Marc Sautet au Café des Phares (Paris 1994) Photo: Wolfgang Wackernagel

domingo, 19 de noviembre de 2023

¿Todo es perdonable?


Sobre el perdón

Café Filosófico en Torre del Mar 3.1

19 de octubre de 2023, Taberna El Oasis, 18:00 horas

La comprensión es observar sin condenar. La comprensión produce entendimiento porque no hay condena ni identificación, sino observación silenciosa.(...) En esta observación, por lo tanto, hay completa comunión: el observador y lo observado están en comunión completa. Esto ocurre cuando estáis profundamente interesados en algo.

Jiddu Krishnamurti

¿Todo es perdonable?

Estamos en Torre del Mar, en la Taberna El Oasis, y volvemos a preguntarnos por la tecnología. Una creación nuestra que, como todas, interactúa con nosotros. Y esa interacción ha de ser muy consciente, de lo contrario, en lugar de estar a nuestro servicio, como medio que es, puede pasar (o está ya pasando) lo opuesto, que seamos nosotros los que estemos a su servicio. Una forma moderna de esclavitud. En general la relación que tenemos con la tecnología (con las nuevas tecnologías, pues no paran de brotar como en una almáciga en la que hemos plantado hace siglos unas determinadas semillas...), decimos, nuestra relación con las tecnologías galopa sobre una percepción ambivalente (dependerán los efectos de su uso, se dice), pero en general, la población es consciente de cómo moldea nuestras vidas. Hay una intuición social de su trascendencia. Tanto es así que, tocada esta cuestión al inicio del diálogo, al grupo le fue difícil desprenderse de ella. Casi todas las temáticas propuestas aquella tarde, en la que acudieron participantes que rebosaban nuestra sala, giraron alrededor de la tecnología: la política, la existencia, la esclavitud, las guerras, el poder, se vieron ligadas a la tecnología, mediante la conjunción copulativa “y”. Por suerte, se abrió paso el perdón... queremos decir, la temática del perdón. Pero eso vino después. Antes, cada uno de los participantes expresó su extrañeza con la tecnología, que es el comienzo de la filosofía, mirar lo que hay como si lo viéramos por primera vez.

La tecnología de Internet, a veces, me supera; la posibilidad de comunicarnos tan fácilmente con los teléfonos móviles me quita libertad; veo que se evalúan las tecnologías después de haber sido implantadas; he tenido que adaptar mi forma de enseñar a las nuevas tecnologías; mi relaciones personales han cambiado; me siento más controlada, pues mi información personal está on line; me causan estrés los medios de comunicación; han simplificado mi trabajo; mi movilidad ha cambiado; una bici me cambió la vida; Internet facilita mis gestiones; la información está disponible; tanta inmediatez me molesta, que tenga que responder tan rápido a una llamada; el móvil te acerca las personas que están lejos, pero te aleja de las personas que están cerca; los problemas de adicción cambian la vida de las familias; sé que sería otra persona sin la tecnología; me he visto obligada a tener una página web propia; la fotografía en línea te acerca lugares para pintarlos... fueron algunos de los testimonios de los participantes y, en todos puedes, querido lector o lectora, entrever un riesgo que tendríamos que evaluar juntos.

Muchas cosas están pasando a nuestro alrededor, y quizás haya mucho que perdonar. O no. Quizás existan acciones imperdonables. Sobre esto quiso reflexionar el grupo reunido allí, en la taberna El Oasis, y así nos sentíamos, como su nombre indica, en un oasis en que podíamos dialogar juntos. Veremos qué pasa con el perdón. O qué pasa con nosotros. Lo que estaba claro, antes de comenzar, era que el grupo quería alejarse de la visión judeocristiana del perdón ligado a la culpa, y de la compasión mal entendida. Si perdono a alguien, no le hago ningún favor. Quizás me lo haga a mí mismo. Pero antes de preguntarnos: ¿todo es perdonable?, quizás tendríamos que empezar por saber ¿qué es perdonar? De manera que, antes de hablar de las condiciones del perdón, habría que tener claro sus ingredientes. Y a eso se aprestaron rápidamente. Pero, ¿no son lo mismo, en el fondo, los ingredientes y las condiciones de una cosa? Veremos...

