Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

lunes, 8 de mayo de 2023

¿Por qué la sociedad está polarizada?


Sobre la polarización social

Café Filosófico en Cabra 3.1

15 de abril de 2023, Librería “Por Amor al Arte”, 18:00 horas

En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado de innumerables y centelleantes sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales astutos inventaron el conocimiento. Fue el minuto más soberbio y más falaz de la Historia Universal, pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. Tras breves respiraciones de la naturaleza, el astro se heló y esos animales astutos hubieron de perecer.

Friedrich Nietzsche

¿Por qué la sociedad está polarizada?

La afirmación frecuente: “vivimos en una sociedad mediática”, no significa solamente que nuestro mundo está plagado de medios de comunicación u otros medios, que condicionan nuestras vidas. Hay debajo un fenómeno muy de nuestro tiempo que es aún más digno de atención por sus riesgos: el que los medios se conviertan en fines; y que los fines (los valores) queden a su servicio, instrumentalizados o esclavizados, como ya alertaron los pensadores de la Escuela de Fráncfort. Pues bien, estábamos allí, por primera vez en la librería Por Amor al Arte, desde hacía años de nuevo en Cabra, y el facilitador del encuentro no pudo resistir las ganas de comenzar el diálogo filosófico con una pregunta de autorreflexión, que recogía tanto el nombre del lugar como el rechazo de ese rasgo de nuestro tiempo tan preocupante que decíamos. Era una suerte poder estar juntos en un espacio de cultura que tiene por lema la importancia de la acción por sí misma, por el gusto, el placer mismo de hacer lo que hacemos. No por otra cosa, no para otra cosa, sino el valor mismo, intrínseco, de lo que hacemos o preferimos o decidimos. Una bocanada de aire fresco, en el desierto de lo mediático. Agradecidos, estábamos, por la invitación.

¿Tú, qué haces en tu vida “por amor al arte”? Los niños juegan por jugar, el amor verdadero ama por amar, la felicidad completa no depende de otra cosa, el auténtico saber es por el saber mismo, la realización personal no depende de algo más allá de nosotros mismos... ¿Qué procuras hacer por su valor propio, por el valor mismo de hacerlo? Y esto fue lo que dijeron ellos y ellas: me gusta hacer cubiertos de madera; llevo tatuado “leer, vivir, soñar”, ya ves, y cuido de mis plantas; cuido de mis relaciones sociales; aprendo sobre literatura; ayudo con la terapia canina; me gusta bailar; y a mí, leer con música; en mi caso, mi vida entera procuro que sea “por amor al arte” (esta librería es una expresión de ello); mi dedicación a mis hijas no tiene un porqué; yo persigo “causas perdidas”, que no lo son, por tanto.

En el ambiente de la reunión estaban: los cambios en la sociedad, el pensamiento crítico, la cultura de la cancelación, el valor de las humanidades, la polarización, las relaciones sociales, que eran las principales inquietudes de los participantes aquella tarde. Pero preocupaba más que nada la polarización de nuestra sociedad, esta forma exagerada de etiquetar(nos). ¿Por qué recurrimos tan fácilmente, los seres humanos, a las etiquetas? ¿Y por qué se abre camino hoy día la tendencia a extremar o polarizar todo? ¿Será necesario? ¿O será un signo de estos tiempos? Lo cierto es que nuestros protagonistas habían puesto en ello su atención... Y, convertido en realidad, queríamos entre todos descubrir lo que subyace, como buenos filósofos y filósofas que allí estábamos, con la actitud (filosófica) con la que habíamos acudido. ¿Qué es polarizar? ¿Por qué lo hacemos, a quién o qué interesa? ¿Será posible expresar una postura sin tener que poner etiquetas o que otros te etiqueten? Veamos, pues, la investigación llevada a cabo aquella tarde de sábado.

