacerse diciendo que es la sociedad en la cual no sólo es permitido, sino exigido, ser persona.

Pero, ¿qué es ser persona? Esto es lo que importa, que seamos conscientes y nos vivamos como personas. Significa que nosotros nos reconocemos como tales y también reconocemos en los otros el ser persona. Así que podemos repasar nuestra experiencia y mirar cuándo no hemos tratado a un ser humano (o no me han tratado) de este modo. Y, en esos casos, ¿cómo nos hemos sentido?, ¿qué nos ha faltado para sentirnos personas? De esta manera, pudieron los participantes dar con sus ingredientes básicos: la persona es un ser pensante, que ríe, que es capaz de empatía, digno de respeto, que es capaz de amar, un ser sensible y sintiente, que es capaz de convivir, de elegir, de valorar, que es autónomo y único. Todos hemos sentido alguna vez la importancia de estas cualidades, cuando no hemos sido reconocidos como personas en cualquier contexto...

¿En qué consiste el odio? ¿Por qué se odia? ¿Puede aprovechar a alguien? Por este orden, los participantes fueron desgranando sus reflexiones, siempre tratando de entenderse. Porque esto es lo que se busca, más allá de las opiniones particulares, en un encuentro como éste. Odiar sería un sentimiento intenso, visceral muchas veces, de rechazo, como respuesta a una amenaza, algo o alguien que se siente como una amenaza a su propia integridad. De algún modo, siempre está implicada nuestra propia identidad, que siente sus cosas en peligro. A partir de ahí, nuestra respuesta puede llegar a ser destructiva, quizás autodestructiva, como se verá más adelante. Y esta sensación de amenaza aparece de modo consciente o inconsciente. Tú puedes añadir a esta esencia del odio aquello que creas que le falta..., pero detrás de la amenaza siempre hay miedo. Míralo bien.

Los participantes creyeron echar en falta otro tipo de miedo, origen también del odio: el miedo a lo diferente, al diferente; pero no es sino otra forma de amenaza de la propia identidad... ¿Por qué se odia, entonces? Y apuntaron dos carencias encadenadas: la incapacidad para ver (y amar) al otro como un igual y no verlo como una amenaza, que, a su vez, se basaría en una falta de conocimiento, un desconocimiento del otro o de lo otro. Esto no significa que el que odia no sepa que odia, sino que desconoce en el fondo por qué odia, cuál es en concreto esa amenaza a su propia integridad, que está larvada en su mismo odio. Puede creer que que actúa bien, sabiendo lo que hace, y que su odio está justificado, pero desconoce su verdadero bien, como diría Sócrates; que su acción está siendo llevada de la mano del miedo. Además, hay que decir que el odio se alimenta también en grupo, en numerosas ocasiones.

Incluso, alguno puede estar interesado en generar más y más odio, porque esto (se piensa que) puede sernos de utilidad... Miremos el origen de las guerras. Miremos la búsqueda de votos a través de la polarización de las posiciones, la radicalización las ideologías... ¡Tantas veces, polarizar puede parecer rentable a determinados intereses...! Lo que no es sino otra forma de ignorancia, una miopía cuyas consecuencias aparecerán más adelante, de una u otra manera. Por eso el odio puede llegar a ser autodestructivo, además de destructivo. Podéis pensar en cualquier caso conocido: a la larga, se perjudican ambas partes. Los participantes pusieron el caso de dos vecinos que se odian. Si así vivieran su relación, mal-vivirían. Y esta posibilidad sorprendió a algunos participantes. Pero el amo, no sólo el esclavo, ambos están alienados, como mostraba Hegel; ambos se deshumanizan y ambos sufren las consecuencias, antes o después, de un modo u otro. En conclusión, si el odio se basa en el miedo y el miedo es una consecuencia de la ignorancia, ya sabemos por dónde empezar a erradicar alguna parte del odio que aparece a la vista en este mundo. Salud.





2 comentarios:

  1. Hola. Muy interesante el post. Me gustaría aportar un comentario sobre el odio en su dimensión social. Es importante explorar la distinción entre el odio personal, “cara a cara” y el odio abstracto que surge en relación con grupos o categorías de individuos. En el segundo caso, el sentimiento (motivado por alguna situación o situaciones concretas) se proyecta idealmente sobre el grupo y desde allí se transfiere a gente a las que se asocia con ese colectivo y que probablemente ni pertenecen a él ni tienen culpa alguna que justifique las actitudes o conductas que suele causar el odio. La cosa se complica cuando vemos que la mayoría de esos grupos son construcciones imaginarias para las que no hay criterio claro de identificación: la derecha, la izquierda, los progres, los inmigrantes, los ricos, etc. Por lo tanto, además del odio, hay una atribución de pertenencia que muchas veces depende de cosas triviales, como un comentario suelto o la forma de vestirse de una persona. En todo ello, lo único real suele ser el odio y sus consecuencias. Un saludo.

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    1. Sí, era interesante hacer dicha distinción, y algo se indica al final... Gracias!

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