¿Olvidar es perdonar? Parece que no... algunos dicen que perdonan pero no olvidan, o viceversa. ¿De qué olvido hablamos? ¿Hablamos de olvidar o hablamos de otra cosa? Y comienzan los participantes a decir que perdonar es comprender. Una comprensión profunda de lo que ha sucedido, sus causas, su rigen, sus motivaciones, el conocimiento o el desconocimiento de la situación de que partían los actores implicados. Fuera la noción de culpa, tan dañina. Mejor: hacerse uno cargo, responsabilizarse, cuidar. Y cuando se comprende, se perdona, y uno se libera y el otro se libera. Queda borrado todo resentimiento y toda culpa. Pero esto no sucede inmediatamente, sino que necesita un proceso, que posee sus fases: después de la reacción condicionada, automática, del resentimiento o la culpa, si no huimos, si no atacamos, si no nos encerramos, viene la distancia. El tomar distancia: soy capaz de adoptar otra perspectiva, mirar desde otro sitio, más elevado, no atrapado por la circunstancia. Observar y nada más. Más tarde, puede venir el entender lo que ha pasado, por qué ha pasado, ponerme en el lugar del otro, ver la situación como él la ve (esto es posible, dicen nuestros participantes, si hay una buena disposición, desde el principio hasta el final del proceso). Luego, es posible que sea capaz de empezar a ver al otro como soy yo, que busca lo que busco yo, básicamente, vivir bien. Y, si me abro a saber del otro, si obtengo más información de la situación, puedo comenzar a aceptar o asumir lo ocurrido (que no es justificarlo en sus consecuencias o el daño) y quizás el camino del perdón pueda quedar más despejado.

Pero, ¿el perdón solamente viaja en una dirección? ¿Del que perdona al perdonado? ¿Es posible que constituya una necesidad por ambos lados? ¿Que el perdón sea bidireccional, pero que no siempre se encuentren ambas direcciones? Nos dicen los participantes: ambas partes viven mal. Nadie vive bien, si no se perdonan, cada uno su parte, el error del otro, cada uno a sí mismo. ¡Nadie vive bien! Esto lo hemos experimentado todos, alguna vez, de un modo más pasajero o de un modo más continuado. El resentimiento puede durar toda la vida... y se vive muy mal, pero que muy mal, quizás sin darse uno mucha cuenta del porqué. Esto es muy reconocible en las relaciones más cercanas: entre padres e hijos, entre los que eran buenos amigos... Por eso, estas situaciones necesitan un trabajo personal por ambos lados. Arriba se han sugerido algunos aspectos del camino. Finalmente, el grupo indagó si puede hablarse de perdón en el ámbito más general de la sociedad o las sociedades. Y sí, se puede hablar y puede que el proceso sea el mismo... Recordad con Ortega y Gasset que si no ayudo a salvar mi circunstancia (social o histórica), tampoco me salvo yo.

Y nos quedaba pendiente la segunda pregunta: ¿puede haber algo que sea imperdonable? Pero ya llevábamos mucho tiempo dialogando... y no queremos alargarnos. Así que el moderador del encuentro se limitó a realizar una rápida encuesta. El trabajo principal ya estaba hecho: sabíamos qué era perdonar, (en el fondo) un acto de amor, que nos unifica dentro y fuera de nosotros. El grupo había madurado. Así pues: ¿hay algo que sea realmente imperdonable? Y la inmensa mayoría respondió: que no. Cuanto más comprensión y autocomprensión, más capacidad de perdonar y de sentirme perdonado (que esto no es siempre fácil). Entonces, puede abrirse un nuevo amanecer. Salud.



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