“Polarizar” es poner la realidad en compartimentos estancos y opuestos, extremos exagerados de una misma cosa, absolutos, radicalmente diferentes, sin posibilidad de mediación. Y dijeron ellos y ellas que la acción de polarizar es excluyente: expulsa el razonamiento, la escucha, el resto de realidades del mismo tipo, la empatía, el diálogo, lo que no cabe dentro de un posicionamiento, haciéndolo invisible. En la polarización todo son exclusiones. ¿Tiene esto que ser así? En un ambiente social donde todo tiende a estar polarizado (“estás conmigo o contra mí, si no estás en esto, estás en lo opuesto”) parece una obligación el tener que posicionarse... De la simplificación de la lógica binaria, “la puerta está abierta o está cerrada, pero no puede estar entre-abierta”, se pasa a la obligación de estar dentro o estar fuera de la habitación. ¿Es esto necesario? ¿No puedo estar apoyado en el umbral de la puerta? ¿No puedo estar encima o debajo de la habitación, o más allá o más acá de ella? Fijémonos en el daño que esto nos produce, el daño que esto produce en el mundo... Porque no es lo mismo posicionarse (esto puede ser necesario: siempre miramos desde una posición, más o menos centrada) que polarizarse. ¡Amados dioses, cómo vieron esto de claro los participantes! Una posición no es un polo negativo o positivo; polos, sólo hay dos; posiciones, una ingente cantidad. El polarizar oscurece el ser, nos ciega para todo lo demás. En lugar de polarizarnos, ir hacia el centro desde donde sea posible ver con claridad toda la periferia, toda clase de síntomas o efectos.

Es cómodo poner etiquetas. Necesitamos, decía Nietzsche, orientarnos en el mundo, por eso el humano (demasiado humano) conceptualiza, y cuando lo hace, cree que posee el control de la realidad. Vivimos en esta ficción útil. Y con ella hemos construido grandes cosas... pero no nos creamos que son realidades. No perdamos nunca el norte: los conceptos, las etiquetas son fruto de nuestros deseos, de nuestras inseguridades, de nuestros miedos. El artista nunca lo olvida, que nos aproximamos, pero nunca poseemos la realidad, pues ésta es cambiante y distinta cada vez. El verdadero artista sabe que tan sólo puede estar presente y que no alcanza a reflejar nada más que un momento fijo (ficticio, por tanto) de la realidad. Esto lo olvidamos con frecuencia. Quizás necesitemos olvidarnos... Por lo que es tan importante recobrar la cordura, la lucidez, la sensatez. Como estaban haciendo ellos y ellas, aquella tarde de un mes de abril tan seco. Descubrieron esa tendencia subterránea de lo humano en nosotros, que se nutre de la inseguridad y de la pereza, del culto a lo inmediato y que ha descuidado la escucha paciente de lo que hay, tal como lo hay, me guste más o me guste menos. Pero también dijeron que muchos pueden aprovechar esta inclinación humana por las etiquetas para intensificar la polarización y obtener algún beneficio con ello. Es posible que, ante las crisis que nos aquejan y la permanente lucha por el poder y los beneficios, a muchos le pueda venir bien (a corto plazo, con sus anteojeras puestas) buscar esta polarización creciente de la ciudadanía. Pero volvamos, ¿de qué se nutre la aparente facilidad con que ciertos sectores interesados lo polarizan todo?

Continuaban despiertos nuestros participantes: se nutre de la incapacidad para vivir en la incertidumbre (y lo dijeron sin tener que citar a Nietzsche, como ha hecho este relator), que conduce a un impaciente deseo de pertenencia. En definitiva, miedo a lo que pueda venir, miedo al rechazo, miedo a ser yo mismo y a tomar mis propias decisiones. Miedo, comodidad o miedo. Por consiguiente, la tendencia a polarizar la vida social (política, cultural, y en todos los ámbitos) se alimenta de una doble escisión: la que se impone desde fuera: o estás con A o con no-A; y la escisión que se ha instalado dentro de nosotros, quizás de un modo inconsciente: quiero pero no puedo, quiero pero no me atrevo, quiero pero puedo perder o perderme. ¿Cómo puedo suturar esta fractura? Nos dan estas claves, los que dialogaron: para la escisión interna, el trabajo personal con mis carencias (la mejor manera sería desarrollando mis cualidades, según Antonio Blay); para la escisión externa: cuidar cómo expreso mis posiciones y cómo recibo las etiquetas de los otros, con asertividad.

Entonces, ¿es posible expresar algo sin poner etiquetas? Ya vamos viendo que es posible. Si me voy sintiendo mejor conmigo mismo y cada vez soy más consciente de mí, no separado de ti, entonces, ya no necesito poner etiquetas ni me afectarán tanto las que me pongan. Es un proceso de maduración personal, en que voy comprendiendo que “yo no soy eso” (esa marca que me pongo o que me ponen), que yo no soy el resultado de una comparación o una clasificación, que eso no tiene que ver conmigo. Yo puedo ser yo mismo, si no me confundo con los modos de ser, y menos todavía, cuanto más exagerados sean éstos. Para vivir con autenticidad no es necesario ir por ahí poniendo etiquetas. Quizás, todo lo contrario. Vale.



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